Esta costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la fiesta de la purificación, y la presentación del Niño Dios en el templo.
Existen dos gestos convergentes que la Iglesia católica recuerda el 2 de febrero, a los cuarenta días de la Navidad: A) Hay una purificación de madre que, conforme a Lv 12, 1-8, había quedado impura por la sangre de parto. Pasando el tiempo de peligro (cuarenta días por el niño, ochenta por la niña), ella debía presentarse ante el Señor, ofreciendo un sacrificio (de cordero o de pichones). Sólo así, en dolor de sangre, ratificaba ella su maternidad sangrienta y presentaba ante Dios el propio sacrificio de la vida. B) hay una purificación o, mejor dicho, una ofrenda del primogénito varón, quien, conforme a ley antigua (Ex 13,1-2. 11-16), pertenece en exclusiva a Dios, es santo. Por eso, para que pueda vivir de una manera normal sobre la tierra, los padres deben rescatarlo, ofreciendo en su lugar un sacrificio (Gen 22).
José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que ilumina a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tenía que afrontar.
Inicialmente, la fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su origen en el Oriente, con el nombre del “Encuentro”, posteriormente se extendió al Occidente en el siglo IV, llegando a celebrarse en Roma con un carácter penitencial. Otras investigaciones hablan de que esta fiesta tuvo su origen en la antigua Roma, donde la procesión de las candelas formaba parte de la fiesta de las “Lupercales”. Esta celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación de Jesús en el Templo, asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles.
La fiesta es conocida y celebrada con diversos nombres: La Presentación del Señor (Litúrgicamente), la purificación de María, la fiesta de la luz y la fiesta de las candelas (tradicionalmente); todos estos nombres expresan el significado de la celebración. La Luz del mundo –Cristo– presentada por su Madre y su padre José en el Templo, viene a iluminar a todos como la vela o las candelas.
Este día también se lleva alguna imagen del Niño Dios vestido y engalanado para presentarse en la Iglesia o parroquia y bendecirlo. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas o velas a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres.
Con esta celebración también podemos recordar que las madres católicas se han seguido “purificando” hasta tiempos muy recientes, tras el nacimiento de sus hijos. Pero ellas, básicamente, han ido a la Iglesia para dar gracias a Dios por sus hijos y para encender una candela o cirio como signo de la Luz de la vida. En esa línea, la fiesta de la Purificación de María se ha llamado y se sigue llamando día de las Candelas.
En nuestro país, se acostumbra celebrar esta fiesta en familia y con amigos, en la cual se sirven tamales y atole de sabores o chocolate caliente.
Bendiciones a todas las familias.
Diácono: Carlos Alberto Estrada M.