San Juan del Río, Qro., 07 de agosto de 2019.
El día 07 de agosto de 2019, el templo de San Cayetano, perteneciente a la Parroquia de la Natividad del Señor, en San Juan del Río, Qro, celebró su Fiesta Patronal, con la Sagrada Eucarística que fue presidida por Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de la Diócesis de Querétaro, en la cual 8 jóvenes recibieron de sus manos el Sacramento de la Confirmación, mediante la imposición de manos, y la Unción con el Santo Crisma, para recibir así, en plenitud al Espíritu Santo, y algunos más el Sacramento de la Primera Comunión. Concelebro el Pbro. Bernardo Reséndiz Viscaya, Párroco, Pbro. Efrain Gómez Valderrama, a quien se le ha otorgado el nombramiento como Sacerdote Adscrito en esta Parroquia Natividad del Señor, por tanto, ahora es miembro de nuestro presbiterio Diocesano de Querétaro.
En el momento de la Homilía Mons. Faustino, les compartió diciendo: “Hoy en que está comunidad de San Cayetano celebrar su fiesta patronal los saludo con afecto compartiendo la alegría de esta fiesta, y el poder contemplar con profundidad el modelo de vida que nos ofrece San Cayetano, porque siempre un patrón está ahí para que nosotros aprendamos de él, de su vida, que desde la catequesis se les vaya enseñando a los niños quien es el Santo Patrono y también los papás quiénes son los responsables de educarlos en la fe.
Saludo al padre Bernardo Párroco de esta comunidad, al padre Efraín, ahora sacerdote adscrito de esta comunidad de San Cayetano y colaborador en la tarea evangelizadora de esta comunidad parroquial, le exhorto a dos cosas primero, a que camine con la luz del Plan Diocesano de Pastoral y segundo que fortalezca su vida sacerdotal, su comunión y su fraternidad con el presbiterio de nuestra Diócesis siendo muy fiel en la participación, en la formación permanente.
Saludo a todos los que van a ser confirmados, o sea 8 jóvenes, que sin duda han profundizado en su identidad de hijos de Dios y que ahora se han preparado para este momento importante, para recibir con más plenitud el Espíritu Santo, ese Espíritu Santo que en “Quédate con nosotros”, se canta, se invoca, ese Espíritu Santo que en cada uno de los sacramentos se hace presente en todos nosotros, como bautizados y como hijos de Dios, sin duda que nuestro caminar en la vida cristiana está orientado y fortalecido por la fe, la fe que hoy en la primera y en la segunda lectura se nos exhorta a fortalecer
En la primera lectura escuchábamos, a un pueblo que representado en algunos hermanos del pueblo, habían sido enviados por Moisés a reconocer la tierra que durante años el Señor les había prometido, ahora resultan desanimados, regresan diciendo que hay habitantes que son mucho más fuerte que ellos, que quizás no sea posible conquistar esa tierra, cuando era la promesa de Dios y por eso el Señor, podemos decirlo, se queja de los lamentos de un pueblo, que en lugar de creerle a Dios, le recrimina a Dios y es la razón, cuando no se tiene fe, nos vamos por otros caminos, creo que nos sucede a nosotros nos desorientamos, en cambio quien tiene fe, va en la verdad, va con rectitud, caminando y perseverando.
Cuántos testimonios he escuchado en nuestra reciente peregrinación al Tepeyac, de hermanos y hermanas, que van dando, paso a paso, dentro de la fatiga, dentro de sus sufrimientos, dentro de todo aquello que está viviendo en ese momento de su vida; y sin embargo ellos se ponen en las manos del Señor y de María Santísima, de sus bocas y de sus corazones sale esa fe, esa fe que le tenemos que tener a Dios, ningún Santo ha salido adelante sino es, por la fe que le ha tenido a Dios; el pueblo de Israel sin duda, dentro de tantas caídas y levantadas, a final de cuentas es bendecido por Dios, con la exhortación de un líder, de un pastor, de Moisés y posteriormente por otros que fueron elegidos por Dios para introducirlos en la tierra elegida; por eso hermanos tenga la seguridad de que nunca nuestros planes van a ser los mejores, solamente serán óptimos planes cuando nuestro plan sea el plan de Dios; es decir, cuando nosotros le digamos al Señor, en tus manos encomiendo mi vida, en tus manos encomiendo mi familia, en tus manos encomiendo mi trabajo, mis proyectos, mi comunidad y todo aquello que con esperanza miro hacia el futuro, todo aquello que con responsabilidad realizo en el presente, sabiendo pues que como aquel pueblo quizá en algún momento tropecemos en lo que se refiere a nuestra vida, pero que al mismo tiempo habrá alguien que nos ayude a levantarnos.
Dios en muchos momentos nos deja para probarnos y nos lanza alguna palabra que nos interpela, que nos cuestiona, que nos hace que nos preguntemos ¿Cómo estoy en la vida? ¿Por dónde voy caminando?, ¿Qué es lo que estoy haciendo? Y reconozcamos las cosas que estén mal o que no estén bien.
