de Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de las Casas
OTROS JÓVENES SON POSIBLES
VER
Hace meses, apareció este letrero en una esquina de las calles de nuestra ciudad: ¡Qué bonito es estar loco y andar suelto! Luego lo borraron. Ahora, en el mismo lugar, pintaron sólo este nombre: CRISTO. ¡Qué cambio!
Estuve en una diócesis del occidente del país, acompañando los ejercicios espirituales del presbiterio, y algunos sacerdotes me comentaban que muchos jóvenes de sus parroquias soñaban con ser narcos, porque veían a esos capos derrochando dinero por todas partes, con unas casas muy elegantes, con potentes armas, en placeres y diversiones de todo tipo. También me llamó la atención que son pocos los alumnos de su Seminario, pues la juventud va por otros caminos.
Hace años, en las comunidades indígenas casi no había pastoral juvenil, porque los jóvenes se unían en matrimonio a muy temprana edad. Hoy eso ha cambiado. Las y los adolescentes estudian, salen a trabajar, tienen otras oportunidades en su vida, cursan la Universidad, y varios llegan a los 25-30 años sin casarse. También hay muchos embarazos prematuros, abortos y suicidios.
En una sola parroquia indígena, recién celebramos 3,200 confirmaciones de solo jóvenes, pues en varias de nuestras diócesis se recibe este sacramento después de los 14 años. En otras parroquias, aunque en menor número, sucede algo semejante. Hay una nueva juventud, que nos ilusiona, pero que también nos preocupa. No todos los sacerdotes le dan la prioridad pastoral que se requiere, y los padres de familia se sienten desplazados, sin saber cómo educar a sus hijos.
PENSAR
El Papa Francisco decidió que el próximo Sínodo Mundial de Obispos, a realizarse a fines de 2018, se dedique precisamente a este tema: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. La Secretaría del Sínodo ya nos envió el documento preparatorio, para iniciar una consulta a nivel mundial sobre la realidad que están viviendo los jóvenes, para reflexionar sobre su identidad humana, cristiana y vocacional, y para hacer propuestas sobre su evangelización en nuestro tiempo. Ojalá le demos la importancia que merece.
Me llaman la atención algunas frases del documento: “A través de los jóvenes, la Iglesia podrá percibir la voz del Señor que resuena también hoy. Como en otro tiempo Samuel y Jeremías, hay jóvenes que saben distinguir los signos de nuestro tiempo que el Espíritu señala. Escuchando sus aspiraciones podemos entrever el mundo del mañana que se aproxima y las vías que la Iglesia está llamada a recorrer”.
Al describir algunos datos sobre la realidad juvenil, dice: “Existe una pluralidad de mundos juveniles, no sólo uno”. Y enumera algunas realidades: Hay “un contexto de fluidez e incertidumbre, malestar social y dificultad económica, inseguridad, desocupación, explotación sobre todo infantil, aumento exponencial del número de refugiados y migrantes. Frente a pocos privilegiados que pueden disfrutar de las oportunidades ofrecidas por los procesos de globalización económica, muchos viven en situaciones de vulnerabilidad y de inseguridad, lo cual tiene un impacto sobre sus itinerarios de vida y sobre sus elecciones. El mundo contemporáneo se caracteriza por una cultura “cientificista”, a menudo dominada por la técnica y por las infinitas posibilidades que ésta promete abrir, en cuyo interior no obstante se multiplican las formas de tristeza y soledad en las que caen las personas, entre ellas muchos jóvenes”.
Ya en su Exhortación Evangelii gaudium, el Papa había dicho: “La pastoral juvenil ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. Se hace necesario ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia. Aunque no siempre es fácil abordar a los jóvenes, hay la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!” (105-106).
ACTUAR
Demos a los jóvenes la importancia que merecen. No nos quedemos en juzgarlos y condenarlos, porque ya no son como éramos nosotros. Aprendamos a escucharlos, comprenderlos, respetarlos, y presentarles la persona y el mensaje de Jesús. Cuando lo descubren, se apasionan por El y toda su vida se transforma. Y que conozcan el documento preparatorio del próximo Sínodo, con la posibilidad de que respondan al cuestionario final.