DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO
Lc. 10, 1-12, 17-20
LA MISIÓN ES OBRA DE TODOS
Resulta interesante destacar en este evangelio de hoy, como Jesús atrae a mucha gente, pero de todos ellos forma una pequeña comunidad de fieles, la cual se va consolidando poco a poco con su testimonio de estilo de vida y enseñanza permanente, para posteriormente enviar a sus discípulos de dos en dos a anunciar la Buena Nueva y a reconstruir la vida de fraternidad. En otros evangelios se enumeran las instrucciones dadas por Jesús a los Doce enviados en misión. Aquí San Lucas se refiere a las instrucciones dadas al número ampliado de los 72. El mensaje que deben llevar es el anuncio del Reino de Dios y para ello equipa Jesús a los que envía con plenitud de poderes, sobre las fuerzas del mal, opuestas al Reino. Son los mismos consejos que nos da a nosotros en la actualidad al encaminarnos a la misión en su nombre: De dos en dos como expresión de corresponsabilidad y colaboración evangelizadora. Como ovejas entre lobos, pero protegidos por el buen pastor y provistos de lo necesario. Sin saludar a nadie en el camino, es decir, sin perder el tiempo porque el anuncio del Reino es urgente y no se puede postergar para cuando nosotros queramos. Sin llevar nada consigo, como signo de una fe inconmovible en la providencia que vela hasta las aves del cielo y los lirios del campo. Mensajeros de paz, con la que deben iniciar siempre su saludo; esa paz llenara también la vida de quienes los reciban como enviados suyos. Sacudir el polvo de las sandalias es un serio aviso contra la indiferencia espiritual. Todo esto, está encaminado a salir al encuentro de los hermanos, a las familias, y esto es la misión; no podemos seguir esperando ya que el ejemplo de Jesús, quien vivió su ministerio intensamente recorriendo los caminos con entusiasmo y fortaleza, pero también con la conciencia de que esa esa era la voluntad de su Padre.
Dios ha querido necesitar de hombres para salvar a los hombres. La obra de la salvación es como una abundante cosecha que nadie solo ni pocos solos pueden realizar: es obra de todos. La evangelización es corresponsabilidad y colaboración, cada vez más necesarias por cuanto cada vez hacen falta más misioneros y la mies se hace cada vez más diferenciada. No basta que en la Iglesia repitamos el slogan “discípulos misioneros”, sin salir sistemáticamente todos a evangelizar, ya que la misión no se supone, sino que se pone, es decir se organiza, al estilo de lo que el Papa Francisco nos instruye cuando nos habla de la misión programática.
El Señor nos envía a todos, y precisamente hoy es una oportunidad para asumir este mandato de Jesús, no alternativa, para salir a las calles a visitar los hogares, las familias; no basta solo defenderla sino atenderla, y la misión es el camino que Jesús nos ha instruido. Urge que nuestra pastoral familiar sea una pastoral misionera. Que desde nuestras comunidades parroquiales en México, es decir desde la base mostremos nuestra preocupación y ocupación por la familia. El reto está muy cerca de nosotros, ya que las familias siguen esperando al misionero que les proclame el amor de Dios, que es la base para el crecimiento de una familia. Esos misioneros somos tú y yo, cada uno de los bautizados, unidos, en comunión. Así lo señalo el Papa Francisco en su visita a México, invocado la ayuda de Nuestra Señora de Guadalupe: “Sólo mirando a la «Morenita», México se comprende por completo. Por tanto, les invito a comprender que la misión que la Iglesia hoy les confía, y siempre les confió, requiere esta mirada que abarque la totalidad. Y esto no puede realizarse aisladamente, sino sólo en comunión”. También urgió a encomendar a la Familia a Nuestra Madre: “Ella es madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas», dándonos a su Hijo”.