COMPARTIMOS EL GOZO POR EL DECRETO QUE RECONOCE EL MILAGRO CONCEDIDO POR INTERCESIÓN DE LA VENERABLE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA.
“Hacer a otros felices es ser feliz, esparcir en torno nuestro la alegría, es poseer la fuente de ella”
(Concepción Cabrera de Armida).
Con gran alegría recibimos la noticia del decreto en el que el Papa Francisco reconoce la existencia del milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera Viuda de Armida, laica y madre de familia, quien nació en San Luís Potosí el 8 de diciembre de 1862 y falleció en la Ciudad de México el 3 de marzo de 1937.
Con ello, se abre ahora el camino para su Beatificación. El milagro ocurrió en la persona del Señor Jorge Treviño, originario de Monterrey, Nuevo León, quien padecía esclerosis múltiple. Además de la certificación de los médicos, así como el riguroso estudio de la Congregación para las Causas de los Santos, finalmente contó con la aprobación del Santo Padre Francisco.
La vocación y profunda vida espiritual de Conchita ha sido instrumento y camino de entrega para muchos laicos, religiosos y sacerdotes, quienes en el seguimiento de la Espiritualidad de la Cruz se han integrado a distintas comunidades de vida consagrada y apostolado, que conforman las Obras y la gran Familia de la Cruz, en continuo servicio a la Iglesia y al mundo, en gran parte del continente Americano, así como en Europa y Asia. La Familia de la Cruz está compuesta por un conjunto de 17 instituciones que ofrecen un testimonio de amor en parroquias y rectorías, colegios, centros de formación, hospitales, casas hogar, asilos, entre otras.
Sin duda alguna podemos afirmar que la Historia de la Iglesia Católica en México durante el Siglo XX, no puede comprenderse sin ella. Tanto sus obras de apostolado, como escritos teológicos, constituyen una riqueza espiritual para la fe católica. Ella insistía en que, en los ambientes sociales y familiares era necesario dejarse contagiar por los ideales evangélicos, imitando a “Jesús Sacerdote y Víctima”.
Mujer alegre y elegante, muy sensible y al mismo tiempo fuerte de carácter, mística y comprometida, graba en su pecho el monograma “JHS”, es decir: Jesús, Salvador de los hombres. Se casó con Francisco Armida y tuvo nueve hijos. Siempre estuvo acompañada en la vida espiritual, por el Venerable P. Félix de Jesús Rougier, por Monseñor Ramón Ibarra y González, Primer Arzobispo de Puebla, así como por Mons. Luis María Martínez, Obispo Auxiliar de Morelia y Arzobispo Primado de México, principalmente.
A pesar de que vivió un tiempo social muy convulso, entre otras cuestiones por la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, no dejó de educar cristianamente a sus hijos, ni tampoco descuidó su profunda vida espiritual y apostolados. Para ella, el sufrimiento y las penas de la vida, eran una ocasión para fortalecer su unión con Cristo, quien nos invita a transformar, con una mirada de fe, la adversidad en oportunidad para amar más profundamente.
El Papa San Juan Pablo II la declaró Venerable en 1999, después de haber revisado sus escritos e identificado las virtudes cristianas en grado heroico. Invitamos a todos a dar gracias por este milagro realizado en bien de la Iglesia y del mundo por intercesión de ella, y pedimos que el Espíritu siga actuando a través de sus obras, y suscite otro milagro para su futura canonización.
Los Obispos que conformamos la Conferencia del Episcopado Mexicano, invitamos a todos a unirnos en acción de gracias por este don, así como a redoblar nuestra fidelidad y generoso servicio al mundo, en Jesucristo, Nuestro Salvador.
Ciudad de México, a 9 de junio del 2018.
+ José Francisco Cardenal Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara y
Presidente de la CEM.
+ Alfonso G. Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey y
Secretario General de la CEM.