Luis-Fernando Valdés
En estos días de festejos navideños, recibimos felicitaciones tanto de tipo religioso (“feliz Navidad”) como cívico (“happy Holidays”). ¿Esto es señal de tolerancia y apertura? ¿o es signo de descristianización?
1. Origen de la fiesta cristiana. La Navidad cristiana tiene como sentido celebrar el nacimiento de Jesús de Nazaret, quien es reconocido como Dios hecho hombre, por parte de los fieles cristianos (tanto católicos como ortodoxos, reformados, anglicanos y evangélicos).
La fecha fue tomada del calendario de los romanos, que celebraban el 25 de diciembre la fiesta del “Natalis Solis Invicti” o Nacimiento del Sol invicto, asociada al nacimiento de Apolo. Ese mismo día 25 de diciembre fue considerado también como día del solsticio de invierno, y llamado “bruma”, por los romanos.
Los cristianos, que convivían con los devotos de la religión imperial romana, supieron darle un sentido nuevo, pues tomaron el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo, a quien consideraban el verdadero Sol, que trae la Luz de la Palabra de Dios y de la verdad religiosa sobre Dios, el hombre y el mundo.
2. La Navidad cristiana siempre ha convivido con fiestas de otras tradiciones. En torno al solsticio de invierno, la mayoría de las culturas del mundo han celebrado el renacimiento del año en lo que se refiere a la vida-muerte-renacimiento de las deidades o nuevos comienzos. (Wikipedia).
Los primeros cristianos convivían también con el festival romano llamado “Saturnalia”, en honor a Saturno, que duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Con motivo de esta celebración, los romanos posponían todos los negocios y guerras, hacían intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Como se ve, estas tradiciones se asemejan a los actuales festejos cristianos de la Navidad.
3. La secularización de la Navidad. La presencia cristiana en un mundo global, lleva a compartir la Navidad con los demás seres humanos, sin imponerles nada a la fuerza. El problema surge más bien, cuando la Navidad se ha convertido en una temporada comercial, para estimular la economía de consumo. En este caso, se pone el acento en comprar regalos y se deja de lado el motivo religioso.
Además, en algunos países de tradición cristiana, la secularización de la Navidad a llegado por el deseo de igualdad de todas las religiones. Para evitar discriminaciones y conflictos, recientemente a la época navideña se le denomina genéricamente “temporada de fiestas”, para incluir la fiesta judía de Jánuca y de la fiesta cultural afroamericano de Kwanzaa.
Y, por eso, a nombre de la tolerancia y de la convivencia, en las dependencias oficiales de muchos países occidentales, se prohíbe decir “feliz Navidad” (que es sólo cristiana) y se sustituye por un “Happy Holidays”.
4. Convivencia e identidad. Como ya vimos, el cristianismo desde el inicio ha celebrado la Navidad en armonía con las demás tradiciones religiosas, sin necesidad de vaciar de sentido religioso nuestra fiesta.
Para convivir con las demás religiones y con los no creyentes, no es necesario que los cristianos dejemos de afirmar que creemos en Jesucristo, al que confesamos Dios y ser humano. Nuestra fe –lejos de llevarnos a rechazar o atacar a los que no comparten nuestras creencias– nos invita a desearles con sinceridad amor y paz.
Por eso, desear un “feliz Navidad”, equivale a decir: que el Nacimiento de Jesús te llene de paz, porque es Dios con nosotros, y Él nos invita a valorarnos y respetarnos mutuamente, aunque no creamos en lo mismo.