Queridos amigos y lectores:
La Iglesia celebra el DOMUND, la Jornada Mundial de las Misiones, una jornada misionera en la que de un modo especial, la Iglesia universal renueva el compromiso de rezar por la misión y los misioneros, colaborar con ellos y promover la vocación y el espíritu misionero. El lema del DOMUND en este año: “Sé valiente, la misión te espera” invita a ser valientes y decidirse a comprometerse a fondo con la labor misionera de la Iglesia, con las exigencias que conlleve. “Sé valiente”. El papa Francisco invita continuamente a retomar la audacia del Evangelio. Coraje y valentía para salir de nosotros mismos, para resistir la tentación de la incredulidad, para gastarnos por los demás y por el Reino, para soñar con llegar al más apartado rincón de la Tierra. “La misión te espera”. Es la hora de tener valor para tomar parte en la actividad misionera de la Iglesia. Hasta el último confín, sin límites ni fronteras. Todos estamos llamados a la misión. El anuncio del Evangelio es una necesidad del creyente. En esta Jornada del DOMUND se hace oración, se promueven las vocaciones a la vida misionera y se apoya económica y espiritualmente a los territorios de misión, aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada. Oremos por todos los misioneros para que sean portadores y comunicadores de la paz que Cristo nos da.
SAN JUAN PABLO II, MENSAJERO DE PAZ
Hoy, también es el día en que se celebra la memoria litúrgica del Papa misionero: San Juan Pablo II. Este Pontífice fue un gran promotor de la paz, se preocupó por la fraternidad en un mundo dividido. Su mensaje de paz fue sencillo y exigente, porque se dirigía a cada uno personalmente, invitando a que cada quien ofreciera su colaboración para establecer la paz en el mundo. Él afirmó varias veces: “La paz nace de un corazón nuevo”. Invitó a no permanecer indiferentes ante las sombras y amenazas, a no olvidar las luces y esperanzas existentes. Tenía razón el Papa cuando afirmaba que el hecho de recurrir a la violencia y a la guerra proviene del pecado del hombre, de la ceguera de su espíritu, o del desorden de su corazón, que invocan la injusticia como motivo para desarrollar o endurecer la tensión o el conflicto. Si los sistemas actuales, engendrados por el «corazón» del hombre, se revelan incapaces de asegurar la paz, es preciso renovar el «corazón» del hombre, para renovar los sistemas, las instituciones y los métodos. La fe cristiana posee una palabra para designar ese cambio fundamental del corazón: «conversión». Se trata de renunciar a la violencia, a la mentira, al odio. Pidamos la intercesión de San Juan Pablo II, para que cada vez la paz sea más verdadera y se arraigue en el corazón mismo del hombre, que todos nos comprometamos a tener un corazón renovado y fraterno en la construcción de la paz.
Con mi oración, cariño y bendición.
En Cristo, nuestra Paz
† Carlos Garfias Merlos,
Arzobispo de Morelia.