Homilía en la Misa de apertura del XXIX ENJES

Explanada del Eco Centro Expositor, El Marqués, Qro.,  11 de julio de 2014.
Año de la Pastoral Litúrgica

 

Muy queridos jóvenes:

 

1. Con alegría les saludo a cada uno de ustedes en el Señor, y me uno a esta gran fiesta del Espíritu en la cual queremos refrendar nuestro compromiso con Cristo como bautizados,  “reafirmando en nuestra vida el gozo del Evangelio”. Me entusiasma  ver reunidos en esta plaza  a tantos jóvenes venidos de diferentes partes de la República Mexicana, con la esperanza de encontrarse con el Señor Resucitado y recibir de él, su palabra renovadora. He querido, como Obispo de esta Diócesis, estar con ustedes en esta tarde para saludarles y poder expresar mi saludo de bienvenida. Siéntanse en su casa. Querétaro les acoge con alegría y les expresa sus más vivos sentimientos de fraternidad y de amistad.

2. Al iniciar este encuentro con esta celebración eucarística,  la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos ofrece un horizonte extraordinario para vislumbrar los caminos por los cuales el Señor nos quiere conducir durante estos días; de manera especial en la página del evangelio que ha sido proclamada (Mt 10, 16-23),  Jesús, después de haber elegido al grupo de los doce apóstoles (Mt 10, 1-4) se dirige a ellos con una serie de instrucciones claras y precisas, con la finalidad de prevenirles y orientarles en el desempeño de la futura misión. “Jesús les dice: miren, yo los envío como ovejas en medio de lobos. Sean pues precavidos como las serpientes y sencillos como  las palomas” (v. 16).  Con estas palabras, en primer lugar,  Jesús les deja claro a sus apóstoles que él quien les envía, a la vez que es él quien les da la autoridad necesaria para desempeñar el ministerio. Es claro que los enviados, en cuanto mensajeros de Jesús están por una parte abandonados al arbitrio  y la maldad de los hombres, pero por otra,  – al igual que los profetas-, se les ha conferido un encargo especial: su misión y su destino  les vincula con quien les envía. La comparación “como ovejas en medio de lobos”  ilustra expresivamente el peligro  al que se exponen los enviados, pero también remite por igual  a la certeza de la protección divina. Las instrucciones para el comportamiento de los enviados en situaciones opresivas son muy claras y hacen referencia a dos imágenes muy sugestivas: las serpientes quienes por su capacidad natural de prevención nos enseñan cómo hemos de actuar ante los desafíos de la vida y de la misión y a las palomas quienes al no poseer la bilis, por naturaleza están ajenas al odio y a la cólera, enseñándonos que así deben ser los cristianos,  hombres pacíficos y constructores de la paz.

3. Queridos jóvenes, de estas palabras de Jesús se desprende la primera enseñanza. Jesús hoy les recuerda a cada uno de ustedes que en cuanto bautizados, también ustedes son enviados a continuar su misión en el mundo. Como bautizados, también cada uno de ustedes, están llamados a continuar la tarea de anunciar que Jesús está vivo. Como bautizados están invitados a ser conscientes que  “… La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (cf. EN, 14). A esto Jesús nos envía a cada uno de nosotros. Sin embargo, es preciso ser conscientes del campo al cual nos envía. En el evangelio se refiere a esta realidad con la palabra “lobos”. Ustedes saben que en los ambientes donde viven y se desenvuelven, muchas veces hay realidades que aparentan ser una cosa y al final resultan siendo otra. Realidades que  atrapan y les llevan a la muerte. Hoy la droga, el alcohol, el sexo fácil y sin compromiso,  la vida light y la delincuencia organizada, de por si son realidades adversas. Sin embargo, el problema  va mucho más allá, el problema está en aquellos que promueven estas realidades y que muchas veces nos atrapan de manera institucional o de manera organizada.

