FIESTA PATRONAL PARROQUIAL SAN FELIPE DE JESÚS CHICHIMEQUILLAS, EL MARQUÉS, QRO.

Chichimequillas, El Marques Qro., 05 de febrero de 2021.
  
El Excmo. Sr. Obispo Fidencio López Plaza, X Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Santa Misa en honor a San Felipe de Jesús, santo Patrono de esta comunidad parroquial de Chichimequillas el Marqués, Qro. la tarde del día 5 de febrero de 2021, y concelebraron Pbro. Silvestre García Suárez, Pbro. Enrique González Rincón, Pbro. José Alfredo Ibarra Yáñez. “PARROQUIA EN ORACIÓN, PARROQUIA MISIONERA” 

“El pobre humilde ha de ser como el agua, que corre y se consume en la tierra y sin que se note hace brotar la vida”.
En el momento de la homilía Mons. Fidencio les compartió diciendo: «Los representantes de la Parroquia han sido enviados para hacer el papel del Obispo en las diferentes parroquias. Un saludo a los hermanos de la parroquia y la invitación a abrir el corazón a Dios quien en las fiestas patronales es espléndido de peticiones para sus hijos a través del patrocinio del santo patrono.
Reconocer a Jesús el como el Señor de la salud en estos tiempos de crisis sanitaria y de seguridad social. El verbo más apropiado es seguir a Cristo para indicar la identidad de los cristianos católicos. Al principio no eran llamados católico si no “Los del camino”, ya que no tenían un lugar fijo y eran encontrado en los caminos, cumpliendo el mandamiento que Jesús les había encomendado. “Vayan por todo el mundo y hagan que todos sean mis discípulos, vayan por todo el mundo y bauticen, vayan por todo el mundo y enséñenles a cumplir lo que yo les he mandado, vayan y curen, vayan y den testimonio y díganles que el reino de los cielos ya está cera”.
Se trata de abandonar cualquier otra relación y entrar en la dinámica espiritual que Jesús manifiesta en su vida. Un caminante que tiene como objetivo especial el hermano más pobre, más necesitado. Ser cristiano es identificarse con Jesús en su entrega total a los demás sin buscar para si nada que pueda oler a poder o gloria, siempre buscando como el agua correr hacia abajo sin que se note, pero eso sí, resucitando la vida, así ha de ser el cristiano.
Esto lo entendió muy bien San Felipe de Jesús, porque San Francisco decía: “que la humildad y que el pobre humilde ha de ser como el agua, que corre y se consume en la tierra y sin que se note hace brotar la vida”. Por eso San Felipe de Jesús escogió llamarse así, de Jesús, ahí encontró la clave para vivir la humildad, la obediencia y la castidad de Jesús.
No era de su padre, no era de su madre, no era tampoco de sí mismo, él tenía un dueño, era de Jesús. Con esta clave recorrió un camino que cada día lo fue perfeccionando y lo fue haciendo un monje destacado como persona y en el sentimiento de Jesús.
San Felipe murió diciendo “Jesús es el Señor”, porque Jesús fue quien le dio sentido a toda su vida, le dio valor y alegría para entregar su vida, para que otros tuvieran felicidad plena.
El seguimiento pues de Jesús, es muy importante, todos los Evangelios hablan de esto. Se trata de abandonar cualquier otra manera de relacionarse con Dios o con los demás-“Si alguno quiere salvar su vida la perderá, pero si la pierde por mí la encontrará”. Es la clave que enamoró a San Felipe. Jesús no está hablando de un tema religioso, está hablando a sus discípulos sobre cuál es el verdadero valor de la vida. Esta vida que se debilita en el aislamiento, pero se fortalece cuando se entrega en el servicio a los demás.
Sí uno quiere salvar su vida la perderá, pero quien la pierde por mí la encontrará. Expresa de una manera paradójica y provocativa lo elemental y la síntesis de la vida cristiana. Pues hay dos maneras de orientar la vida cristiana. Una conduce a la salvación, la otra a la perdición. Jesús invita a todos a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo pues conduce al ser humano a la salvación definitiva. El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo, hacer del propio yo la razón única y el objetivo supremo de la existencia, esta forma de vivir conduce al ser humano al egoísmo, a la perdición al debilitamiento de la vida y el último término a la muerte. El segundo camino consiste en saber perder viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto humanizador del padre, saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación. Jesús te está hablando desde su fe en un Dios salvador, pero sus palabras son una gran advertencia para todos. Qué fruto le espera a una humanidad dividida, fragmentada, donde los poderes económicos buscan su propio beneficio, los países su propio bienestar y los individuos su propio interés. La lógica que dirige en estos casos y en estos momentos la marcha del mundo es irracional. Los pueblos y los individuos, estamos cayendo poco a poco en la esclavitud de tener más, todo es poco para sentirnos satisfechos, para vivir bien necesitamos más productividad, más consumo, más bienestar material, más poder sobre los demás. Hemos llegado al grado de pensar que en los que no compran, no producen deben ser descartados ya no son necesarios entre nosotros. Lo que el papa Francisco llama la cultura del descarte. Buscamos insaciablemente bienestar, ¿Pero no nos estamos deshumanizando siempre un poco más? Queremos progresar cada vez más, pero que progreso es este si nos lleva a abandonar a millones de seres humanos en la miseria, el hambre y la desnutrición. Cuantos años más podremos disfrutar de nuestro bienestar cerrando nuestras fronteras a los hambrientos ignorando a los hermanos necesitados pasando de largo.
Negarse a sí mismo supone renunciar a toda ambición personal. El individualismo, el egoísmo quedan descartados de Jesús y del que quiera seguirlo. Cargar con la cruz es aceptar la opción del mundo, es aceptar y estar en contra de todo lo que se opone al plan de Dios. No se trata de la cruz que Dios nos manda, ni de la que nos proporciona la vida, sino de la que nos infringen otras personas sean amigas o enemigas por ser fieles al Evangelio.
Que nuestro Querido Santo Patrono San Felipe de Jesús, nuestra madre de Guadalupe, sean nuestros maestros en el seguimiento de Jesucristo nuestro Señor. Que así sea.
El destino, futuro y renovación de la Iglesia en estos momentos está en manos de tres grupos: los jóvenes que tienen una creatividad inmensa, fortaleza y valentía, pueden meterse en todos lados. En las mujeres, porque tiene una habilidad muy femenina y propia para llegar justo al núcleo de la cultura. El Papa dice que son las únicas que le pueden poner ternura a esta nueva cultura que está decayendo. Y los pobres y juntos, los jóvenes, las mujeres y los pobres son generadores de mucha esperanza. Digo esto al ver jóvenes que con la representación de muchos más. Que se conviertan en verdaderos apasionados y enamorados del proyecto de Jesús.
Que la Cruz que se impuso sea el esfuerzo que nos haga caminar con Jesús día a día en la evangelización.
Para que 1X1 sean mil primero hay que ser 1+1+1= a la comunión con la Santísima Trinidad.
Al terminar la Eucaristía, Mons. Fidencio les dio la bendición y los allí reunidos le demostraron su agradecimiento y visita a esta comunidad con un fuerte aplauso.