Seminario Conciliar de Querétaro, Av. Hércules 216 Pte., Col. Hércules, Santiago de Querétaro, Qro., a 25 de octubre de 2018.
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Muy estimados Señores Arzobispos y Obispos,
Estimados hermanos sacerdotes,
Queridos seminaristas,
Apreciados miembros del Consejo Nacional Serra México y Centroamérica,
Distinguidos miembros del Apostolado Serra,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:
- Con alegría me complace poder saludarles y celebrar juntos esta Santa Misa, en el contexto de la Convención Nacional del Consejo Nacional Serra México y Centroamérica, que se celebra durante estos tres días, en esta ciudad de Santiago de Querétaro, con el objetivo de reflexionar y profundizar en la identidad y misión del Apostolado, de tal forma, que con nuevos ímpetus, cada uno de ustedes puedan seguir respondido con generosidad y alegría, a lo que el Señor hoy les pide, a través de este valioso servicio en pro de las vocaciones sacerdotales.
- Siéntanse en su casa, de tal forma que, al volver a sus lugares de origen, puedan recordar esta convención como un parteaguas en la vida del Apostolado, principalmente por haber aprovechado el tiempo para orar, convivir, compartir experiencias y reflexionar. ¡Bienvenidos!
- Es muy valioso y muy significativo que podamos iniciar con los trabajos de esta importante reunión con la celebración de la “Santa Misa del Peregrino”, pues sin duda que esto manifiesta que es Dios, quien con su palabra nos alienta y nos anima para detenernos un momento y así, de cara a su nombre, disponer el corazón para estar abiertos a la mociones de su Espíritu y conocer qué los que le agrada, lo perfecto.
- En la primera lectura, tomada de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (3, 14-21), hemos escuchado el testimonio del Apóstol que en actitud interior y de contemplación, de rodillas se dirige a Dios Padre con una bella oración, en la que sintéticamente le pide por los cristianos de Éfeso, para que sean robustecidos con poder en su interior por el Espíritu Santo; que su fe en sustancia sea auténtica y vigorosa para que Cristo habite en sus corazones y por esta razón, puedan crecer en ellos el elemento típico y fundador de lo pertenencia a Dios en Cristo Jesús: la caridad. Pablo sabe que sólo los que están arraigados y fundamentados en el amor, en comunión con los otros creyentes, se encuentran en condiciones de comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor que supera con mucho toda medida y categorías humanas. Y es que, efectivamente, es por Dios y con la energía de Dios, como podemos llevar acabo nuestra estupenda vocación: la de ser colmados de la plenitud misma de Dios. Los versículos de esta perícopa paulina nos permiten descubrir que la experiencia del misterio de Dios que san Pablo tenía, no es fruto del esfuerzo intelectual, sino de un amor estupefacto que brota de una actitud profundamente interior y contemplativa.
- Queridos hermanos, la enseñanza que la palabra de Dios hoy nos ofrece, es realmente algo bello, profundo, admirable. Por una parte, el testimonio del Apóstol san Pablo, como hombre que ora por los cristianos de Éfeso, nos anima para que quienes integran el Apostolado Serra, sean hombres de profunda oración, que velando por el futuro de los sacerdotes, oran sin cesar por las vocaciones sacerdotales. Esta deberá ser la esencia del Apostolado Serra: orar, orar, orar. De tal forma que quienes han recibido la llamada de Dios para servirle de cerca, robustecidos con el Espíritu Santo, mediante una fe auténtica y vigorosa, crezcan cada día en la caridad, que es el mayor de los carismas. Recen mucho por los seminaristas. No se cansen de desgastar las cuentas del rosario, de manera que el Señor, toque el corazón de cada joven que se prepara en éste y en cada uno de los seminarios de México y de Centroamérica; los tiempos han cambiado y necesitamos redoblar esfuerzos para que ante las múltiples propuestas que el mundo le ofrece a nuestros jóvenes, el sacerdocio sea una opción atrayente, valorada, anhelada; no por lo redituable, sino por el servicio que el ministerio sacerdotal está llamado a desempeñar en el amor y en la caridad por los demás.
- Recen mucho por los adolescentes y jóvenes de nuestros países, para que los que se encuentran buscando un sentido para su vida, descubran en la “llamada sacerdotal”, una oportunidad ejemplar para comprometerse y afrontar la problemática de la justicia social en nuestro tiempo; la oportunidad para trabajar, por construir un mundo mejor y poner fin a la guerra y la corrupción; la oportunidad para afrontar el cambio climático, la desigualdad social y la inseguridad; una oportunidad para llevar al mundo la esperanza, la alegría y sobretodo la fe; la oportunidad para encontrarse con Dios y tras tener la experiencia de cercanía con él, mostrarlo al mundo como “camino, verdad y vida”. Si bien es cierto que los tiempos presentes y futuros en este y en los demás países centroamericanos, no serán fáciles en el tema de las vocaciones, también es cierto que necesitamos convencernos que la mejor promoción vocacional, comienza con largos y detenidos momentos de oración ante la presencia del Señor. San Pablo así lo hizo: “Oró por los suyos, desde la contemplación”, “supo poner su principal preocupación ante la presencia de Dios”.
- Que esta palabra que ha sido proclamada hoy les permita renovar el compromiso de orar, como alma de su apostolado; confiando en que la voz del Señor se hará escuchar y levantará una nueva generación de sacerdotes y religiosos comprometidos en la difusión del Evangelio, la renovación de la Iglesia en santidad y la transformación de la sociedad según los valores del Reino de Dios. Desde la oración —Como señala la nueva Ratio Fundamentalis—, “ustedes forman parte de estas otras realidades eclesiales que contribuyen a sostener y nutrir, de modo significativo, la vocación de los llamados al sacerdocio, tanto durante el período de la formación como a lo largo de la vida del presbítero” (n. 148).
- Gracias por todo lo que hacen en pro de las vocaciones. Que el Señor Dios les conceda a cada uno de ustedes, renovar su amor por los sacerdotes y por quienes se preparan para ser ungidos con el Espíritu de Santidad, mediante la ordenación sacerdotal.
- Que San Junípero Serra, Patrono de la Misión Permanente en esta Diócesis de Querétaro y Nuestra Madre la Santísima Virgen María, Madre de los Sacerdotes, les asistan y les guarden. Amén.
+Faustino Armendáriz Jiménez. Obispo de Querétaro.