Capilla de teología del Seminario Conciliar de Querétaro, Col. Hércules, Santiago de Querétaro, Qro., a 22 de junio de 2017.
***
Estimado Sr. obispo emérito D. Florencio Olvera Ochoa,
Estimados hermanos sacerdotes
Estimado Sr. Cura. Pbro. Jorge Valencia García:
- Con profunda alegría, esta tarde hemos querido sentarnos a la mesa de la Eucaristía para agradecer a Dios la bendición tan grande que nos ha dado en el Sacerdocio, especialmente hace 25 años en la persona del Jorge Valencia García. Somos conscientes que el ser agradecidos no sólo es un sentimiento noble del corazón, sino un deber nuestro, cuando nos damos cuenta que Dios ha estado grande con nosotros y su misericordia se ha hecho presente, generación tras generación.
- Hace veinticinco años el Señor Jesús, le ha confiado al Padre Jorge, el don sacerdotal, con el firme propósito de hacer presente en medio de su pueblo, el Reino de los cielos, de manera que buscando la gloria de Dios y la santificación de los hombres, ejerciera en el mundo, el ministerio del amor. Hoy, la alegría de aquel día se renueva y se aviva entre nosotros, sobretodo porque el Señor, sigue siendo fiel a sus promesas y, su deseo de congregar a todos en un sólo rebaño y bajo un sólo pastor, es para la Iglesia el cometido de su misión ante el desafío de la Nueva Evangelización
- A la luz de esta celebración jubilar e inspirado en los textos de la liturgia de la palabra que hemos escuchado, de manera especial en el evangelio (Mt 6, 7-15), quiero reflexionar con ustedes en uno de los rasgo esenciales del ministerio, que deben distinguir a todos aquellos que Dios ha elegido para ser en medio de su pueblo: la oración.
- ¿Qué es la oración y por qué reflexionar sobre ella en una circunstancia como esta? Los grandes maestros de la vida espiritual han definido la oración como “No otra cosa sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. “Es el camino más seguro para llegar a Dios” (Santa Teresa de Jesús). “La oración es una conversación y un coloquio con Dios” (San Gregorio Nacianceno); “es hablar con Dios” (San Juan Crisóstomo); “es el pensar en Dios con piedad y afecto humilde” (San Agustín); “Es el piadoso afecto de la mente que piensa en Dios” (san Buenaventura); “Es la elevación de la mente a Dios para alabarlo y pedirle las cosas convenientes para la salvación eterna” (Santo Tomás, sintetizando el pensamiento de San Juan Damasceno). Estas y otras tantas definiciones que pudiésemos recordar nos llevan a entender entonces que la oración no es otra cosa, sino entrar en la íntima comunicación con Dios, de manera tal que es en esa comunicación donde ambos dialogan en la verdad, en el amor y en la santidad. Una de las finalidades de la oración es la de ser familiar con Dios, de modo que el hombre pueda someterse a la voluntad del Padre. Se trata por tanto de lograr un trato íntimo y personal con Dios. No es que la persona pueda abarcar a Dios, lo cuál no será posible. Es lograr en el hombre, mediante el asiduo contacto con Dios, una confianza total en la voluntad del Padre. Que conozca de tal forma al Padre, que pueda vaciarse de sí mismo para cumplir su voluntad. Es necesario por tanto en el hombre un proceso de vaciamiento para que pueda entrar en él la voluntad del Padre.
- Jesús en el evangelio que acabamos de escuchar, les enseña a sus discípulos la manera en la cual deben orar. Ofrece el “Padre nuestro” como un itinerario de oración que implica por un lado la glorificación de Dios, pero al mismo tiempo, el compromiso personal con la comunidad. En este sentido el “Padre nuestro” será “El modo apropiado de orar; es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás. En la oración del Padre Nuestro, el hombre ha de aprender qué es lo que verdaderamente puede pedirle a Dios, lo que es digno de Dios.
- Si el encuentro con Dios tiene como una de sus finalidades buscar la voluntad de Dios para que Dios esté presente en las realidades del hombre, tanto más cuanto estas realidades son las que maneja el sacerdote, y podemos nosotros añadir, las personas consagradas. Si bien es cierto que el sacerdote y las personas consagradas están insertas en el mundo, no son del mundo, como recomienda el mismo Cristo. Este vivir siempre con la mirada fija en Dios dentro de las realidades terrenas, requiere de un medio para avivar estos deseos de Dios. La oración tendrá como finalidad el mantener vivo este deseo. Para cumplir su elevada tarea, el sacerdote debe tener una sólida estructura espiritual y vivir toda su vida animado por la fe, la esperanza y la caridad. Debe ser, como Jesús, un hombre que busque, a través de la oración, el rostro y la voluntad de Dios, y que cuide también su preparación cultural e intelectual.
- Estimado padre Jorge, es providencial que en esta feliz circunstancia la palabra de Dios te recuerde que en tu vida sacerdotal la oración es uno de los pilares fundamentales. Más aún lo esencial en tu vida sacerdotal, no solo porque de ella es de donde has de tomar el alimento para toda tu vida, sino porque sin ella la vida sacerdotal tiende a reducirse, a opacarse, a perder su sentido. En la ordenación sacerdotal el Excmo. Sr. Obispo Don Mario de Gasperín Gasperín te preguntó. “¿Quieres implorar, junto con nosotros, la misericordia divina en favor del pueblo que te sea confiado, cumpliendo así el mandato del orar continuamente?”; Pregunta a la que sin duda respondiste que “sí”. En esta feliz efeméride, quiero invitarte a renovar esta promesa. De manera que volviendo al origen de tu ordenación, puedas continuar con alegría, siendo un hombre que irradie la intimidad de su encuentro con Dios. A lo largo de estos 25 años en las comunidades y servicios donde has estado (La Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, el Seminario en algunas de sus etapas, la Parroquia de San Juan Bautista, San Juan del Río, Qro., el Templo de Capuchinas, la Parroquia del Sagrado corazón de Jesús, Qro., la Pastoral Penitenciaria, entre otros…) ha sido seguramente que tu oración y la oración de la comunidad la que ha permitido hacer la voluntad de Dios. Hoy estás en una parroquia donde tienes como patrono San Juan Pablo II, uno de los místicos y maestros de la oración de nuestro tiempo. que su intercesión y ayuda sean para ti el ejemplo que te permita hacer realidad hoy en día la tarea de la Nueva Evangelización.
- Muchas felicidades padre Jorge, que la alegría que hoy experimentas, sea el impulso vocacional que te permita continuar consagrado tu vida al servicio del evangelio, siempre puesta la mirada en el Señor, que te llamó después de haber orado al Padre. ¡Ten la seguridad y la confianza que el primero que ora por ti al Padre del cielo, es el mismo Jesucristo! Además la Santísima Virgen María, madre de los sacerdotes, seguirá siempre acogiéndote bajo su regazo de madre y abogada nuestra. Amén.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro