HOMILÍA EN LA MISA. De la XXV Asamblea del Consejo Nacional de Laicos

HOMILÍA EN LA MISA DE LA XXV ASAMBLEA DEL CONSEJO NACIONAL DE LAICOS

Casa de espiritualidad de las Marcelinas, Fray Nicolás de Zamora 65, El Pueblito Corregidora, Qro., 28 de mayo de 2016.
Año de la Misericordia
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Muy queridos miembros de esta Asamblea,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:

1. Con gran alegría celebramos esta mañana la santa Misa en el contexto de la XXV Asamblea del Consejo Nacional de Laicos, con la finalidad de que sea el Señor el que inspire nuestras obras, las sostenga y acompañe y así, poder continuar nuestra tarea laical impulsando los trabajos y las acciones pastorales en pro de la nueva evangelización. Especialmente cuando nos damos cuenta que – como ha dicho el Papa Francisco al Card. Marc Ouelett — “Los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros – Clérigos — estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos”. (cf. Carta del Papa Francisco al Card. M. Ouelett, 19 de marzo de 2016). El objetivo de esta reunión lo hemos dicho ayer y ahora lo recuerdo es: “organizar el plan de trabajo del CNL para el próximo trienio”, lo que significa que tenemos ahora la oportunidad de programar para involucrarnos en las inquietudes que le atañen y preocupan a la Iglesia, no sólo pastorales, sino también y sobre todo sociales.

2. No cabe duda que hoy la misionariedad deberá ser el imperativo categórico de la Iglesia y sus miembros y por ende, toda su actividad se deberá ver ungida por este matiz evangélico. En este sentido deseo recordar el itinerario que el Papa Francisco nos ha señalado en la exhortación Evangelii Gaudium al abordar la urgencia de ser una Iglesia en salida: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”; en este sentido Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar, son un proyecto factible que podemos asumir como Consejo Nacional de Laicos.

3. ¿Qué significa Primerear? El Papa señala “La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!” (EG, 24). No tengamos miedo de innovar y proponer cosas que quizá nunca se han hecho. Hoy nos está urgiendo el tema de la familia y el matrimonio, como realidades impostergable. Es importante Primerear en el tema educativo.

4. ¿Cómo se entiende el involucrarse? “Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz” (EG, 24). Creo que este aspecto por pintoresco que parezco exigirá quitarnos el manto y lavar los pies. Especialmente en el tema de la pobreza, la caridad y el servicio a los más pobres.

5. ¿Acompañar? “Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites” (EG, 24). En este sentido creo que tendremos mucho que hacer. Para ello será necesaria la Pastoral del Discernimiento y del Acompañamiento, especialmente en temas relacionados a la familia, al matrimonio, a la educación de los hijos y a las nuevas maneras de vivir y afrontar situaciones límite entre las parejas, que tras fracasar en una relación se vuelven a comprometer y formar una nueva familia. Muchas veces heridas y lastimadas. Muchas veces envueltas en diferencia de credo cultura y conviccicnes..

6. ¿Fructificar? “La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora” (EG, 24). Creo que este sector es también muy importante, debemos aprender a recibir y saborear los frutos. Y digo saborear porque muchas veces podemos caer en la tentación de hacer procesos bien hechos, pero en el momento de recibir los frutos nos vemos abrumados y no disfrutamos lo que hemos hecho.

7. Finalmente ¿Festejar? “La comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización” (EG, 24). Si bien es cierto que somos un pueblo en fiesta, sin embargo, corremos el riesgo de saber festejar y caer en la acedia de festejar por festejar.

8. Queridos hermanos y hermanas de este CNL, quizá más de alguno esté pensando que cómo podremos llevar a cabo todo esto o incluso, como escuchamos en el evangelio, estemos pensando que ¿Con qué autoridad podremos hacer esto? ¿Quién nos dará la autoridad para actuar así? El mismo Papa Francisco al Cardenal M. Ouelett le ha dicho: “Somos, como bien lo señala el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo (LG, 9). El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo, por tanto, a la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción” (cf. Carta del Papa Francisco al Card. M. Ouelett, 19 de marzo de 2016). Somos bautizados y por lo tanto discípulos misioneros.

9. Es importante, sin embargo, señalar, que será la comunión el ingrediente fundamental para nuestra tarea misionera. San Judas en la primera lectura de manera providencial nos ha dicho: “Consolídense sobre el cimiento de una fe santa, oren movidos por el Espíritu Santo, conserven ene ustedes el amor de Dios, en espera de que la misericordia de Cristo les de la vida eterna” (cf. Judas 17, 20-25). Fe, oración y amor, serán entonces el trípode que nos oriente a vivir y actuar siempre como auténticos discípulos misioneros de Jesús.

10. Que la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, estrella de la Nueva evangelización sea hoy para nosotros el modelo para emprender cada vez más con mayor ahínco el desafío e la nueva evangelización.