LA CRUZ: SIGNO DEL AMOR HASTA EL EXTREMO
Homilía en la Celebración de la Pasión del Señor, Viernes Santo. En la Santa Iglesia Catedral de Querétaro, Qro., a 2 de abril de 2021. Año Jubilar de San José y de la Familia.
Hermanas y hermanos en la fe.
- El Domingo de Ramos decíamos desde este mismo lugar, que el amor es el idioma de Dios, y el signo del amor de Dios es la Santa Cruz. Por eso es que Dios nos entiende a todos, y los que más aman pueden entenderse mejor con Él. La Cruz es la Nueva Escritura que sólo con amor podemos leer e interpretar. Allí entendemos lo que es amar con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma y con todas las fuerzas. Ahí es donde mejor podemos entender el nuevo mandamiento: “Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13, 34). Ésta es la Escritura definitiva, no se puede cambiar. Lo escrito, escrito está ( Jn 19, 22). Ahí es donde podemos entender mejor lo que es el amor hasta el extremo, o como dice San Pablo el amor hasta la locura.
La cruz es la cátedra suprema, donde Dios se identifica a sí mismo, y desde donde se genera el hombre nuevo, para la nueva humanidad que Jesucristo soñó, y que vino iniciar entre nosotros. Por eso, quien desee conocer el verdadero rostro de Dios le recomiendo contemplar la Cruz, guardar silencio y postrarse ante Él.
La Santa Cruz es el mejor lugar para comprender:
- que los pobres son felices no por ser pobres, sino por no ser egoístas ni opresores;
- que son felices los que prefieren llorar, a ser la causa de que otros lloren;
- que son felices los que prefieren tener hambre, a ser la causa de que otros mueran de hambre…
Los que viven así, son felices porque tienen esperanza. Porque saben que sin éste camino y éstas señales, se va perdiendo la capacidad de mirar lejos. Por eso nos hará mucho bien mirar en silencio al Crucificado, y contemplarlo abierto de brazos sólo para abrazarnos y manifestarnos su amor hasta el extremo.
- Por eso el Viernes Santo los cristianos besamos y nos arrodillamos ante la Cruz, porque en el centro de ella está el corazón que más ha amado a la humanidad, porque es el altar donde Jesús se ofrece como ofrenda al Padre para la salvación del mundo, y porque desde ella, Jesús nos deja como testamento sus últimas palabras, y las convierte en todo un derroche de amor y de misericordia.
- Desde la cruz Jesús nos regala sus vestiduras. Los cuatro soldados que se reparten sus vestidos representan los puntos cardinales, Jesús deja sus vestidos a toda la humanidad. Te deja a ti, y me los deja a mí, nos los regala a todos para que nos revistamos de Él. Les recuerdo que en el bautismo fuimos revestidos de Cristo, y que sólo revestido de Él, podremos tener vida plena.
- Desde la cruz Jesús nos regaló a María su madre, y María nunca olvida el encargo que su hijo moribundo le dio en la cruz: amar como madre a sus discípulos. Desde entonces María nos cuida a cada uno de nosotros, como cuidó a su propio hijo. Desde entonces María está en nuestra casa.
- Desde la cruz Jesús nos regala “al Espíritu Santo”. Dice san Juan, “E inclinado su cabeza entregó el Espíritu” (Jn 19, 30). Como en la primera creación, ahora Jesús, en el sexto día, completa la obra de Dios por excelencia, donando su Espíritu. Inclinando la cabeza entregó el espíritu, nos entregó su Espíritu. Con la muerte de Jesús queda terminada la creación. ¿Qué otra cosa más grande podría habernos entregado como signo de amor hasta el extremo?
Así, Jesús nos enseña no sólo a morir y dar la vida por los demás, sino a dar lo mejor de nosotros mismos hasta el final. Así nos enseña una vez más el significado principal de la Última Cena: “Éste es mi cuerpo que será entregado por ustedes” (Lc. 22, 15).
Gracias Señor Jesús, por el derroche de misericordia que derramas permanentemente para nosotros desde la santa Cruz. Que así sea.
+ Fidencio López Plaza
X Obispo de Querétaro