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Con agrado les saludo a cada uno de ustedes en esta velada vespertina, cobijados aún por el espíritu de la celebración jubilar por los 150 años de la erección canónica de nuestra Diócesis y de modo muy particular en esta comunidad parroquial por el año jubilar que nos prepara para la celebración del sexagésimo aniversario de la coronación pontifica de la imagen bendita de la Santísima Virgen María, La Purísima Concepción, Patrona principal de esta parroquia.
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Nos congregamos en esta tarde para develar este monumento en honor del M. I. Sr. Cura D. Salvador Medida Galván, quien como Padre y Pastor de esta comunidad cristiana, buscó apacentar el rebaño de Dios hacia las fuentes de agua viva, de manera muy especial inculcando en el corazón de cada creyente el amor a Dios y a la Santísima Virgen María, promoviendo las tradiciones y costumbres que mejor ayudaran a vivir la vida cristiana.
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Al celebrar este acontecimiento, que sin duda es una muestra del cariño y del reconocimiento a la labor del Padre Chava, tenemos una oportunidad extraordinaria, para redescubrir el valor y la importancia del sacerdocio en la vida de una comunidad. Pues su misión en la comunidad no es una sencilla tarea, sino que al ser un hombre tomado de entre los hombres y puesto para intervenir a favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios” (Hb 5,1), su misión va más allá de los limites humanos. “El sacerdote es un don para la comunidad por la unción del Espíritu y por su especial unión con Cristo cabeza” (cf. DA, 193). “El sacerdocio ministerial hace palpable la acción propia de Cristo Cabeza y testimonia que Cristo no se ha alejado de su Iglesia, sino que continúa vivificándola con su sacerdocio permanente. Por este motivo, la Iglesia considera el sacerdocio ministerial como un don a Ella otorgado en el ministerio de algunos de sus fieles. (Directorio para la vida y ministerio de los presbíteros, 1).
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La Nueva Evangelización exige que cada uno de los pastores que conducimos a la comunidad, seamos unos enamorados de Dios. La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración (cf. DA, 201). Hoy, el sacerdote está llamado a conocer profundamente la vida de la comunidad y la cultura que le envuelve para sembrar en ella la semilla del Evangelio, es decir, para que el mensaje de Jesús llegue a ser una interpelación válida, comprensible, esperanzadora y relevante para la vida del hombre y de la mujer de hoy, especialmente para los jóvenes” (cf. DA, 194). En este sentido hemos de admirar la creatividad artística y pastoral del P. Salvador, su ingenio al hacer uso de so medios electrónicos y tecnológicos de su tiempo, puestos al servicio del evangelio.
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Los que tuvieron la fortuna de conocer al P. Salvador dan testimonio que su amor y su devoción a la Santísima Virgen María, fue lo que le movía a entregarse desinteresadamente a la evangelización, de manera especial inculcando el amor y la devoción a su Hijo Jesús. Esto nos enseña que el Sacerdote debe ser hombre de oración, maduro en su elección de vida por Dios, hacer uso de los medios de perseverancia, como el Sacramento de la confesión, la devoción a la Santísima Virgen, la mortificación y la entrega apasionada a su misión pastoral.
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El gesto de levantar este monumento nos compromete a llevar hacia adelante el legado cultural, artístico y religioso del padre Salvador. Quiero animarles a que como comunidad parroquial, se conviertan en promotores vocacionales, de manera que difundiendo el valor e importancia del sacerdocio, muchos niños y jóvenes sientan en su corazón el deseo de consagrarse para instaurar el Reino de Dios entre los hombres.
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Agradezco a quienes con su amor, trabajo y dedicación han contribuido en la edificación de este hermoso monumento. Que cada vez que observando la estatua del adre Chava, nos acordemos de orar por las vocaciones sacerdotales, Imitando su ejemplo y amor a la Iglesia.
Muchas gracias.
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro