Cuando fue elegido Benedicto XVI tras la muerte de Juan Pablo II, el siguiente cardenal más votado fue Jorge Mario Bergoglio. ¿Había una rivalidad entre el Card. Ratzinger y quién iba a ser su sucesor?
El Papa Wojtyla falleció el 2 de abril de 2005. El cónclave que elegiría al siguiente Vicario de Cristo inició el día 19 de ese mismo mes. Y, como es de esperar, junto con las oraciones de la grey católica por su nuevo Pontífice, aparecieron la predicciones de los vaticanistas.
El procedimiento habitual de estos “expertos” consiste en proponer como “papable” a un cardenal de cada continente y, para asegurar el pronóstico, elaboran además una lista de los “top 5”. Por eso, en los elencos sonaban cardenales de todo el mundo, pero no figuraban dos nombres: el de Joseph Ratzinger, quien sería el sucesor de Juan Pablo II, ni el de Jorge Bergoglio, entonces cardenal de Buenos Aires.
Lo que ocurre durante las votaciones en la Capilla Sixtina queda bajo secreto pontificio. De manera que la información que tenemos sobre lo que ocurrió durante esos momentos no es del todo fiable y puede tener mucho de especulación. Sin embargo, si la tomamos con esta reserva nos puede ser útil para ver algo del perfil del actual Pontífice.
En ese cónclave de 2005, según estas informaciones, el Cardenal bonaerense quedó segundo en las votaciones. Algunos medios de comunicación, al enterarse de esta situación, ya “a posteriori” quisieron darle un toque sensacionalistas, poniendo como contrincantes a Joseph Ratzinger y a José Mario Bergoglio, como si ambos hubieran estado compitiendo por la Sede de Pedro durante el cónclave.
En realidad, estas crónicas –con independencia de su exactitud– nos muestran la gran personalidad de estos dos cardenales que llegarían a ser Papas. Se dice que los resultados de la primera votación fueron así: Ratzinger, con 47 votos; Bergoglio, con 10; Martini, con 9 (M. Escobar, Francisco. El primer Papa latinoamericano, 2013, p. 68).
Tras estos resultados un poco inesperados, “Bergoglio se mostraba en las comidas y el resto de las reuniones como una persona esquiva, abrumado por la responsabilidad que podía caer sobre sus hombros” (Ibídem).
Para la segunda votación, las tendencias se complicaron pues el resultado fue “de 65 votos para Ratzinger, pero aún le faltan 12 para llegar a la mayoría necesaria de dos tercios. De nuevo, la gran sorpresa es el argentino, que supera la treintena con 35 votos” (Ibídem). Tiempo después, el Card. Bergoglio contó que sentía “pudor, vergüenza” cuando escuchaba su nombre, en la capilla Sixtina, entre los grandes candidatos a Papa (cfr. S. Rubin et al, El Papa Francisco, 2013, p. 128).
En la tercera votación, el Card. Ratzinger quedó a 5 votos de los 77 necesarios para ganar la elección, y el Card. Bergoglio obtuvo 5 más que en la ronda anterior. “Al parecer, el propio Bergoglio pidió a sus votantes que eligieran a Ratzinger” (Escobar, p. 70). La cuarta votación fue la definitiva: “Ratzinger llega a los 84 votos y Bergoglio obtiene 26” (Ibídem). Así, el Cardenal argentino, por su voluntad, quedó en segundo lugar.
Con independencia de la certeza de estos datos, podemos ver la actitud del que llegaría a ser el primer Papa latinoamericano: no buscaba el poder, ni consideraba un rival al elegido, Benedicto XVI. Además, se puede apreciar que el Card. Bergoglio buscó el bien de la Iglesia antes que el suyo. Este perfil garantiza un Pontificado de servicio y no de política.