4. Queridos jóvenes, Jesús les envía a estas realidades no para que les envuelvan y les atrapen, sino más bien, para que ahí, ustedes, comuniquen la alegre noticia del evangelio. El Señor nos da la clave. Aparte de que él nos envía y nos da su autoridad, hoy nos da dos pistas: ser precavidos y ser sencillos.  ¿Qué significa esto? Significa que  los enviados de Jesús, deben conducirse en medio de los lobos, atentamente y con cuidado,  a la vez que deben ser completamente mansos y pacíficos. Es necesario que estemos atentos a una cultura predominante, donde el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia (EG, 62). Es necesario estar atentos para saber distinguir la verdad del evangelio ante la proliferación de nuevos movimientos religiosos, algunos tendientes al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios (EG, 63) o lo más triste la muerte con rostro de santidad. Es necesario ser precavidos para saber discernir que  “el proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo” (EG, 64). Pues,  al negar toda trascendencia, se ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la vida en la que muchos de ustedes se encuentran como es la Adolescencia y al Juventud, tan vulnerable a los cambios (cf. EG, 64). Debemos ser precavidos para no caer en la trampa de ver la familia como “una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno” (EG, 66). El aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja.

5.  Volviendo al evangelio me llama la atención que Jesús predice con mucha claridad la posibilidad de la entrega y el juicio por parte de quienes tienen el poder temporal, sin embargo, como enviados, también esta realidad es parte de la vocación. Queridos jóvenes, quien se decide a seguir a Jesús, debe saber que  el seguimiento no es fácil, pues exige más que nada el compromiso con  el propio testimonio, incluso por con la propia vida.  Jesús alienta a sus apóstoles diciéndoles: “Cuando los enjuicien no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo porque en ese momento se les inspirará  lo que han decir. Pues ustedes no serán los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes” (Mt 10, 19-20). Esta tiene que ser hoy día para cada uno de nosotros nuestra mayor certeza y nuestra mejor esperanza. Si el Señor nos ha llamado, debemos estar seguros que tenemos de nuestra parte el Espíritu que se nos ha dado. Los enviados no debemos preocuparnos  por el discurso, pues Dios mismo es quien entra en acción. En las situaciones difíciles los mensajeros debemos confiar en Dios. En este sentido el Papa Francisco nos anima cuando nos enseña que: “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG, 119). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones (EG, 120). No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo. Por consiguiente, si el Evangelio se ha encarnado en una cultura, ya no se comunica sólo a través del anuncio persona a persona (EG, 129).

6. Queridos jóvenes, dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos impulse a testimoniar que el amor de Dios está vivo. Dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos impulse para penetrar en los ambientes adversos al evangelio y que por nuestra edad y nuestro nivel de injerencia podemos acceder. Dejemos que nuestros carismas juveniles y la creatividad de la edad, sean la mejor herramienta al servicio de la evangelización. Hoy día, “el anuncio a la cultura implica también un anuncio a las culturas profesionales, científicas y académicas” (EG, 132). Aprovechemos que muchos de ustedes se desenvuelven en este valioso campo. Aprovechemos que muchos de ustedes pasan muchas horas del día en la escuela y en las universidades, pues “las universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar este empeño evangelizador de un modo interdisciplinario e integrador” (cf. EG, 134).

7. Me alegra —como es decía al inicio de la homilía— ver reunidos a tantos jóvenes, pues de esta manera se renueva en mí la esperanza que como Iglesia, podemos seguir incursionando la misión en muchos sectores de nuestro país, cultura y sociedad. Aprovechemos estos tres días de reunión de fiesta, de oración y de convivencia fraternal. Aprendamos a estar con Jesús, para que al término de estos días, no tengamos miedo de salir a decirle al mundo que el Señor nos ama. Gracias por hacerse presentes en este encuentro, disfrútenlo y sobretodo tómenlo como una oportunidad de Dios para entrar en su interior y así, cada uno de ustedes pueda escuchar la voz de Dios en su conciencia.

8. Que la Santísima Virgen María de Guadalupe, interceda ante su Hijo por cada uno de nosotros durante estos días, para que inspirados en su propio cántico cantemos as maravillas del Señor en nuestra vida y por nuestro medio en el corazón de muchos jóvenes. Amén.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro