Homilía en la Misa de Santo Tomás Moro, Patrono de los Políticos y Gobernantes

Templo parroquial del Sagrado Corazón de Jesús (Santa Clara), ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, a 22 de Junio de 2013
Annus Fidei – Año de la Pastoral Social – Año Jubilar Diocesano

 

Queridos hermanos sacerdotes,
distinguidas autoridades civiles y políticas,
hermanos y hermanas todos en el Señor:

 

escudo_armendariz1. Les saludo a cada uno de ustedes en el Señor, al celebrar juntos la fe en Jesucristo en esta Eucaristía y recordar la memoria de Santo Tomás Moro, patrono principal de quienes se dedican a la promoción del bien común y a la construcción una sociedad más justa, mediante el ejercicio de la política. Agradezco la aceptación de cada uno de ustedes  para asistir a este encuentro que cobra un significado muy especial en el marco del año de la fe y de la acentuación Social que en la Pastoral le hemos querido dar al proceso diocesano durante este año. Es para mí una oportunidad grata el poder saludarles y poder externar mi afecto y mi cercanía, con el firme propósito de unir esfuerzos en la noble tarea de construir juntos  una sociedad cada vez más justa y más comprometida con la persona y con todas las personas.

 

2. Es en este contexto y en este ambiente de fe que hemos escuchado la Palabra de Dios y que nos ofrece luces para seguir fortaleciendo nuestra esperanza y nuestro deseo de servir a la humanidad, con más alegría y con firme esperanza, desde la persona misma de Jesucristo, de su mensaje y de su misión. Hemos escuchado un texto de evangelio de Lucas,  donde de manera paradigmática, el evangelista hace una descripción de la identidad de Jesús, describiendo al mismo tiempo como parte de esa identidad la tarea redentora a través del sufrimiento y la audacia que implica para sus discípulos el seguirle, al hacer la invitación para tomar la cruz de cada día (Lc 9, 18-24). Pues sus seguidores tienen que tener muy clara la misión de Jesús de tal manera que su mesianismo no se desvirtúe y se llegue a pensar que Mesías es sinónimo de triunfalismo, fuerza o poder, lo cual no coincide con lo que Jesús siente y quiere llevar adelante.

3. Es curioso el proceso que Jesús sigue, en primer lugar se cerciora de saber cuál es el sentir de la gente respecto a su persona y en las respuestas descubre la importancia y la centralidad profética que Juan el Bautista y Elías ocupan en la vida de la comunidad, pues ellos representan dos estilos de vida muy definidos y muy contundentes en la conciencia de las personas, por un lado se refleja la dimensión escatológica de su persona, con la expectativa de un cambio que puede ir acompañado tanto de esperanza y por otro, la esperanza de la restauración de Israel mediante la nueva alianza; sin embargo, estas respuestas son ajenas a ellos, lo interesante viene cuando Jesús expresa un discurso directo y en primera persona les pregunta: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” (Lc 9, 20). Con ello Jesús les está pidiendo la respuesta que cada uno de sus seguidores pueden dar de sí mismo, fruto del encuentro y de la propia experiencia. Derivando de ella,  la propia fe y la propia confesión.

4. Queridos hermanos y hermanas, cada uno de nosotros estamos invitados a encontrarnos con la persona viva de Jesucristo y desde esa experiencia responder a la pregunta ¿quién es Jesús para mí?. Por el contrario  como  hombres de fe, Jesús seguirá siendo sólo una idea o un concepto abstracto y su mensaje evangélico y la vida en plenitud, a la que cada uno de nosotros estamos llamados, corre el riesgo de estar lejos o de ser una bella utopía. Ustedes y yo, nos hemos comprometido desde nuestro ámbito y trinchera, en ofrecer a la sociedad y a la humanidad, herramientas para que vivan la vida en plenitud, pero estoy convencido que lo mejor que podemos hacer por el hombre en este momento de la historia, es mostrarles a Jesucristo y llevarles a encontrarse con el amor de Dios desde la propia experiencia; claro está que si mostrándoles el amor de Dios les ofrecemos estructuras físicas, humanas e instituciones para su desarrollo y bien común, lograremos no sólo una sociedad más justa y más humana, sino una cultura cristiana sólida y evangélica.

5. La identidad de Jesús, la misión y los condiciones para seguirle son muy claras, “es necesario que el hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día” (Lc 9, 22) . Esto  lo recalca para que quienes entremos en contacto con él en una experiencia de fe,  cambiemos  nuestra manera de pensar y nos habituemos también  al fracaso ante la sociedad, aceptando incluso la muerte por fidelidad a Dios. Pero el fracaso no es definitivo. Es el camino a la resurrección, hacia la verdadera liberación y vida. Tras revelarnos Jesús qué es lo que le espera a sus discípulos, cuál es su camino y su misión, Jesús se dirige a la multitud, y les puntualiza cual es el estilo de vida para sus seguidores: “si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ese la encontrara” (Lc 9, 23). Son consignas claras del Señor que no necesitan muchos comentarios, más bien, es necesaria la valentía y audacia de asumirlas con coherencia de vida; audacia porque sobran los argumentos para amortiguar la radicalidad del evangelio y fácilmente las acomodamos a lo que nos conviene; además puede surgir la tentación de huir del compromiso por el Reino, o amoldarse a esta sociedad por temor a la cruz o conflictos de cada día, o por querer conservar lo que tenemos, es perder la vida.

6. Esto es lo que hoy día Santo Tomás Moro nos puede enseñar, este gran erudito inglés y hombre de Estado, quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios que a los hombres, negándose a sí mismo, defendiendo la verdad y muriendo en el martirio. Con su estilo de vida este gran hombre de Dios hoy día nos sigue diciendo que cada generación, al tratar de progresar en el bien común, debe replantearse los siguientes cuestionamientos: ¿Qué exigencias pueden imponer los gobiernos a los ciudadanos de manera razonable? Y ¿qué alcance pueden tener? ¿En nombre de qué autoridad pueden resolverse los dilemas morales? Estas cuestiones nos conducen directamente a la fundamentación ética de la vida civil. Si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, entonces este proceso se presenta evidentemente frágil. Aquí reside el verdadero desafío para la democracia. La reciente crisis financiera global ha mostrado claramente la inadecuación de soluciones pragmáticas y a corto plazo relativas a complejos problemas sociales y éticos. Es opinión ampliamente compartida que la falta de una base ética sólida en la actividad económica ha contribuido a agravar las dificultades que ahora están padeciendo millones de personas en todo el mundo. Ya que “toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral” (Benedicto XVI, Carta encíclica, Caritas in veritate, 37), igualmente en el campo político, la dimensión ética de la política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno puede permitirse ignorar.

7. Hoy día, hay algunos que desean que la voz de la religión se silencie, o al menos que se relegue a la esfera meramente privada. Y hay otros que sostienen —paradójicamente con la intención de suprimir la discriminación— que a los cristianos que desempeñan un papel público se les debería pedir a veces que actuaran contra su conciencia. Éstos son signos preocupantes de un fracaso en el aprecio no sólo de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, sino también del legítimo papel de la religión en la vida pública. Quisiera invitar a todos ustedes, por tanto, en sus respectivos campos de influencia, convencidos de la fe en Jesús, como el verdadero Mesías, a buscar medios de promoción y fomento del diálogo entre fe y el bien común en todos los ámbitos de la vida nacional.

8. El Papa Francisco ha dicho esta mañana en su twitter: “Si Jesús es el sentido de nuestra vida, no podemos permanecer indiferentes ante quien sufre, ante quien está triste”. Los discípulos y misioneros de Cristo debemos iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, los marginados, los indigentes, los migrantes, a esos rostros que nos duelen, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad. Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a los compromisos evangélicos de muchos de nosotros con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales (cf. DA 501).

9. No tengamos miedo de negarnos a nosotros mismos, de tomar nuestra cruz de cada día y de responder a la pregunta ¿quién es Jesús para mí?, de manera pública, con un estilo de ser, de vivir y de pensar acorde con el mensaje de evangelio.

10. Que el ejemplo de Santo Tomás Moro, quien con el martirio ―la bella demostración de su fidelidad  a Dios y a la Iglesia― nos enseñe  a confirmar en cada acto de nuestra vida, la fe que profesamos. Y que Santa María de Guadalupe, brille en nuestra vida de cada día como la mujer dócil al Evangelio y así podamos aprender de ella a cumplir siempre la voluntad de Dios. Amén.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro