Iglesia y ecología

Pbro. Luis-Fernando Valdés

(FE Y RAZÓN) Francisco publicó la tan esperada encíclica sobre temas de ecología. Ante la destrucción masiva del medio ambiente, hacía falta una voz internacional para defender el planeta. ¿No se tardó la Iglesia en reaccionar? ¿Es el primer Papa que se preocupa por la ecología?

El pasado jueves 18 de junio fue presentado este importante documento pontificio, que lleva el título “Laudato si’ ” (con apóstrofe al final incluido), y trata sobre “el cuidado de la casa común”.

El nombre proviene de un cántico de alabanza a Dios por la creación, compuesto por San Francisco de Asis (s. XIII). El Papa explica que este gran santo ha sido su inspiración, porque “en él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (n.10).

El Santo Padre había manifestado su preocupación por las cuestiones ecológicas desde el inicio mismo de su pontificado romano. Y con tiempo se anunció a los medios que este año aparecería la encíclica.

El motivo de la Encíclica es la preocupación “por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla.” (n.1)

Y añade Francisco que “la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.” (n.1)

Aunque es la primera encíclica que trata por completo sobre el tema del cuidado del medio ambiente, Francisco no es el primer Papa que ha escrito sobre estos asuntos. De hecho, el Papa argentino cita ampliamente a los pontífices anteriores.

Por ejemplo, el Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es “una consecuencia dramática” de la actividad descontrolada del ser humano: “Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación” (citado en n.4).

San Juan Pablo II, en su primera encíclica (1979), advirtió que el ser humano parece “no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo”. Después el Papa polaco llamó a una “conversión ecológica global” (citado en n.5).

Y Benedicto XVI dedicó un importante espacio al problema del medio ambiente en su encíclica “Caritas in veritate” (29 junio 2009), en la que renovó la invitación a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente” (citado en n.6).

Así que el Papa Francisco no es el primero que habla de ecología. De manera que no podría afirmarse que la Iglesia no se ha interesado por este gran problema global. Al contario, esta sinfonía de voces los papas anteriores manifiesta esta preocupación.

Pero además, el Santo Padre hace justicia a que esta preocupación no es exclusiva de la Iglesia católica y cita al Patriarca ortodoxo Bartolomé que afirma que los destrucción de la diversidad biológica es “un es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” (citado en n.8).

Francisco nos ha entregado una Encíclica que se une a estas voces de preocupación por el cuidado del planeta. Su mensaje es también una denuncia firme contra los abusos. En esta columna estaremos presentando un análisis detallado de este documento.

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