(CODIPACSQRO) Desde el corazón de quienes son la porción más delicada de toda la sociedad y de la Iglesia —los jóvenes—, surgió la iniciativa para realizar la mesa de diálogo: «La iglesia frente a la corrupción, la injusticia y la violencia en México» el 8 de enero de 2015.
El foro es una puerta de iniciativas para la construcción de la paz en México, es la expresión que los estudiantes de la Universidad Pontificia de México —primera universidad de América—, unidos a otros muchos jóvenes aun a los que no tuvieron voz y fueron o son víctimas de la pobreza, la desigualdad, impunidad, violencia, simulación, insensibilidad, incluso la muerte. Su voz y la voz de los que sufren adquiere autoridad y a todos en nuestra Patria nos obliga a actuar.
Las voces escuchadas son de quienes experimentan un acompañamiento en la promoción de los derechos humanos, casi todos han consagrado sus vidas en esta tarea importante y urgente, trabajar por la paz, porque Dios detesta la muerte que padece en estos tiempos el pueblo mexicano.
La óptica es desde la fe, desde la reflexión, desde la Iglesia, que desde el nacimiento de nuestra raza mestiza siempre ha estado presente, ha dado respuesta y actúa por ser experta en humanidad.
Hemos escuchado como los obispos de México dan respuesta con su magisterio, guiando, iluminando y previniendo sobre los riesgos y sombras en los últimas décadas, y como han llegado a exclamar un ¡Basta ya!, al ver un país cansado de la corrupción y de la violencia expresiones de anti cultura o cultura de la muerte.
Se ha recordado que el Papa Francisco nos invita a poner a Dios y a la dignidad humana como centro de nuestro existir y a las bienaventuranzas como programa de vida, la imagen del poliedro y la cultura del encuentro son herramientas para la construcción de fraternidad y solidaridad.
Desde una postura crítica, como hijos de la iglesia, reflexionamos como México se ha convertido en una fosa de muertos, muchos de ellos de entre los 18 a los 30 años, ellos como nosotros son figura e imagen de Cristo encarnado, muertos o desaparecidos, nos interpelan a tomar una posición ni de aliados ni de cómplices, y a dar una respuesta a la altura de la iglesia cercana, presente, que encarne a Cristo que siempre estuvo del lado de los más pobres, siempre unida, siempre veraz.
Se destacó la advertencia de que vivimos un momento histórico y profético, llegando a la afirmación de que: México está expirando y nos podemos preguntar como Martha y María: ¿Jesús, si tú hubieras estado aquí, no habría muerto?. Y cuestionarnos como lo hicieron con el Señor: ¿Somos la Iglesia que habría de venir, o debemos esperar a otra? Así mismo se planteó la importancia de la instauración del Reino de Dios y no de pirámides económicas invertidas.
Surgió el llamado urgente de anunciar la esperanza pues el hecho de los hijos desaparecidos o muertos no tiene precio, no podemos ser una Iglesia adoctrinada, temerosa y desinformada. La historia nos apremia a unirnos y a actuar con la convicción del ¡Basta ya! de nuestros obispos, sucesores de los apóstoles.
Por lo tanto desde un México destruido, saqueado, despojado, con menos derechos humanos, surge la voz de los jóvenes de la Universidad Pontificia que encontraron eco en sus directivos, acompañamiento de sus profesores, simpatía y solidaridad de los ponentes, sensibilidad y admiración de los participantes. Sentimos la voz que nos recuerda que Dios quiere reinar en la historia, en nuestra historia, que con una visión amplia e incluyente como Iglesia, tenemos que actuar pues desde los pobres, los despreciados de la tierra, son muchos. Somos el cuerpo de Cristo, y Dios trabaja por medio de nosotros. Hay que refundar nuestro México.
Las tareas para construir la paz surgen de la autoridad que adquieren los que sufren y como Iglesia que evangeliza respondemos al compromiso, denunciando aquello que va en contra de los derechos humanos. Sabemos y vemos en toda parroquia, un lugar privilegiado del encuentro, ambiente generador y reconstructor del tejido social. Somos el pueblo cristiano, el pueblo de Dios, tenemos la solución a todo dolor y duda, pues Dios es amor, es camino, verdad y vida para todos. El foro histórico en la Universidad Pontificia nos llama a que actuemos pues la anti encarnación actual en México es una ofensa a Cristo presente en cada uno de sus hijos, el mal que vivimos se alivia con pequeñas acciones para la construcción de la paz, es hora de dejar de quejarnos todos tenemos un grado de compromiso, partamos de la reflexión, la oración y la acción organizada, con mucha constancia manteniendo la esperanza solo en Dios.
La jornada de diálogo y reflexión se desarrolló en la Universidad Pontificia de México y participaron en la mesa de diálogo: Monseñor Ramón Castro Castro, el P. Miguel Concha Malo O.P., el Sr. Javier Sicilia, el Pbro. Alejandro Solalinde, Monseñor Raúl Vera y Hna. María Zamarripa.
De la Diócesis de Querétaro asistieron el Pbro. Filiberto Cruz Reyes de la Dimensión de Fe y Política; el Pbro. Aristeo Olvera Maqueda de la Dimensión de Movilidad Humana y un servidor de la Comisión de Pastoral de la Comunicación.
Jorge A. Rangel Sánchez