Volvió Benedicto XVI al Vaticano, para residir ahí definitivamente. Su llegada suscita interrogantes: ¿quién guiará realmente a la Iglesia? ¿Es cierto que uno de ellos dos será el anti-papa?
El pasado jueves 2 de mayo, el Papa emérito regresó en helicóptero de Castelgandolfo, donde residió un par de meses desde su renuncia efectuada el 28 de febrero. Ahora vivirá en el convento “Mater Ecclesiae”, en compañía de su secretario Mons. Georg Gäenswein y cuatro mujeres del servicio doméstico.
Benedicto XVI fue recibido en la puerta del monasterio por el Papa Francisco mismo. Fue un evento muy discreto y no hay disponibles tomas de televisión. Pero la nota de presa de la Santa Sede explica que el Pontífice “le ha dado la bienvenida con grande y fraterna cordialidad”, y que luego ambos se dirigieron a la capilla del convento “para un momento de oración”. (News.va, 2.mayo.2013)
La cordialidad entre Francisco y Benedicto es patente, aunque no han faltado “videntes” que insisten en que habrá un anti-papa. En términos técnicos, un “anti-papa” es quien reclama para sí el Pontificado Romano, estando aún en funciones el Pontífice reinante.
En el caso del Papa Francisco, esta situación de hecho no se ha dado. Cuando Benedicto XVI renunció al Papado, en ese momento, la Iglesia quedó sin cabeza visible, sin Papa. Y por eso se convocó a un cónclave, para elegir a quien gobernara la Iglesia. No hubo usurpación y, por tanto, tampoco hay anti-papa.
Tampoco hay dos gobiernos en la Iglesia, ni dos cabezas, ni dos Papas. Sólo Francisco es el Papa, y Benedicto ya no es Papa, sino “emérito”: jubilado, sin funciones. Sucede lo mismo que en los países democráticos, en los hay un Presidente único, aunque aún vivan los ex-presidentes.
Para que esto quedara muy claro, Benedicto XVI antes de renunciar tomó unas medidas para remarcar que él ya no era el Papa reinante: estableció que se le llamará “Papa emérito” o “Pontífice emérito”, renunció a dos prendas de su vestimenta blanca, que son la muceta y la faja, las cuales sólo puede portar el Pontífice en funciones, en este caso, Francisco.
¿Benedicto, poder tras el trono? ¿Francisco, anti-papa? Son dos clichés que intentan “mostrar” a dos personajes en conflicto, pero esto nada tienen que ver con la realidad. La verdad es que el afecto que ambos se tienen ha quedado patente.
Se cuenta que tan pronto como el card. Bergoglio fue elegido, éste pidió un teléfono para saludar a Benedicto XVI, desde la Sala de Lágrimas, mientras le ajustaban la sotana blanca. Y fue inolvidable la visita de Francisco al Papa emérito en Castelgandolfo, donde rezaron y comieron juntos.
La Sala de prensa vaticana ratificó el deseo del Pontífice emérito de dedicarse a la oración, en una vida de retiro en el monasterio “Mater Ecclesiae”. Quienes conocen la personalidad de Benedicto XVI saben bien que no pretende ni desea intervenir en el gobierno de la Iglesia, y que cumplirá fielmente la promesa que, en su momento expresó, de sujetarse fielmente al nuevo Sucesor de Pedro.
Por su parte, el Papa Francisco seguirá viviendo en la “Domus Sanctae Marthae”, que está prácticamente al lado del convento. Por eso, es posible que el Papa Francisco y su antecesor se lleguen a encontrar con frecuencia en los jardines vaticanos, donde ambos suelen pasear.
También es factible que el Papa visite a Benedicto XVI con cierta frecuencia, como detalle de fraternidad, y quizá también –¿por qué no?– para intercambiar puntos de vista. Serán el Papa argentino y su amigo alemán.
Luis-Fernando Valdés