Queridos hermanos sacerdotes, muy estimados laicos, hermanos y hermanas todos, miembros del Movimiento Encuentro para Novios:
1. Con alegría les saludo en el Señor en esta mañana en la cual nos reunimos para celebrar nuestra fe y comenzar así este encuentro, que pretende ayudar a los sacerdotes asistentes del Movimiento, a profundizar en su ser y su quehacer como servidores de la Palabra, de la familia y de esta manera puedan seguir fortaleciendo el trabajo y la misión de quienes forman parte del Movimiento Encuentro para Novios en el país, especialmente con quienes viven la experiencia del noviazgo y buscan de él, una oportunidad para conocerse y compartir un proyecto de vida. Saludo de manera muy especial al Equipo Eclesial Nacional, conformado por el Pbro. Luis Alejandro Montoya López y el matrimonio de Sandra y Macedonio Garza. Gracias por todos sus esfuerzos en favor de la familia. He querido estar con ustedes esta mañana para darles una cordial bienvenida y hacerles sentir que Querétaro es su casa. Sean todos bienvenidos.
2. Esta mañana quisiera invitarles a reflexionar en el evangelio que la liturgia de la palabra nos ofrece y que considero refiere el tema de la “fe en Cristo”. Un tema que toca la identidad cristiana, especialmente en aquellos que nos hemos decidido a seguir de Jesús de cerca, tanto en la vida sacerdotal como en el matrimonio. San Mateo nos relata una de los textos más duros y difíciles que Jesús dirige contra algunas ciudades de Galilea: Corazaín, Betzaida y Cafarnaúm, lugares donde ha tenido inicio su predicación y donde ha llevado a cabo una gran actividad taumatúrgica (Mt 11, 20-24). Sin embargo, se les cita como prototipo de la “generación caprichosa” que se parece a los niños en las plazas. Jesús las reprende por no haber creído en él y en su predicación. Los signos y prodigios que Jesús ha realizado no son fines en sí mismos, sino signos que levantan el velo sobre la verdadera identidad de aquel que los realiza, en este caso sobre la persona de Jesús. Los signos y prodigios son como acciones pedagógicas cuyo objetivo es la acogida de Jesús y de su mensaje en la fe.
3. Queridos hermanos, quizá hoy sea válido y oportuno que nos hagamos un serio cuestionamiento y revisemos como está nuestra relación con Jesús. Que nos preguntemos: ¿Qué tanto creo en la persona de Jesús? ¿Qué tanto estoy convencido, que lo importante no es lo milagroso que Jesús sea, sino lo que verdaderamente importa es mi relación con él? Como sacerdotes debemos ser los primeros en estar convencidos de que lo más importante no es lo que nosotros podamos hacer en favor de las personas, sino lo que significa y representa Jesús en mi vida y por consiguiente en la vida de las personas. Creo yo que la vida y ministerio que hemos abrazado nos debe llevar en primer lugar a creerle a Jesús. A creer en su palabra. Sería muy triste, -de hecho así lo manifiesta el evangelista-, que nosotros que hemos visto y oído tantas cosas de Jesús, seamos los últimos en tener fe.
4. Como Asistentes Espirituales del Movimiento Encuentro para Novios, debemos ser los primeros en hacer nuestras las palabras de la antífona del aleluya que hemos cantado esta mañana: “Hagámosle caso al Señor, que nos dice: No endurezcan su corazón” (Sal 94, 8). Es necesario descubrir lo importante que es en la actualidad darnos cuenta que sólo Dios responde a la sed que hay en el corazón de todo ser humano. En nuestra época se ha difundido lamentablemente, la idea de que Dios es extraño a la vida y a los problemas del hombre y, más aún, de que su presencia puede ser incluso una amenaza para su autonomía. En realidad, toda la economía de la salvación nos muestra que Dios habla e interviene en la historia en favor del hombre y de su salvación integral. Por tanto, es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la Palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de afrontar en la vida cotidiana. Jesús se presenta precisamente como Aquel que ha venido para que tengamos vida en abundancia (cf. Jn 10,10). Por eso, debemos hacer cualquier esfuerzo para mostrar la Palabra de Dios como una apertura a los propios problemas, una respuesta a nuestros interrogantes, un ensanchamiento de los propios valores y, a la vez, como una satisfacción de las propias aspiraciones. La pastoral de la Iglesia debe saber mostrar que Dios escucha la necesidad del hombre y su clamor. Hoy celebramos la memoria de san Buenaventura quien nos enseña que “El fruto de la Sagrada Escritura no es uno cualquiera, sino la plenitud de la felicidad eterna. En efecto, la Sagrada Escritura es precisamente el libro en el que están escritas palabras de vida eterna para que no sólo creamos, sino que poseamos también la vida eterna, en la que veremos, amaremos y serán colmados todos nuestros deseos” (Breviloquium, Prol.: Opera Omnia, V, Quaracchi 1891, p. 5, 201-202). Solo así como Asistentes podremos contribuir mucho mejor en la tarea de la nueva evangelización, con los jóvenes, las parejas de novios y las jóvenes familias.
5. Recientemente se ha publicado el Instrumentum laboris para el Sínodo de los Obispos sobre la familia en el próximo mes de octubre en la ciudad de Roma y de entre los puntos que toca me parece importante destacar que la Pastoral de la familia frente a los nuevos desafíos considera importante y fundamental el trabajo que se hace en la preparación al matrimonio a partir de diferentes carismas. Esto nos debe animar a continuar con el trabajo, nos debe impulsar a no desfallecer en el impulso que se debe hacer. Señala el documento: “Es esencial el testimonio no sólo de coherencia con los principios de la familia cristiana, sino también de la belleza y la alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio y la vida familiar. A su vez, en la pastoral familiar se siente la necesidad de recorrer la via pulchritudinis, o sea, el camino del testimonio cargado de atractivo de la familia vivida a la luz del Evangelio y en constante unión con Dios. Se trata de mostrar también en la vida familiar que «creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas» (EG 167)” (III Asamblea General Extraordinaria. Los desafíos de la familia en el contexto de la Nueva Evangelización, Instrumentum laboris, 59). Creamos que la familia cristiana es un signo del amor de Dios en el mundo; que la familia cristiana necesita tener a Cristo en el centro de su vida para subsistir; que la familia cristiana es el lugar donde Dios pone a hombre y a la mujer para vivir la experiencia de la fe en Dios. Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupación por ella como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia.
6. Queridos hermanos sacerdotes y Equipo Eclesial, ¡ánimo! en esta tarea tan hermosa que realizan en favor de la familia. Fortalezcamos nuestros lazos con Cristo para poder seguir anunciando que creemos en el matrimonio y en la familia cristiana, y responder así con generosidad, a los desafíos que la familia sufre especialmente con las situaciones pastoralmente difíciles. No duden en seguir promoviendo estos espacios que a todos nos ayudan.
7. Agradezco al Equipo Eclesial Nacional todos los esfuerzos por llevar a cabo este trabajo que sin dura repercutirá sobremanera en bien de la nueva evangelización.
8. Que la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, inspire en ustedes caminos que contribuyan de manera extraordinaria para creer en la familia. Amén.
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro