Santuario de Nuestra Señora del Pueblito, El Pueblito Corregidora, Qro., domingo 03 de marzo de 2019.
Año Jubilar Mariano
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Muy estimados padres franciscanos, Queridos miembros de las diferentes Corporaciones y Asociaciones del Sma. Virgen Del Pueblito. Hermanos y hermanas todos en el Señor:
En 1736 está imagen ya venía peregrinando en sus dos ermitas, en estos senderos de la feligresía del Pueblito. Desde 1631 a 1632 que fue concebida esta hermosa imagen creo yo por fruto de la piedad sacerdotal y de su gran amor a María del humilde fraile Sebastián Gallegos.
Posteriormente, traída a estos lugares del templo de San Francisco por el sacerdote encargado, el padre Nicolas Borja, cien años después de las apariciones de la Virgen del Tepeyac en 1531, por eso me atrevo a decir, que en la mente de este humilde fraile estaba María, queriendo hacer un homenaje. Es que en nuestra tierra queretana surgen los caminos de la evangelización de esta imagen de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora del Pueblito.
- Con gran alegría celebramos esta noche el santo Sacrificio del Altar, con el cual queremos coronar los festejos llevados a cabo, en acción de gracias por el 283°Aniversario de la primera dedicación de este templo y el traslado solemne de la bendita Imagen de Nuestra Señora del Pueblito a este Santuario. Nuestra fe y nuestra devoción nos animan para recurrir a este lugar, donde la Iglesia como Esposa, Virgen y Madre, nos dispensa los divinos misterios para nuestra salvación y así, nos renovemos en las fuentes de la gracia, pues como reza la actual oración consecratoria para la dedicación de una Iglesia: “Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia, a la que Cristo santificó con su sangre, para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria, como Virgen excelsa por la integridad de la fe, y Madre fecunda por el poder del espíritu” (cf. Pontifical y Ritual Romanos, p. 403).
- Sin embargo, esta celebración y las fiestas que hoy concluimos, no pueden reducirse a un simple recuerdo histórico o a una grata memoria, sino que tiene un sentido teológico y espiritual muy profundo que nos debe llevar a ser y sentirnos cada vez más Iglesia y a comprometernos con ella y con su misión. En este sentido vale la pena que, volviendo al mismo texto de la oración consecratoria, tengamos en cuenta lo que dice:
“Esta es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, cuyos sarmientos llenan el mundo entero, cuyos renuevos adheridos al tronco, son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos.
Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, el templo santo construido con piedras vivas, sobre el cimiento de los Apósteles, con Cristo Jesús como suprema piedra angular.
Es la Iglesia excelsa la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, accesible a todos, y a todos patente, en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero” (cf. Pontifical y Ritual Romanos, p. 403).
- Estas tres estofas nos ayudan a comprender muy bien lo que la iglesia es y cuál es su misión en el mundo y en la historia.
- Es la viña elegida de Dios. En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y de los gentiles (Rm 11, 13-26). El labrador del cielo la plantó como viña selecta (Mt 21, 33-43; cf. Is 5, 1-7). La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no podemos hacer nada (Jn 15, 1-5). (cf. Lumen Gentium, 6).
- Morada de Dios con los hombres. Aquí, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en este mundo (cf. 1 P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecidas para su esposo (Ap 21, 1-2). (cf. Lumen Gentium, 6).
- Ciudad colocada sobre la cima de la montaña. La Iglesia que es llamada también “la Jerusalén de arriba” y “madre nuestra” (Ga 4, 26; cf. Ap 12, 17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmaculado (Ap 19, 7; 21, 2. 9; 22, 17). Cristo “la amó y se entregó por ella para santificarla” (Ef 5, 25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, “la alimenta y la cuida” (Ef 5, 29) sin cesar. “La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra”. (cf. Lumen Gentium, 6).
- Hermanas y hermanos, estas fiestas de nos debes la oportunidad no sólo de redimensionar el significado de este templo material, en el que rendimos culto a nuestro Dios y veneramos la memoria de Santa María del Pueblito, sino también y sobre todo es una magnífica ocasión para revalorar que, “la Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas. Pero hay otras puertas que tampoco se deben cerrar. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera” (Evangelii Gaudium, n. 47).
Hermanos en nuestro Plan Diocesano de Pastoral, nuestro lema es: “Que nuestra Diócesis sea, una Iglesia de puertas abiertas y en salida misionera”. Las puertas abiertas también son para que entren los fieles, pero también para que desde allí salgan, salgan todos aquellos que recibieron la bendición de Dios y de Nuestra Madre, salgan de aquí todos aquellos que reciben la catequesis, la formación, no para quedarse con ella, sino para repartirla a los demás, caigamos en la cuenta de que hay tantos hermanos que no acuden a nuestros templos, que hay tantos hermanos que necesitan una palabra de aliento, y que los misioneros que llegan a sus puertas tendrán la gran responsabilidad de llevarles la Buena Noticia del Señor y la alegría de la fe como la vive un seguidor de Jesús.
- El proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Además, al negar toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y la juventud, tan vulnerable a los cambios. (Evangelii Gaudium, n. 47).
