CORONA DE ADVIENTO
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FOLLETO PARA LA CORONA DE ADVIENTO.
La “Corona de Adviento” o “Corona de las luces de Adviento” es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.
La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la conversión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender semana tras semana, los cuatro cirios de la corona, muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. El color verde significa la vida y la esperanza.
La corona de Adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida.
Rito de la Bendición en familia
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
Monición:
Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona, debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, (puede ser el Evangelio del día) por ejemplo:
Rm 13,11b-12: Ya es hora que despierten del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima, desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
Luego el ministro, si es Presbítero o Diácono, con las manos extendidas o si es Laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque
y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Un miembro de la familia enciende el primer cirio, mientras se entona un canto.
Luego se dice el Padre nuestro.
Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Se puede entonar un canto.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
Se entona un canto
Monición:
Nos reunimos como familia para encender el segundo cirio de la corona, que significa nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, (puede ser el Evangelio del día) por ejemplo:
Is 45,8: Cielos, destilen el rocío, nubes, derramen al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.
Un miembro de la familia enciende el primer y segundo cirio, mientras se entona un canto.
El ministro o Jefe de familia dice la oración.
Oremos.
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven Salvador!
Luego se dice el Padre nuestro.
Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Se puede entonar un canto.
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
Se entona un canto
Monición:
Nos reunimos como familia para encender el tercer cirio de la corona, que significa nuestra
gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, (puede ser el Evangelio del día) por ejemplo:
Is 45,8: Estén siempre alegres en el Señor. Otra vez se los digo: Estén alegres. Que su bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.
Un miembro de la familia enciende el primer, segundo y tercer cirio, mientras se entona un canto.
El ministro o Jefe de familia dice la oración
Oremos.
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparen sus caminos, porque ya se acerca. Adornen su alma, como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero, Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos!, ¡envuélvenos en tu luz, anímanos en tu amor!.
Luego se dice el Padre nuestro.
Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Se puede entonar un canto.
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
Se entona un canto
Monición:
Como familia nos disponemos a salir al encuentro de Aquel que viene a buscarnos y a Quien buscamos con gran entusiasmo.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, (puede ser el Evangelio del día) por ejemplo:
Is 11,1-3a: Saldrá un renuevo del tronco de Jesé y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
Un miembro de la familia enciende el primer, segundo, tercero y cuarto cirio, mientras se entona un canto.
El ministro o Jefe de familia dice la oración
Oremos.
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la Virgen que con gran amor te llevó en su seno y que podemos llamar Madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!
Luego se dice el Padre nuestro.
Si el ministro es Presbítero o Diácono da la bendición a los presentes. Si el ministro es Laico, concluye: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Se puede entonar un canto.