Seminario Conciliar Diocesano, Col. Hércules, Qro. 16 de Agosto de 2017.
La mañana del Miércoles 16 de Agosto de 2017, los Diáconos, Seminaristas alumnos, y sacerdotes formadores del curso académico 2017-2018, se congregaron en las instalaciones del Seminario Conciliar Diocesano, para participar de la Sagrada Eucaristía que fue precedida por Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro, para dar inicio a este nuevo ciclo de formación y dejarse guiar por el Espíritu Santo, quien formará el corazón de cada uno hasta llegar a configurarse como Cristo Buen Pastor. Al iniciar Mons. Faustino les compartió:
“Bienvenidos hermanos todos a esta celebración, donde invocamos la presencia del Espíritu Santo en este momento y a lo largo de todo este curso académico 2017-2018, sin duda cada uno de ustedes viene con el ingrediente de la fe y sobre todo con la conciencia de que Dios los llama, y cada uno de ustedes sacerdotes hermanos formadores vienen también con el deseo de dar lo mejor de ustedes, dentro de este servicio a la iglesia, siendo testigos del amor de Dios, la profesión de fe, con la responsabilidad de dar una enseñanza con su testimonio a nuestros Señor Jesucristo”. Ya en su homilía les dijo:
“Muy estimados formadores, queridos Diáconos, queridos Seminaristas alumnos de las diferentes clases que formación que integraran una comunidad contemplativa, hermanos, (as), todos en el Señor, en la oración de la Santa Misa le hemos dicho al Señor, “Señor, Dios gracias por iluminar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo”, que bajo tu inspiración sepamos discernir lo que es recto y experimentemos siempre el gozo de el consuelo.
Lo hemos hecho con esperanza, de realizar este año escolar también nosotros guiados por ese mismo Espíritu, hagamos del discernimiento la principal herramienta que nos permita conocer la verdad y formar el corazón de tal manera que cada vez nos configuremos más a Cristo Buen Pastor.
Hemos pedido el Espíritu Santo, porque solamente él puede formar el corazón de un sacerdote. Pero ¿Qué significa formar el corazón?, – la expresión conlleva un interior profundo, enlazado con un concepto típico de primer orden Dios llama, y el hombre responde desde el núcleo profundo de su personalidad, es decir desde el corazón, es una llamada de corazón a corazón, y una respuesta de fe.
La expresión tiene un contenido espiritual se trata de adquirir un corazón de pastor a ejemplo de Cristo, pero al mismo conlleva un contenido psicológico se trata de formar el corazón del hombre para que sea capaz de amar con el amor de Cristo por su pueblo, esto también implica permanecer atentos a la solides y a la personalidad, a la madurez afectiva y sexual que tanto se reclama hoy, para tus créditos, no para los de Dios.
Es fundamental que exista un corazón, cuando esto falta en el interior de la persona es lógico que desaparezca el gozo de ser con Jesús y surgen en el horizonte del seminarista otros intereses, formar el corazón implica madurar en la realidad pastoral, esta noble tarea conllevan algunos rasgos que deben estar presentes, en la formación:
En primer lugar, adquirir los sentimientos del hijo, esta es la parte mas propiamente espiritual, para tener un corazón como el de Cristo siervo y pastor es necesario identificarse profundamente con Jesús, todos los creyentes tienen esta invitación, pero en caso de los seminaristas se trata propiamente de una configuración espiritual, y tal proceso se realiza en dos momentos, en el primero han de la adoptar con el Señor la actitud y condición de siervo, es decir dejar en sus expectativas el poder mandar y comiencen a hacer su vida la de servir, como los apóstoles que acompañaron a Jesús…
Al finalizar Mons. Faustino, agradeció a los sacerdotes responsables de este proceso de formación y también la confianza y su disponibilidad para que también ellos hagan un discernimientos cobre los jóvenes que les han sido confiados, y al Padre Marco Antonio Hernández Gonzáles, encargado de los Operarios del Reino de Cristo, al Padre Pablo Milán Zepeda, miembro de la Sagrada Familia, a la Orden de Frailes Menores, y a los que colaboran en este nuevo ciclo, con la gracia de Dios.