1.Los obispos de México reunidos en nuestra CIV Asamblea saludamos a todos los fieles creyentes y hombres y mujeres de buena voluntad. Les expresamos nuestro afecto, cariño y cercanía.
2.Hemos vivido días de mucha tristeza y sufrimiento. Los sismos y huracanes nos han golpeado fuertemente; sin embargo, Dios ha estado con nosotros. No ha sido Él quien nos ha golpeado. Él ha hecho salir lo mejor de nosotros mismos. Porque Él está a nuestro lado, fortalezcamos nuestra esperanza: “¿Qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el Señor nuestro Dios siempre que le invocamos?” (Dt 4,7).
3.Hemos sido testigos de la bondad que Dios ha puesto en el corazón de cada hombre y mujer. Otra vez nos ha impresionado y edificado la generosidad de tantos jóvenes que, al lado de muchas personas mayores, ofrendaron manos y recursos en los momentos inmediatos de las tragedias. Pronto se sumaron, de manera muy solidaria, grupos y personas de toda nuestra patria, así como instituciones nacionales e internacionales. A todos ellos nuestra admiración y gratitud.
4.La caridad nos sigue urgiendo. Es tiempo de reconstruir nuestras casas, nuestras escuelas y nuestros templos, así como otros lugares donde también se consolida, fortalece y alimenta nuestra identidad personal, familiar y comunitaria. Es tiempo de reconstruir espiritual, psicológica y emocionalmente a cada persona y a cada pueblo. Pongamos lo mejor de nosotros en esta tarea. Ningún recurso se desvíe de su intención.
5.También es tiempo de reconstruir nuestra Patria. Con profundo dolor y preocupación constatamos que siguen presentes esas otras calamidades que cimbran, derrumban y destruyen nuestra gran nación: la injusticia e inequidad, la corrupción e impunidad, las violencias, el narcotráfico, los asesinatos y desaparecidos, la inseguridad y extorsión, los atentados a la familia, a la niñez y a la juventud. Confiamos al Señor, que “es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46, 1), nos conceda vernos de pie y consolidados en la justicia y en la caridad. Todos y cada uno según nuestra propia vocación, somos necesarios para construir una sociedad más justa, próspera y en paz. Nadie se sienta excluido, todos somos parte en la solución.
6.Los próximos comicios electorales son una privilegiada ocasión para comprometernos en la reconstrucción de nuestra patria. Busquemos hacer “el bien posible” esto es: “impulsar todo lo que aporte al bien común, a la paz, a la seguridad, a la certidumbre, a la justicia, al respeto de los derechos humanos y a la solidaridad real con los más pobres y excluidos”*. Nuestra patria requiere la responsable participación de cada uno.
7.En esta obra de reconstrucción, el Espíritu del Señor nos impulsa a través de la I jornada mundial de los pobres, que viviremos el próximo domingo, a hacer de la misericordia nuestro estilo de vida. Además, el Año de la Juventud que hemos establecido en nuestra patria, como preparación al Sínodo de los Obispos en el 2018, nos compromete a impulsar a nuestros jóvenes a ser protagonistas de la Nueva Evangelización a compartir la fe que han recibido y discernir su vocación en el seguimiento de Jesús.
8.Confiamos al Señor y a la intercesión maternal de la Virgen María de Guadalupe y de los Santos Niños Mártires Tlaxcaltecas recientemente canonizados, el Proyecto Global de Pastoral 2031 2033 que estamos elaborando, como nos lo ha pedido e inspirado el Santo Padre Papa Francisco el año pasado. A fin de que propicie la conversión pastoral de todos los agentes, particularmente de nosotros obispos, para que cercanos a ustedes y con un renovado espíritu sigamos construyendo el Reino de Dios.
*Sr. Cardenal J. Francisco Robles Ortega, Presidente de la CEM; Mensaje de apertura a la CIV Asamblea.