El Papa nos insiste en que no debemos dejar solos a nuestros jóvenes. La secularización sigue haciendo sus efectos devastadores, especialmente en nuestros adolescentes y jóvenes. ¿Qué estamos haciendo como comunidad por nuestros adolescentes y jóvenes? -Creo que una alternativa será, aquello que nuestra diócesis propone como la Misión Joven; jóvenes que evangelicen a los jóvenes, porque los grupos juveniles tienen que salir de esa circunscripción en la cual se mueven, para ir a otros hermanos que no saben e ignoran el cómo introducirse en nuestros grupos e Iglesia.
- La pastoral de la Iglesia, a fin de ser cada vez más eficaz y concorde con el querer de Dios, requiere valerse de ciertas herramientas y estructuras, que le permitan realizar su misión, de acuerdo al tiempo y a las realidades contemporáneas. Sin embargo, es necesario “cualificar” cada una de ellas con ciertas actitudes evangélicas, de tal forma que, sea el espíritu del evangelio, su alma y su espiritualidad.
- Así lo constatamos en numerosos episodios de la vida de Jesús. Especialmente, cuando lo vemos caminando con su pueblo, dialogando con pobres, paganos y pecadores, propiciando un discernimiento certero en situaciones difíciles y, sobre todo, asumiendo el camino de la cruz como el programa que mejor responde al plan salvífico de Dios.
¡Salgamos los católicos como misioneros seguidores de Jesús!, Jesús no fue a que lo consultaran en su casa, Jesús recorrió los caminos de la Tierra Santa, los caminos de Galilea, de Samaria, de Judea e incluso mucho más allá de las fronteras de aquella tierra en la que debía anunciar la salvación. Este es el camino para la Iglesia de hoy, no podemos seguir esperando.
- Siguiendo el ejemplo de Jesús consideramos que la acción, el acompañamiento, el dialogo, el discernimiento y la programación, deberán ser las actitudes pastorales que alimenten, nutran y dinamicen el ser y quehacer pastoral de todo y de todos en nuestra comunidad diocesana. Sin ellas, sería muy difícil propiciar una pastoral viva, actual y evangélica. En este sentido, atentos a las mociones del Espíritu y bajo la guía y testimonio del Papa Francisco, como Iglesia Diocesana no queremos quedarnos en la mera especulación. Queremos ‘transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar’, haciendo nuestra la misión y los proyectos evangelizadores en pro de la juventud y así, en comunión, ir construyendo, día a día, la “Civilización del Amor”, el “Reino del Amor en la Patria Grande”.
El Camino es el que nos marca Jesús, antes de ascender a los cielos, ¡vayan y proclamen la Buena Noticia!; y creo que la historia y el recorrido histórico de Nuestra Señora del Pueblito, nos dan una pauta para seguir cada uno de nosotros, nuestro itinerario como católicos, como seguidores de Jesús, como misioneros.
Si la imagen se hubiese quedado en San Francisco, y el responsable del Templo de San Francisco no hubiera tenido la visión evangelizadora, Nicolas de Zamora, este Fray, que en una visión de futuro, trajo a Nuestra Santísima Madre del Pueblito a un lugar de idolatría, y poco a poco la presencia de María y la presencia de los sacerdotes, su testimonio y también la acción evangelizadora y transformadora que propicia el llevarla en el corazón, y en la convocatoria de nuestra vida, nuestra Señora delante de Dios, fueron transformando el corazón de los seculares de esta región. María vino a evangelizar y este lugar era clave en la evangelización en 1631.
- En este caminar nos guía y acompaña Nuestra Madre Santísima, quien atenta a las necesidades de sus hijos, nos ofrece sin cesar, el fruto bendito de su vientre, Jesús. Ella sabe que, en el camino de nuestra vida, su Hijo Jesús, es el Camino, la Verdad y la Vida.
Como corresponsabilidad a su amor, ahora nosotros colaboremos con su Hijo Jesús y salgamos a la misión como ella salió, para venir a transformar corazones. La visita de un misionero en cualquier hogar es transformadora, porque cuando vamos a la misión vamos en el nombre de Jesús, porque cuando vamos a la misión vamos sin miedo, como lo hicieron los primeros hermanos franciscanos que en siglo XVI llegaron a estas tierras, como San Junípero Serra que recorrió los caminos de la misión de la sierra queretana en el siglo XVIII, y como tantos otros grandes hombres, frailes franciscanos y de otras congregaciones han recorrido estos caminos de la mano de Dios.
Hermanos, hoy nos toca a nosotros, y la historia nos lo recuerda, hoy nos toca a nosotros misionar, hoy nos toca a nosotros abrir brecha, en un mundo donde la tiniebla es cada vez más espesa. Tengamos la seguridad de que Nuestra Madre nos acompaña, Ella quiere que sus hijos, los hijos de Dios, seamos misioneros. Que cada uno de nosotros, corresponsables con la acción de su Hijo Jesucristo, asumamos el reto y le digamos “sí quiero”.
Pidámosle a Ella que siempre interceda por nosotros. Especialmente en este Año Jubilar Mariano, pidámosle “que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo” (Evangelii Gaudium, n. 288) Amén.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro