Santa Iglesia Catedral, Santiago de Querétaro, Qro., a 21 de abril de 2019.
Año Jubilar Mariano
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Muy estimados sacerdotes,
Queridos confirmandos,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:
- Hoy la Iglesia se desborda de alegría por victoria de su Señor. El Evangelio de este Domingo de Pascua nos muestra tres protagonistas con reacciones muy distintas pero sumamente iluminadoras ante la sorpresiva noticia de la resurrección: María Magdalena, Simón Pedro y el discípulo amado. Ellos no ven a Jesús Resucitado, ni un ángel del cielo les anuncia el milagro, todo se mueve en el ambiente muy humano, Dios no quiere ilusionarnos con grandes espectáculos de magia y misticismos baratos. Dios se ha hecho hombre para que los hombres pudiéramos comprender su amor; los invito hermanos a detenernos un poco en cada una de las acciones de los personajes.
a.En primer lugar, se muestra a María Magdalena, ella reacciona de forma precipitada: le basta ver que han quitado la losa del sepulcro para concluir que alguien se ha llevado el cadáver; la resurrección ni siquiera se le pasa por la cabeza.
b. Después Simón Pedro aparece y actuando como un inspector de policía diligente: corre al sepulcro y no se limita, como María, a ver la losa corrida; entra, advierte que las vendas están en el suelo y que el sudario, en cambio, está enrollado en sitio aparte. Algo muy extraño. Pero no saca ninguna conclusión.
c. Final mente aparece El discípulo amado. El también corre, más incluso que Simón Pedro, pero luego lo espera pacientemente. Y ve lo mismo que Pedro, pero concluye que Jesús ha resucitado.
- El evangelio de san Juan, nos ofrece este día un mensaje maravilloso, ante la resurrección de Jesús podemos pensar que es un fraude (María), no saber qué pensar (Pedro) o dar el salto misterioso de la fe (discípulo amado). Ante el gran acontecimiento de la Resurrección nadie puede quedar indiferente, o estas con Jesús o no lo estás. Las otras dos lecturas de este domingo (Hechos y Colosenses) afirman rotundamente la resurrección de Jesús. Aunque son muy distintas, hay algo que las une: las dos mencionan los beneficios de la resurrección de Jesús para nosotros: el perdón de los pecados (Hechos) y la gloria futura (Colosenses); las dos afirman que la resurrección de Jesús implica un compromiso para los cristianos: predicar y dar testimonio, como los Apóstoles (Hechos), y aspirar a los bienes de arriba, donde está Cristo, no a los de la tierra (Colosenses).
- En este día valdría la pena que nos preguntemos ¿Cuál es mi actitud ante la noticia de saber que Jesucristo resucitó? Hoy los cristianos renovamos nuestro bautismo, para esto nos hemos preparado durante el tiempo cuaresmal. En este contexto debemos entender en Mensaje de la Palabra Divina de este domingo, pues ante la propuesta de una vida cristiana hay muchas voces que nos invitan a rechazarla. El tiempo en el que vivimos nos ofrece muchas otras formas de afrontar la existencia. Por eso, en este día es importante hacer nuestra opción. Cristo Resucitado nos ha mostrado el mejor camino, su invitación a seguirlo, a convertirnos en discípulos-misioneros está abierta. Ahora toca a cada cristiano tomar una postura.
- En este día ustedes, queridos confirmandos, van a recibir el mismo Espíritu que resucitó a Jesucristo de entre los muertos. les exhorto para que dejen que éste invada su vida, que trasforme su corazón, que llene su vida con la vida de él. Con la Confirmación recibirán el Espíritu Santo y sus siete dones:
II. Espíritu de Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto de Dios. Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios. La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.
II. Espíritu de Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.
III. Espíritu de Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.
IV. Espíritu de Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
V. Espíritu de Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.
VI. Espíritu de Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.
VII. Espíritu del Santo Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.
- Que la celebración de los misterios que nos dieron vida, nos ayude a vivir, testificar y proclamar: “Esta es nuestra Fe, esta es la Fe de la Iglesia que nos gozamos en profesar en Jesucristo Nuestro Señor” Amén.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro