Antiguo hospital de los Hipólitos, Col. Centro, Santiago de Querétaro, Qro., 11 de septiembre de 2015
Año de la Vida Consagrada – Año de la Pastoral de la Comunicación
Muy estimado Sr. Presidente Municipal de Santiago de Querétaro, Ing. Luis Cevallos Pérez, (y Esposa)
Contador Jaime Díaz Becerril, Secretario de Administración del Municipio,
Arq. Gerardo Vega González, Secretario de Obras Públicas del Municipio,
Mtro. José Antonio MacGregor Campuzano, Director del Instituto Municipal de la Cultura,
Lic. José Niembro Calzada, Delegado Municipal del Centro Histórico,
Mons. José Martín Lara, Vicario General de la Diócesis de Querétaro:
Amigos e invitados todos:
1. El cristianismo se caracteriza por el anuncio del Evangelio en el aquí y ahora de cada generación y por la fidelidad a la Tradición. La Iglesia, a lo largo de toda su historia, “se ha servido de las diferentes culturas para difundir y explicar el mensaje cristiano” (cf. GS, 7)). Como consecuencia, “la fe tiende por su propia naturaleza a expresarse en formas artísticas y en testimonios históricos que entrañan gran fuerza evangelizadora y valor cultural, a los cuales la Iglesia debe prestar la máxima atención” (cf. Juan Pablo II, motu proprio Inde a Pontificatus Nostri initio). Por este motivo, especialmente en los países de antigua, e incluso ya en los de reciente evangelización, se ha ido acumulando un abundante patrimonio de bienes culturales caracterizados por un valor particular en el ámbito de su finalidad eclesial.
2. En este sentido, también un museo de arte sacro, con todas las manifestaciones que en él se contienen, está íntimamente unido a la vivencia eclesial, ya que documenta visiblemente el camino recorrido por la Iglesia a lo largo de los siglos en el culto, en la catequesis, en la cultura y en la caridad. Un museo de arte sacro es, por tanto, el lugar que documenta no sólo el desarrollo de la vida cultural y religiosa, sino, además, el ingenio del hombre, con el fin de garantizar el presente. Como consecuencia, no puede comprenderse en un sentido «absoluto», es decir, disociado del conjunto de las actividades pastorales, sino que debe comprenderse en relación con la totalidad de la vida eclesial y con referencia al patrimonio histórico-artístico de cada nación y cultura. El museo de arte sacro necesariamente debe integrarse en el ámbito de las actividades pastorales, con el cometido de reflejar la vida eclesial por medio de un acercamiento global al patrimonio histórico-artístico.
3. En la mens cristiana, los museos entran con pleno derecho entre las estructuras dirigidas a la valoración de los bienes culturales puestos al servicio de la misión de la Iglesia, por lo que tienen que ser organizados de modo que puedan comunicar lo sagrado, lo bello, lo antiguo y lo nuevo. Son una parte integrante de las manifestaciones culturales y de la acción pastoral de la Iglesia.
4. El patrimonio histórico-artístico que ya no está en uso habitual, y que está anticuado o que no es posible custodiar, puede encontrar en los museos de arte sacro una tutela y un uso oportuno. Es necesario actuar para que tanto los bienes en uso como los que se encuentran en desuso, interaccionen entre ellos con el fin de garantizar una visión retrospectiva, una funcionalidad actual y ulteriores perspectivas en beneficio del territorio, de modo que se puedan coordinar los museos, los monumentos, las ornamentaciones, las representaciones sagradas, las devociones populares, los archivos, las bibliotecas, las colecciones y cualquier otra costumbre local. En este contexto y en la cultura que nos está tocando vivir a veces disgregada estamos llamados a realizar iniciativas encaminadas a hacer redescubrir lo que cultural y espiritualmente pertenece a la colectividad, no en el sentido estrictamente turístico, sino en el propiamente humanístico. De este modo es posible redescubrir las finalidades del patrimonio histórico-artístico, para poder gozarlo como un bien cultural.
5. A pesar de la importancia que puedan tener las instituciones de los museos en el seno de la Iglesia, la salvaguarda de los bienes culturales es, sobre todo, competencia de la comunidad cristiana. Esta debe comprender la importancia de su propio pasado, debe madurar el sentido de pertenencia al territorio en el que vive, y debe, por último, percibir la peculiaridad pastoral del patrimonio artístico. Se trata, por tanto, de crear una conciencia crítica con el fin de valorar el patrimonio histórico-artístico generado por las diversas civilizaciones que se han establecido allí a lo largo del tiempo, gracias, también, a la presencia de la Iglesia, ya sea como mecenas iluminada, ya como atenta guardiana de los restos antiguos.
6. Como Diócesis nos sentimos comprometidos en valorar, conservar y promover el patrimonio cultural, artístico y religioso, fruto del esfuerzo y del Espíritu de grandes hombres que, inspirados en la fe e inmersos en su cultura, han plasmado la experiencia de su relación entre lo humano y lo divino. Es por ello que esta noche, nos sentimos muy felices y orgullos de poder aprovechar este recinto tan emblemático en la historia de Querétaro, con la finalidad de poder ofrecer un espacio donde se conserve el patrimonio artístico de los pueblos que nos identifica y nos caracteriza. Este espacio, bello y significativo en sí mismo, es una ventana ara comunicarnos con el pasado histórico de nuestra cultura y de nuestro pueblo.
7. Quiero agradecer a las autoridades civiles municipales quienes por mediación del Ing. Luis Cevallos Pérez, pusieron todo el empeño para rescatar, conservar y promover este valioso monumento. Consciente que su finalidad de ahora en adelante será la de promover la cultura, y las bellas artes. En el contexto de la nueva evangelización, este tipo de iniciativas se engarzan muy bien en el proyecto evangelizador y misionero. Gracias por la confianza que depositan en nosotros. El convenio que hoy se hace, tengan la seguridad que es en pro de la cultura y una cultura cristiana.
¡Muchas gracias!
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro