Mons. Fidencio López Plaza Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Santa Eucaristía, de la Fiesta de la presentación del Señor y también Día de la Vida Consagrada, en la Santa Iglesia Catedral, el 02 de febrero de 2022, en la Santa Iglesia Catedral de Querétaro a las 6:00 p.m.
En la cual participaron algunos representantes de las distintas congregaciones de Vida Consagrada que hay en la Diócesis de Querétaro.
En la Homilía Mons. Fidencio Les compartió lo siguiente: “Hermanas y hermanos fieles laicos, hermanas y hermanos de vida consagrada, la paz esté con ustedes.
La palabra que Dios nos regala en esta fiesta de la Candelaria ilumina la escena en la que aparecen tres generaciones: los ancianos, los adultos y los niños.
La historia llena de sabiduría, el presente lleno de oportunidades y desafíos y el futuro marcado por la esperanza, sin embargo, el Papa Francisco, en esta fiesta de la vida consagrada, se ha quedado mirando a Simeón, nos invita pues a poner la mirada de modo especial en los dos ancianos, Simeón y Ana, que esperan en el templo el cumplimiento de la promesa que Dios ha hecho a su pueblo y más concretamente nos invita a poner la mirada en tres cosas que ocurren en el encuentro con el anciano Simeón: primero, dice el Papa, Simeón es conducido por el espíritu Santo, segundo, Simeón ve en el niño la salvación y tercero lo toma en sus brazos.
En este sentido hermanas y hermanos les comparto tres breves reflexiones, tomadas de tres preguntas, que el Papa Francisco hoy ha dirigido a la vida consagrada.
Primera pregunta ¿Qué es lo que nos mueve hermanas y hermanos?
Simeón va al templo movido, conducido por el Espíritu Santo, el Espíritu Santo es la luz, el Espíritu Santo es el actor principal de la escena, es él quien inflama el corazón de Simeón con el deseo de Dios, es él quien aviva en su ánimo la espera, es él quien lleva sus pasos hacia el templo y permite que sus ojos sean capaces de reconocer al mesías, aunque aparezca como un niño pequeño y pobre, así actúa el Espíritu Santo, nos hace capaces de percibir la presencia de Dios y su obra, no en las cosas grandes, tampoco en las apariencias llamativas ni en las demostraciones de fuerza, sino en la pequeñez y en la fragilidad.
Preguntémonos entonces, dice el Papa Francisco, ¿de quién nos dejamos principalmente inspirar nosotros en la vida consagrada, en la vida cristiana, del Espíritu Santo o del espíritu mundo? este es una pregunta con la que todos nos debemos confrontar, sobre todo nosotros los consagrados, dice el Papa, mientras el Espíritu lleva a reconocer a Dios en la pequeñez y en la fragilidad de un niño, nosotros a veces corremos el riesgo de concebir nuestra consagración en términos de resultados, de metas y de éxito, nos movemos en busca de espacios, de notoriedad, de números, es una tentación permanente de los seres humanos y también de la vida consagrada.
Que hermosa es la fidelidad de Simeón y de Ana, cada día van al templo, cada día esperan y rezan, aunque el tiempo pase y parece que no sucede nada, ellos viven en la esperanza, esperan toda la vida, sin desanimarse ni quejarse, permaneciendo fieles cada día y alimentando la llama de la esperanza que el Espíritu encendió en sus corazones.
Considero hermanas y hermanos de vida consagrada, considero que en esta diócesis de Querétaro, además, Dios nos está pidiendo que con signos proféticos, que nos manifiesten como verdaderos heraldos de una nueva etapa evangelizadora marcada por la fidelidad y la creatividad en el Espíritu Santo nos manifestemos.
Segunda pregunta que hoy el Papa dirige a la vida consagrada ¿Qué ven nuestros ojos? Simeón movido por el Espíritu Santo ve y reconoce a Cristo y reza diciendo: “mis ojos han visto tu salvación” este este es el gran milagro de la fe que abre los ojos, transforma la mirada y cambia la perspectiva.
Como comprobamos, por los muchos encuentros de Jesús en los evangelios, la fe nace de la mirada compasiva con la que Dios nos mira rompiendo la dureza de nuestro corazón, curando sus heridas y dejándonos una mirada nueva para vernos a nosotros mismos y al mundo, una mirada nueva hacia nosotros mismos y hacia los demás, hacia todas las situaciones que vivimos, incluso las más dolorosas, no se trata de una mirada ingenua sino de una mirada sapiencial, la mirada ingenua huye de la realidad o finge no ver los problemas, aquí se trata de una mirada que sabe ver dentro y ver más allá, que no se detiene en las apariencias sino que sabe entrar también en las fisuras de la fragilidad y los fracasos para descubrir en ellos la presencia de Dios.
La mirada cansada de Simeón, aunque debilitada por los años, ve al señor y ve la salvación; ante esta luz podemos preguntarnos y ¿nuestros ojos que ven? ¿Qué visión tenemos de la vida consagrada?, dice el Papa, el mundo ve la vida consagrada muchas veces como un desperdicio, afirma el Papa que muchos dicen: “mira ese joven fraile, esa joven monja, es un desperdicio, es un despilfarro”.
Y sigue diciendo el Papa “al menos fuera es fea o es feo pero dicen es un desperdicio” como una realidad del pasado inútil, pero nosotros comunidad cristiana, religiosas y religiosos, ¿Qué vemos? ¿tenemos puesta la mirada en el pasado nostálgico de lo que ya no existe o somos capaces de una mirada de fe clarividente proyectada hacia el interior y más allá?, a mi me parece, sigue diciendo el Papa, a mí me hace mucho bien ver consagrados y consagradas mayores que con mirada radiante continúan dando esperanza a los jóvenes y a las nuevas generaciones.
Hermanas y hermanos abramos los ojos, el Espíritu Santo nos invita a renovar nuestra vida y nuestras comunidades en medio de la crisis que padecemos, padecemos fijémonos en Simeón y en Ana que aún teniendo una edad avanzada no pasaron los días añorando un pasado que ya no volvería, sino que, abrieron sus brazos al futuro que le salía el encuentro, no desaprovechemos el presente mirando el pasado, sino que, pongámonos ante el Señor en adoración y pidámosle una mirada que sepa ver el bien y discernir los caminos de Dios, el Señor nos dará, si lo pedimos con alegría, con fortaleza y sin miedo.
Considero hermanas y hermanos que en esta diócesis de Querétaro, además, Dios nos está pidiendo ser heraldos y modelos de evangelización en comunidad, la comunidad y las pequeñas comunidades serán el refugio donde todos podremos salvarnos.
Tercera pregunta, dice el Papa, ¿Qué estrechemos en nuestros brazos? Simeón fue al templo inspirado por el Espíritu Santo, Simeón pudo ver en aquel niño al Salvador y luego lo estrecho en sus brazos, ¿Qué estrechamos nosotros en nuestros brazos?, dice el Papa, esta es una escena tierna y densa de significado única en los evangelios, Dios ha puesto a su hijo en nuestros brazos porque acoger a Jesús es lo esencial, acoger a Jesús es el centro de la fe, a veces corremos el riesgo de perdernos y dispersarnos en mil cosas, de fijarnos en aspectos secundarios o de concentrarnos en nuestros asuntos olvidando que el centro de todo es Cristo a quien debemos acoger como el Señor de nuestra vida, a veces ocurre algo peor, nosotros queremos ocupar el centro, ser como dioses, olvidamos que el discípulo entre más descentrado más discípulo.
Si a los consagrados, dice el Papa, nos faltan palabras que bendigan a Dios y a los otros, si nos falta la alegría, si desaparece el entusiasmo, si en la vida fraterna es sólo un peso, si falta el asombro, no es porque seamos víctimas de alguien o de algo, el verdadero motivo es porque ya no tenemos a Jesús en los brazos y cuando los brazos están vacíos, cuando los brazos de un consagrado, de una consagrada, no abrazan a Jesús, abraza en el vacío que intentan llenar de otras cosas, abracen a Jesús, esta es la receta de la Renovación, dice el Papa, considero hermanas y hermanos, que en esta diócesis de Querétaro, además, Dios nos está pidiendo ser testigos de la alegría y de la belleza de ser consagrados, de la alegría y de la belleza de lo que hemos visto, oído y tocado de la experiencia de Jesús en nuestros brazos a la manera de Simeón.
Finalmente mis queridos hermanos y hermanas consagrados renovemos con entusiasmo nuestra consagración, preguntémonos qué motivaciones impulsa nuestro corazón y nuestra acción, cuál es la visión renovada que estamos llamados a cultivar y sobre todo tomemos en brazos a Jesús, aún cuando experimentemos dificultades y cansancio, hagamos como Simeón y Ana que esperan con paciencia la fidelidad del Señor y no se dejan robar la alegría del encuentro, vayamos hacia la alegría del encuentro, pongámonos de nuevo en él y pongamos en el centro a Jesús que es el lugar que le pertenece y sigamos adelante con mucha alegría. Que Dios así nos lo conceda, que así sea” Concluyó.
Al final Mons. Fidencio, hizo la bendición de los niños vivos, así como de las imágenes de los niños Dios, y posteriormente dio la bendición solemne correspondiente en este día de la presentación del Señor, a la toda a la Asamblea allí reunida.