Considero que es una señal de la vitalidad de nuestros pueblos indígenas de la Diócesis de Querétaro, el hecho de haber podido estar en un lugar sagrado dedicado a San Juan Diego en la ciudad de México el día miércoles 21 de mayo, los más de 200 peregrinos indígenas y quienes se unieron, conscientes y comprometidos con sus raíces indígenas, fue una gran oportunidad para seguir estrechando los lazos de hermandad indígena, teniendo como estímulo y ejemplo a nuestro hermano mayor San Juan Diego, Cuauhtlatoatzin, que juntamente con Santa María de Guadalupe son los santos patronos entre nuestros pueblos indígenas.
Esta peregrinación fue llegar al Santuario de San Juan Diego y de ahí a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en donde nos postramos ante su bendita imagen milagrosa de la siempre Virgen Santa María de Guadalupe y encontrar, como ella lo prometió, el alivio a nuestros sufrimientos y dolores que nos han venido por querer mantenernos en pie, buscando el respeto y la defensa, al que tenemos derecho, de nuestras tierras, bosques y ríos; también por querer contar con oportunidades para nuestras mejores condiciones de vida; como por el seguir fortaleciendo nuestras tradiciones y costumbres; y por celebrar nuestra creencias y ritos religiosos como nos lo enseñaron nuestros mayores, los cuales consideramos nos prepararon para conocer y hacer nuestro el mensaje del Evangelio que los santos misioneros nos trajeron y que la Señora del Cielo, Tonantzin Guadalupe nos entregó para que abrazáramos la fe en Jesucristo.
Agradecemos a Monseñor Diego Monroy, guardián del Santuario de San Juan Diego que nos recibió y que juntamente con hermanos y hermanas indígenas que radican en la ciudad de México nos compartieron los alimentos y sobre todo, quiero resaltar el entusiasmo de Mons. Monroy para congregar en el Santuario a los devotos de San Juan Diego y de la Santísima Virgen María de Guadalupe, con una atención especial hacia los hermanos y hermanas indígenas, incluso cuenta con un grupo de indígenas que participan y colaboran en el Santuario.
Que este compartir acerca de nuestra peregrinación indígena sea una forma de motivar en nuestra diócesis para seguir atendiendo a nuestras poblaciones indígenas, compromiso asumido por la Iglesia Latinoamericana a través de nuestros señores obispos al declarar lo siguiente: “Nos comprometemos también a crear conciencia en la sociedad acerca de la realidad indígena y sus valores, a través de los medios de comunicación social y otros espacios de opinión. A partir de los principios del Evangelio apoyamos la denuncia de actitudes contrarias a la vida plena de nuestros pueblos originarios, y nos comprometemos a proseguir la obra de evangelización de los indígenas, así como a procurar los aprendizajes, educativos y laborales con las transformaciones culturales que ello implica” (Documento de Aparecida N° 530).
Esta peregrinación indígena y otros eventos que hemos estado realizando están en este contexto de concientización de la presencia indígena en nuestra diócesis, para valorar su participación en la sociedad y en la Iglesia, cuyos valores pueden ser un referente para replantear nuestra articulación e interacción social, nuestra relación con la naturaleza y respecto al sentido religioso de la vida, que los indígenas en su tradición conservan como una herencia ancestral.
Un desafío sigue siendo la inculturación del Evangelio y la defensa de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, que la iglesia defiende y denuncia todo aquello y aquellos que atentan contra la vida, sea de indígenas, afroamericanos, campesinos, obreros, etc., también en Aparecida se afirma lo siguiente: “Por esto, la Iglesia denuncia la práctica de la discriminación y del racismo en sus diferentes expresiones, pues ofende en lo más profundo la dignidad humana —creada a imagen y semejanza de Dios—. (Documento de Aparecida N° 533). Gracias hermanos y hermanas indígenas por su nobleza y su gran espíritu de fe y amor a Dios y a su Iglesia. Que Dios los bendiga.
Pbro. Gabino Tepetate Hernández Nota publicada en el semanario «Diócesis de Querétaro» del 1° de junio de 2014