El Papa Francisco ha sorprendido al mundo entre otras cosas por su forma sencilla y directa de hablar, por la frescura de su lenguaje, por la alegría con la que presenta el mensaje del evangelio. “La alegría del Evangelio”, así ha llamado a su primera Exhortación Apostólica, en la cual afirma: “reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo” (n. 6).
Lo dice un hombre que a los 76 años fue elegido Pontífice y dejándolo todo en Argentina se ha adaptado al enorme cambio que esta nueva misión le implica, y lo ha hecho con una alegría que irradia por todas partes. En el documento arriba citado nos habla de sus sueños que brotan del evangelio y que se refieren a los derechos no solo de los individuos sino también de los pueblos y hablando de la solidaridad que debe reinar entre ellos afirma: “nuestro sueño vuela más alto. No hablamos sólo de asegurar a todos la comida, o un “decoroso sustento”, sino de que tengan “prosperidad sin exceptuar bien alguno”. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo” (n. 192).
Esta semana el obispo diocesano, don Faustino Armendáriz Jiménez, acudió al Hospital de Especialidades del Niño y la Mujer, al celebrarse el 12 aniversario de su existencia, participó con civismo de los honores a la bandera, celebró la santa Misa y visitó a los niños enfermos escuchándolos y dándoles palabras de consuelo y aliento, también los bendijo.
La atención espiritual principalmente en situaciones de enfermedad es también un derecho humano para todos, es parte de un verdadero desarrollo integral más allá del credo que se profese, si algo compartimos los humanos es nuestra condición susceptible de sufrir a causa de la enfermedad; hacer el bien al enfermo no distingue credos y los católicos creemos firmemente que “visitar al enfermo” será un criterio para la participación definitiva y eterna de la vida de Dios, luego de nuestra muerte.
Lo más importante de una institución serán siempre las personas, felicitamos a todo el personal del hospital, en el que en el último año se registraron más de 15,000 nacimientos, en el cual se realizan procedimientos de cirugía fetal únicos en el país y que cuenta con una de las tasas de mortalidad más bajas de todo el país.
En la situación actual lo más importante es sumarnos desde nuestra propia trinchera a la consecución del bien común, para construir ese mundo que el Papa nos hace soñar, pues él bien sabe que esto es posible si hacemos lo que debemos con alegría, esa que viene de Dios y que nada ni nadie nos puede quitar.
Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 12 de octubre de 2014