1. Les saludo amablemente a cada uno de ustedes los aquí presentes, reunidos para presenciar la bendición e inauguración de este Museo Diocesano, titulado: “Felicidad de México”, el acontecimiento guadalupano en la historia de México de los siglos XVI al XIX. El cual, artísticamente nos transporta por el maravilloso devenir de la historia, de la mano del acontecimiento guadalupano, que ha marcado nuestra identidad como pueblo mexicano y que continua desvelando el mensaje cristiano del anuncio gozoso de Jesucristo, como nuestro salvador y nuestro redentor.
El acontecimiento guadalupano
2. En nuestros pueblos a lo largo de más de cinco siglos el Evangelio ha sido anunciado con el firme propósito de hacer vida las palabras de Jesús. En este quehacer misionero ha desempeñado un papel fundamental la persona y figura de la Virgen María, como la mujer que mejor ha asumido el mensaje del evangelio. Ejemplo de ello es el acontecimiento guadalupano, es decir, el encuentro y el diálogo de Santa María de Guadalupe con el indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, plasmando su imagen en la tilma y perseverando hasta nuestros días. Este acontecimiento ha logrado un eco muy profundo en el alma del pueblo de México y ahora de numerosos países y naciones de América y de diversos continentes, constituyendo un itinerario espiritual, al conjugar palabras y gestos, acción y contemplación, imágenes y símbolos. “Teniendo una repercusión decisiva para la evangelización […] En el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, se resume el gran principio de la inculturación: la íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante la integración en el cristianismo y el enraizamiento del cristianismo en las varias culturas. No fue la violencia de la espada ni la conversión forzada, sino la misteriosa atracción de Santa María de Guadalupe la que llevó a ambos pueblos y culturas a una nueva manera de comprenderse y relacionarse desde la fe en Jesucristo (Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, 18).
La belleza en la Nueva Evangelización
3. En los albores de una nueva evangelización, la belleza del acontecimiento guadalupano sigue mostrando no sólo la novedad sobrenatural de dicho acontecimiento, sino que esencialmente quiere darnos el anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo, que viene para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn 10, 10). El mundo tiene una necesidad urgente de la belleza encarnada como lo subrayó el Papa Paulo VI en su vibrante mensaje a los artistas el 8 de diciembre 1965, al clausurar el concilio Vaticano II: «Este mundo en el cual vivimos, tiene necesidad de la belleza para no oscurecerse en la desesperanza. La belleza, igual que la verdad, lleva la alegría al corazón de los hombres, es el fruto precioso que se resiste al desgaste del tiempo, que une las generaciones y hace que se comuniquen en la admiración». Contemplada con un alma pura, la belleza habla directamente al corazón, y lo eleva interiormente del asombro a la admiración, de la admiración a la gratitud y de la felicidad a la contemplación. Así crea un terreno fértil para la escucha y el diálogo porque ella es una ayuda para coger del hombre entero, espíritu y corazón, inteligencia y razón, capacidad creadora e imaginación. Es que difícilmente deja que uno permanezca indiferente: ella suscita emociones, ella pone en movimiento un dinamismo de profunda transformación interior que engendra gozo, sentimiento de plenitud, deseo de participar gratuitamente de esta misma belleza, de apropiarse de ella al interiorizarla y al integrarla en su existencia concreta.
Predilección y gratitud
4. Es por ello que en esta tarde nos sentimos orgullosos de poder contar con esta hermosa colección de maquetas y de figuras de cera, artísticamente confeccionadas bajo el genio luminoso del M. I. Sr. Cango. Don Luis Ávila Blancas, distinguido miembro del Oratorio de San Felipe, con la finalidad de plasmar en el tiempo lo que Santa María de Guadalupe ha hecho en favor de nuestro pueblo. Agradezco de verdad a usted Rev. P. Don Luis Ávila Blancas, la distinción que nos hace al compartir este tesoro artístico. En esta diócesis que ha caminado durante más de 150 años bajo la mirada maternal de la “Morenita del Tepeyac”, específicamente desde este Santuario guadalupano, el segundo más importante en el país, por su historia y su vinculación al Tepeyac y desde donde parte una de las peregrinaciones más numerosas y más fervorosas hasta la Basilia del Tepeyac. De verdad le agradecemos su generosidad, su confianza y su aprecio. Es nuestro compromiso que se promueva este museo para que gustando y saboreando de la hermosura y simpatía de cada una de sus piezas, muchos lleguemos a contemplar la hermosura y belleza del mensaje de Jesús, para poder hacerlo vida en nuestra persona, familia y cultura. Gracias al Lic. Miguel Ferro, quien en comunicación y cercanía con el P. Juan Manuel Pérez Romero, con tanta diligencia y disposición, ha gestionado para que se dispusiera de este lugar y hoy sea una realidad entre nosotros. Aprovechemos esta manera de anunciar el evangelio y de trasmitirlo entre nosotros y a las futuras generaciones. ¡Muchas gracias!
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro