I. DOCUMENTO DE PARTICIPACIÓN
El documento de participación como su nombre lo indica, expone el temario de la V Conferencia General y busca suscitar la participación más amplia posible en esta etapa de preparación de esa hora de gracia y de conducción pastoral. Se centra en la vocación de los discípulos y misioneros de Cristo, llamados por Él al inicio del tercer milenio, para que nuestros pueblos puedan saciar su sed de vida en Cristo.
Capitulo I. El anhelo de felicidad, de verdad, de fraternidad y de paz.
El capitulo I, se remonta a los anhelos mas profundos de nuestra existencia como seres humanos y como bautizados. Ante el surgimiento de una nueva época, en medio de grandes desconciertos y vacilaciones, de nuevas expectativas y rechazos, convenía que nos remontásemos a los anhelos de verdad y de felicidad y que los iluminásemos con la revelación de la Antigua Alianza.
Capitulo II. Desde la llegada del Evangelio a América Latina y el Caribe vivimos nuestra fe con gratitud.
El capítulo II, nos propone que tomemos conciencia de haber sido muy bendecidos, sin merecimientos de nuestra parte, a través de la Buena Noticia que llegó, no sin dolor, como un mensaje de esperanza a nuestras tierras, y de los vivificantes impulsos del Espíritu Santo en esta hora de Nueva Evangelización.
Capitulo III. Discípulos y misioneros de Jesucristo.
El capitulo III, nos invita a ir al encuentro de Jesucristo y a permanecer en Él como discípulos y misioneros suyos que viven en la comunión de la Iglesia, proponiéndonos que profundicemos el contenido bíblico y teológico de nuestra condición de discípulos y misioneros, como también que recorramos los caminos para convertirnos realmente en discípulos y misioneros de Jesucristo y, para que muchos lo encuentren y le sigan.
Capítulo IV. Al inicio del tercer milenio.
Abrir nuestros ojos a la realidad del mundo y de la Iglesia al inicio del tercer milenio es encontrarse con grandes desafíos. Tal es el contenido del capítulo IV. La voz del tiempo es voz de Dios. Él nos habla a través de los acontecimientos y de las situaciones por las cuales atravesamos en nuestro peregrinar. Muchas de ellas son situaciones muy dolorosas, por ejemplo, la persistencia de la pobreza; otras muestran dudas y emancipaciones, mientras otras hablan con gratitud de la siembra de vida nueva, de dones y carismas que el Espíritu Santo sigue haciendo en nuestra Iglesia en América Latina y el Caribe. Ustedes evaluarán, completarán o redefinirán con mayor precisión y amplitud estos desafíos.
Capítulo V. Para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
El último capítulo se refiere a la urgencia del encargo de Jesucristo. Con Él el Padre nos envió a hacer discípulos a todas las gentes. Nuestra misión nos pide evangelizar la cultura de nuestros pueblos, llegando hasta sus mismas raíces (EN 18 y 20). Es una tarea que abarca tanto a la Iglesia como a la sociedad. Queremos que la cultura sea un espacio que acoge la vida en Cristo, de modo que todos sean en Él hijos del mismo Padre y vivan como familiares de Dios, llamados a al santidad, y a la alegría y la fecundidad de la Buena Noticia. Queremos que también los pobres y marginados puedan vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios, y que todos trabajemos con pasión por la “cultura de la vida”, sobre todo de la vida de sus miembros más afligidos, siendo con todos ellos en Jesucristo constructores de su Reino.
El texto de este capítulo es una breve introducción al tema “para que nuestros pueblos en Él tengan vida”. Se distingue precisamente porque se trata de la vida “en Él”, que de Cristo resucitado toma su fuerza, su inspiración y su estilo inconfundible; porque tiene su origen en Él, se realiza en Él y llega en Él a su plenitud. Nos pide que reflexionemos sobre la vida nueva en Cristo, y que realicemos la misión de la Iglesia en este tiempo de gracia. Perseguimos una acción a favor de la vida de nuestros pueblos en Él. Sabiendo que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, ustedes podrán proponer de qué manera respondemos a los desafíos del inicio del tercer milenio con la coherencia y la valentía propias de discípulos y misionero del Señor.
Como podrán notar, es un capítulo que se abre decididamente al testimonio y a la acción misionera. Es un capítulo que mira hacia la gran Misión Continental que deseamos iniciar con la celebración de la V Conferencia General. Dejamos este capítulo abierto a las reflexiones de ustedes y a las contribuciones que envíen a las Conferencias Episcopales.
† Mario De Gasperín Gasperín VIII Obispo de Querétaro