En el Evangelio vemos a Jesús en tierra extranjera, es decir, lejos de Jerusalén, lejos del territorio israelita, y se encuentra con una mujer, sin duda en el pensamiento de los judíos estaba que el Mesías era solo para Israel y desde ahí se comenzaba a realizar la obra salvadora de Dios, por tanto cuando una mujer que no era judía se le acerca a Jesús para pedirle que cure, que sane su sufrimiento, que sane a su hija, que le ayude a salir adelante, y Jesús la prueba diciéndole: ¿Cómo es posible que tu vengas, si tú no eres del pueblo elegido? y le dice aquella frase que los perritos no comen del pan, sino que comen de las migajas que caen de la mesa; y la mujer le dice: “quiero esas migajas, pero que sean tuyas”; sin duda esto sorprende a Dios, cuando nosotros a pesar de que no veamos otra salida creemos en Él, tengamos un ingrediente mínimo de fe, nosotros sorprenderemos a Dios y Dios nos extenderá la mano como extendió la mano a aquella pobre mujer que en ese momento sufría, porque solamente una madre sabe cuándo un hijo sufre, cuándo un hijo se enferma, cuándo un hijo se le muere, y Jesús accede a curar ese dolor, y se admira de la fe tan grande de la mujer.
Hoy podemos preguntarnos: ¿El Señor se admirará de nuestra fe, o se desilusionará de nosotros cuando ve nuestra fe tan debilitada? Sobre todo cuando hemos profundizado en las cosas de Dios, cuando estamos cerca de la colaboración en nuestra comunidad y resulta que en el momento de la duda, nos desanimamos, nos desalentamos y perdemos la esperanza, creo que este pasaje nos ayuda a fortalecer la fe, la fe que necesitamos para cada día, desde que nos levantamos, desde la toma de decisiones en familia o personales en esa jornada, la fe no es solamente confiar, la fe es inherente a alguien, más aun unirse a alguien y ese alguien es Cristo, ese alguien es Dios; hoy exhortamos a todos a pedirle al Señor, “creo, pero aumenta mi fe” y sin duda pedimos por quienes van a ser confirmados, para que el Espíritu Santo les ilumine en este caminar de fe de nuestra vida cristiana.
Los cristianos católicos vamos caminando con fe en medio de una sociedad con diferentes situaciones que a veces nos crean incertidumbre en diferentes campos de nuestra vida humana, allí es donde hay que ejercitar nuestra fe. Que el Señor nos ayude, a nosotros sacerdotes, a ustedes laicos, a quienes tiene el proyecto de consagrar su vida al Señor, especialmente a estos jóvenes que con tanta alegría proclaman la alegría de ser católicos.
Pedimos la intercesión de San Cayetano para esta comunidad, para que él nos enseñe cómo creerle a Dios, ¿cuándo creerle a Dios?, ¿dónde creerle a Dios?, sin duda el cómo es simplemente estando disponibles nuestros corazones a que Dios haga lo que quiera, el cuándo es siempre y el dónde es en todo lugar, porque en todo lugar esta Dios y en todo lugar Él espera una respuesta de nosotros y nosotros una respuesta de Él.
Quien confió totalmente en Dios, con un hágase, con un hágase tu voluntad, fue la Santísima Virgen María, que ella nos ayude también a seguir fortaleciendo este regalo de fe, especialmente en este Año Jubilar Mariano y la razón de celebrar este Año Jubilar Mariano son los 50 años de la coronación como patrona de nuestra diócesis de Querétaro, la Santísima Virgen de los Dolores de Soriano, en enero su bendita imagen los visitara, ha estado visitando todos los decanatos, todas las parroquias. Sin duda la invitación a realizar el programa que hemos impulsado con motivo de este Año Jubilar Mariano; los sacerdotes hemos hecho lo nuestro lunes y martes, una peregrinación de Querétaro a la Basílica de Soriano, quisimos ir a pie, uniéndonos a tantos y tantos peregrinos, más de un millón cada año, que acuden a la Basílica de Nuestra Patrona Diocesana, Nuestra Señora de los Dolores de Soriano; que esta comunidad no sea la excepción y también caminemos dando testimonio y dando pasos que evangelicen, porque cuando uno va caminando va cansado, pero Dios y solo Dios sabe los frutos que va dando ese cansancio, ese caminar y ese testimonio; sigan rezando por nosotros los sacerdotes para que seamos infatigables peregrinos que queramos siempre abrazar a nuestra madre como lo hemos hecho el día de ayer al llegar a su Basílica, que ella interceda, como San Cayetano, por esta comunidad, para que esta comunidad sea una comunidad de santos y siendo santos somos discípulos, somos misioneros, somos hijos de Dios, somos colaboradores, somos todo aquello que Dios quiere. Que así sea”.
Al terminar Mons. Faustino les dio la bendición y los allí reunidos le brindaron un fuerte aplauso, como muestra de cariño y agradecimiento por su visita.