(CODIPACSQRO) Con espíritu de fe y esperanza muchos fieles se reunieron encabezados por el señor obispo Don Faustino Armendáriz la tarde de “Jueves de Corpus Christi” para celebrar la santa Misa en la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, reconociendo que en el pan y en el vino, ofrecidos en sacrifico y bajo la acción del Espíritu Santo, Dios en su Hijo Jesucristo nos otorga el regalo más grande de su amor: su Cuerpo y su Sangre, que nos ha dado como alimento para nuestra salvación y, como signo visible y fundamento de la comunión a la que estamos llamados todos aquellos que le reconocemos como nuestro Dios y Señor.
Las parroquias y comunidades de la Diócesis esta misma tarde vivieron la valiosa oportunidad de profesar juntos la fe en la Santísima Eucaristía y a partir de ella, impulsar la vida y la comunión de la Iglesia que peregrina por los caminos y veredas de nuestras colonias, ciudades y pueblos.
En su homilía Mons. Faustino destacó tres aspectos hermosos del misterio que hoy celebramos y que nos pueden ayudar a fortalecer nuestra vida cristiana, especialmente en la comunión y en la misión de la Iglesia:
Dios está presente en medio de nuestra peregrinación por esta vida
Dios está presente en medio de nuestra peregrinación por esta vida, nos acompaña y nos indica la dirección, no basta avanzar; es necesario ver hacia dónde vamos. No basta el “progreso”. Dios nos ha creado libres, pero no nos ha dejado solos: se ha hecho Él mismo “camino” y ha venido a caminar juntamente con nosotros a fin de que nuestra libertad tenga el criterio para discernir la senda correcta y recorrerla.
Jesús es el alimento indispensable para toda generación cristiana
“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien come de este pan, vivirá para siempre”. Jesús es el alimento indispensable para toda generación cristiana, que la sostiene mientras atraviesa el desierto de este mundo, aridecido por sistemas ideológicos y económicos que no promueven la vida, sino que más bien la mortifican; un mundo donde domina la lógica del poder y del tener, más que la del servicio y del amor; un mundo donde no raramente triunfa la cultura de la violencia y de la muerte.
Aunque somos muchos formamos un solo cuerpo porque todos comemos del mismo pan
El cáliz de la bendición con el que damos gracias y el pan que partimos en la Eucaristía, son para nosotros el signo de la comunión con Cristo y con la Iglesia. Y que aunque somos muchos formamos un solo cuerpo porque todos comemos del mismo pan.
Que estas tres realidades nos ayuden a ver la Eucaristía como el “don” y el “alimento” que Dios hoy sigue regalando a la humanidad, a las familias, a los ancianos, a los jóvenes, a los niños, a los enfermos. Escuchemos la invitación del obispo por formar grupos de la Cofradía de Adoración a la Sagrada Eucaristía, y que ningún Sagrario esté solo, y que Jesús hostia hable a los corazones de sus fieles. Seamos custodios y custodias vivientes de Cristo para que en el trabajo, en la oficina, en la escuela en la vida de familia, Cristo sea bendecido y adorado.
El trayecto de la solemne procesión fue de la Parroquia Nuestra Señora de San Juan de los Lagos a la Santa Iglesia Catedral, haciendo tres estaciones para reflexionar sobre temas relacionados con la Eucaristía, concluyendo con la bendición con el Santísimo impartida por el Pastor Diocesano.
Jorge A. Rangel Sánchez