En cierta ocasión, platicando con un amigo con el que estudié Ciencias de la Comunicación, que además, no es tan «practicante», me decía: «el Sacerdote de la Iglesia a la que voy es joven. Pero lo que me gusta es que al final de la Misa sale a despedir de mano a todos los fieles, y hasta me hace sentir importante». Sin duda, el tema de aquel día no era la Pastoral de la Comunicación, ni tampoco la Liturgia, pero ambos estaban implícitos en aquel comentario. La «Pastoral de la Comunicación» nos llama precisamente a «comunicar» al estilo de Jesús de Nazaret, un hombre sencillo y CERCANO a los hombres. No pretendo decir que despedir de mano a las personas después de Misa, sea ya en sí la mejor pastoral, sino que todo aquello que provoque la cercanía, y propicie el encuentro mejora la comunicación. La liturgia, en todas sus expresiones: los siete sacramentos, los sacramentales, e incluso las expresiones de religiosidad popular implican una «Comunicación Pastoral», pues toda labor del Pastor comunica.
El Buen Pastor, es Jesús y ejerce su sacerdocio en la liturgia, en ella nos comunica la gracia, y se realiza el misterio de nuestra redención. Ya desde el documento conclusivo de Puebla se llega a decir literalmente: «la liturgia, (…) es en sí misma comunicación». Es pues, imprescindible que un sacerdote sea un buen comunicador en la liturgia, que el equipo de liturgia aprenda a comunicar y que todos los participantes de la liturgia (ministros y fieles) estén en el mismo campo semántico. Es decir que todos comprendamos, o por lo menos tengamos idea del significado del conjunto de actos comunicativos (gestos, símbolos, signos, colores) que la liturgia utiliza.
Muchos de nuestros fieles no comprenden los gestos litúrgicos, no sólo por falta de instrucción, sino porque no somos buenos «comunicadores» de Cristo, nos falla la «comunicación pastoral», desde la limpieza de los manteles, el beso al altar, las reverencias, los silencios, la cadencia de la liturgia son actos comunicativos, que en no pocas ocasiones como sacerdotes los llevamos de forma automática o con tiempo medido.
Algo importantísimo que no quiero dejar de comentar es que la Liturgia, no es un acto comunicativo, como lo sería una «obra teatral», pues no se trata solo de la mera «proyección de un mensaje», porque la liturgia sacramental produce lo que significa, es decir, hace presente la realidad divina. Por ello no es meramente una «Pastoral de la Comunicación» (en cuanto a conocer y saber transmitir los signos y símbolos de la liturgia a nivel pastoral (mismo campo semántico), sino que es una auténtica «Comunicación Pastoral», porque el Pastor que es Jesucristo, comunica, transmite su «gracia divina», se hace presente, se hace cercano y actúa, se encuentra con nosotros.
Retos dentro de la Liturgia que tienen que ver con la comunicación pastoral son: 1. Adecuada formación en los elementos comunicativos, conocer su importancia histórica, valorar su eficacia, no descuidar su uso, pues esto lleva a los fieles a permanecer indiferentes ante ellos. 2. Ser creativos en la conquista adecuada de lenguajes nuevos, que se adapten, y se logre su inculturación.
Las Ciencias de la Comunicación, de las que se vale la Pastoral de la Comunicación nos invitan a conocer al receptor (sus preferencias, ambientes, su manera de ver el mundo) para hablar su lenguaje. No será lo mismo la celebración con niños que con jóvenes, por ello hay esquemas litúrgicos para niños, por dar un ejemplo.
Sin embargo, «para que los hombres puedan llegar a la Liturgia es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversión: «¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿O cómo creerán en Él sin haber oído de Él? ¿Y cómo oirán si nadie les predica?» (Rom., 10,14-15)». La Pastoral de la Comunicación busca en el anuncio del Evangelio a través de actos comunicactivos (comunicación pastoral) y a través del uso de los medios de comunicación y sus agentes (pastoral de la comunicación) y prepara a los fieles al encuentro sacramental, en esto se relaciona también con la Pastoral Profética y frente aquel encuentro nos invita a imitar a Jesús auténtico «comunicador» y verdadero «Sacramento de amor del Padre».
La idea con la que quiero cerrar esta reflexión es simple: «nadie da lo que no tiene». La clave de la Pastoral de la Comunicación en relación con la liturgia y cualquier otra pastoral, es precisamente la espiritualidad del cristiano, que debe ser un «comunicador del Evangelio» por la naturaleza misma de su bautismo es enviado a anunciar la Buena Nueva. Quien vive la liturgia con fe transmite a Cristo, quien sabe predicar, pero además es congruente con lo que predica conduce a Cristo, quien es testigo de Cristo el Espíritu Santo le inspira la palabra y el gesto adecuado. «Cuando alguien vive verdaderamente la fe, todo aquello que hace, ayudará a evangelizar el ambiente donde vive y trabaja, porque cada acción tiene una dimensión comunicativa».
Pbro. Jesús Galván Martínez Delegado de Comunicación del Decanato de Santiago