La primera “fumata” latinoamericana

Luis-Fernando Valdés
Antonio Briseño

 

francisco-fumataLa fumata blanca del 13 de marzo de este año ha sido histórica. Por primera vez fue elegido un Papa latinoamericano. Y también, por vez primera, el Cónclave estuvo abierto a los medios hasta el último instante, que nos permitieron conocer los sentimientos de los electores. ¿Qué pasó en la Capilla Sixtina?

El Cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI comenzó 12 de marzo pasado, con la Misa matutina “Pro Romano Pontífice Eligendo”, celebrada por el cardenal Decano del Colegio cardenalicio, Mons. Angelo Sodano, quien recordo en su homilia que “los últimos Papas han sido constructores de tantas buenas iniciativas para la gente y para la continuidad internacional, promoviendo incansablemente la justicia y la paz” (Aciprensa, 12 marzo 2013).

Ese mismo día, por la tarde, los cardenales ingresaron a la Capilla Sixtina para dar comienzo a las votaciones. La primera fumata que salió de la chimenea de la Capilla Sixtina fue negra. Se especulaba que habrían sido 4 cinco los cardenales que recibieron votos.

El día 13 de marzo por la mañana, luego de dos votaciones, hubo una nueva fumata negra. Ninguno de los cardenales obtuvo los 77 votos necesarios para tener la requerida mayoría de dos tercios. Se comentó después –aunque el dato no es seguro– que los candidatos de redujeron a dos o tres nombres, uno de ellos fue el de Jorge Mario Bergoglio.

A las 19:06 horas, tiempo de Roma, una tercera fumata fue exhalada por la chimenea de la Capilla Sixtina, en esta ocasión fue ¡blanca! Luego de 5 votaciones, algún cardenal había obtenido al menos los requeridos dos tercios de los votos.

Mientras que la incertidumbre mantenía la atención de todo el mundo que esperaba conocer al elegido, en el interior de la Capilla Sixtina, todo era emoción. “Fue un momento muy conmovedor a medida que se escuchaban los nombres: ‘Bergoglio, Bergoglio…’ y de repente llegamos al número mágico de 77”, contó el Card. Sean Brady de Irlanda. Los cardenales aplaudieron al voto 77 y nuevamente cuando el conteo terminó. (La Nación, 15 marzo 2013)

El protocolo indicaba preguntarle al Elegido si aceptaba esta responsabilidad. A lo que el Card. Bergoglio respondió: “Soy un pecador, pero como esta dignidad se me ha conferido, acepto”. “No creo que haya habido un ojo seco [sin lágrimas] en la casa [la Capilla Sixtina]”, recordaba el Card. Timothy Dolan de Nueva York. (Ibídem)

Acto seguido, Bergoglio fue a la llamada “Sala de las lágrimas” para ponerse el atuendo Papal. Finalmente, a las 20:19 horas, Jean Louis Tauran, cardenal Protodiacono salió al balcón e hizo el anuncio que marcó la historia de nuestro Continente: “Habemus Papam! Es el Cardenal Jorge Bergoglio, quien asume el nombre de Francisco”.

Al fin, los católicos conocían a su nuevo Pastor, quien les dirigió unas palabras antes de dar la bendición Urbi et orbi: “Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo…, pero aquí estamos.”

El resto de ese momento seguramente seguirá vivo en nuestros recuerdos: la oración de Francisco por el Papa emérito, su disposición de servir al Pueblo romano y la humildad de pedir ayuda: “os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga.”

En este Cónclave, hemos vivido una especial cercanía con el nuevo Papa, seguramente por la fina transición del Pontificado planeada por Benedicto XVI, por la apertura del Vaticano a los medios y por las declaraciones de algunos cardenales sobre lo que ahí vivieron.

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