Ante la Santa Cruz, no hay que hablar mucho, ante la Santa Cruz ahí se guardar silencio, no hay palabras, solo miradas, ante la Santa Cruz hay que postrarse.
Porque el silencio nos permite escuchar mejor, a quién nos ha amado tanto y tirados en el suelo reconocemos que somos de barro, qué no somos dioses, que Dios ha decidido hacer el recorrido de venir a la tierra, de hacerse persona como nosotros para entendernos, para enseñarnos el camino de Dios, pero sobre todo para salvarnos muriendo y resucitando por nosotros en la cruz.
Ahora los dos significados: el idioma de Dios es el amor, por eso es que Dios entiende a todo mundo y le gusta que cada quien le hable en su propio idioma, porque los que aman no saben otra cosa más que mirar, escuchar y amar, por eso es que Dios entiende a todos, pero no todos entienden a Dios; porque los más destacados son los que aman a Dios porque a Dios se le ama sirviendo en los hermanos sobre todo en los más alejados y los excluidos, en los más pobres y los más necesitados.
Cuando alguien ama a esos hermanos, está amando a Dios y se está entendiendo con Dios, y hay gente hermanos católicos que han cambiado su vida cuando descubren que Dios está en un hermano necesitado.
Hoy recuerdo a la madre Teresa de Calcuta, era una religiosa muy buena pero un día vio un niño que estaba muriendo llegó, lo toco, le dio agua y a partir de ese momento cambió su vida, se hizo una monjita que tenía energía y sonrisas y consejos para todos, se animaron muchas mujeres y quisieron hacer la mismo y ahora todos los consejos de la madre Teresa, “Tengo sed”, Dios es amor y él no sabe otra cosa más que amar a sus hijos
Y el signo del amor de Dios es la Santa Cruz, por eso es que los cristianos ante la Santa Cruz guardamos silencio y nos postramos, porque estamos ante el signo del amor de Dios hasta el extremo, ahí él nos enseñó amar con todo, desde la cruz nos dio el perdón “padre ten misericordia, porque no saben lo que hacen, ni lo que dicen”.
El regalo primero que Jesús nos da desde la cruz es: “el perdón”, el segundo “que todos estemos revestidos de Cristo”, que el mundo se llene de Cristo, que anden amando, salvando y dando la cara por sus hermanos, por eso se repartieron sus vestiduras los cuatro soldados, simbolizando los cuatro puntos cardinales, para llegar a toda la tierra.
El tercer regalo que Jesús desde la cruz nos regaló a “su mamá”, “ahí tienes a tu madre y ahí tienes a tu hijo” y desde entonces la virgen cuidada de cada uno de nosotros como cuido de Jesús.
Y también desde la cruz Jesús nos regaló “su espíritu”, e inclino la cabeza para entregarlo a cada uno, demostrando qué otro Pinto es posible, que otra parroquia del Sagrado Corazón es posible, que otro México es posible, porque Jesús con su muerte y su resurrección nos demostró lo que es amar hasta el extremo, y nos demostró que este camino es para vivir el cielo desde la tierra, porque nuestra meta es, llegar todos al cielo, pues que Dios así no lo conceda. Que así sea»
Al terminar la celebración Mons. Fidencio les dio la Bendición episcopal, y la asamblea reunida le brindo un fuerte aplauso, en agradecimientos por su presencia en medio de la comunidad.