Oaxaca le dice ‘sí a la vida’
Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, 24 de septiembre de 2019
DIMENSIÓN EPISCOPAL PARA LA VIDA
SRS, ARZOBISPOS Y OBISPOS.
SRS. PRESBITEROS
HERMANOS LAICOS
HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD.
En días recientes, en el Congreso del Estado de Oaxaca algunos legisladores han propuesto modificar la definición del aborto provocado en el código penal para que se pueda eliminar la vida de un hijo en las primeras 12 semanas de gestación al amparo de la ley. Proponen modificar la definición del aborto provocado, que implica la eliminación directa de un ser humano en sus primeras etapas de desarrollo. En adelante se cometería impunemente en esas primeras semanas con el eufemismo: interrupción legal del embarazo» o «interrupción voluntaria del embarazo», para esconder la realidad que implica pues con el aborto no se interrumpe el embarazo, se termina con la vida del hijo o hija. Debemos tomar en cuenta que «la aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida» (EV. 58 ).
Además, se propuso modificar la Constitución del Estado de Oaxaca para que únicamente exista reconocimiento del derecho a la vida humana a partir del nacimiento y no desde su concepción, de modo que la protección constitucional de ese derecho queda eliminada durante todo el embarazo. Hay otras modificaciones que también influyen sobre esta temática, La Congregación para la Doctrina de la Fe en su Instrucción Donum vitae, afirma: «El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida» (DV.I,1).
Asimismo, también en días recientes en el Congreso de la Unión, una legisladora hizo amplia difusión en medios de comunicación en el sentido de que su partido, Morena tendría dentro de su agenda legislativa, según ella con voto unánime, la legalización del aborto a nivel Federal. No ha habido voces del partido que confirmen o desmientan el dicho de la diputada, que es Coordinadora de la Subcomisión de Feminicidios y Violencia contra las Mujeres en el Congreso Federal. Recordemos que el aborto: es una herida gravísima causada a la sociedad y a su cultura por quienes deberían ser sus constructores y defensores […] Estamos ante lo que puede definirse como una <<estructura de pecado>> contra la vida humana aún no nacida» (8V.59).
La lglesia, siempre asume el deber incondicional de reconocer y proteger la dignidad humana en todo momento, como dice la Instrucción Dignitas personae «A cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona» (DP.l). Ese reconocimiento y protección, inicia con el primero de todos los derechos, el de apreciar y proteger la vida humana. No somos dueños de la vida ni para darla ni para quitarla. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Juan 10, 1ü), es el mensaje de Cristo. (cf. PGP 172).
Existen graves crisis en la sociedad y en las relaciones humanas. El don de la maternidad es un talento único que ha sido otorgado a la mujer. No obstante, con frecuencia las mujeres se ven expuestas a mensajes que las convierten en objetos, sin aprecio y sin reconocimiento. Ante el embarazo, en ocasiones, la sociedad en vez de tender una mano, orilla a la mujer a considerar que, el siguiente paso ante una dificultad es abortar. Pero, las situaciones de violencia y de dolor, no justifican ni se resuelven dirigiendo la carga hacia el más inocente y quitándole la vida. No se puede justificar un mal con otro mal. Terminar con la vida del hijo no nacido, nunca será un mal menor. Un mal menor sería, por ejemplo, el darlo en adopción, pero matarlo siempre es un mal mayor.
En esta época en que se incrementa la conciencia de nuestra responsabilidad por el cuidado de nuestro planeta, la «casa común», y que existe una gran sensibilidad hacia el daño a los animales, resulta incongruente que se alcen voces que pidan quitar la vida a un ser humano, a un hijo antes de nacer. Digámoslo claro: no se puede promover la protección del planeta y defender el aborto. Si queremos ser responsables con la naturaleza debemos empezar siendo respetuosos y responsables cor la vida humana, la vida de nuestra propia especie. Como dirá el Papa Francisco: «No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana» (EG.2l4).
En el debate social vemos que la argumentación, traslada la carga de la prueba, hacia el hijo que no ha nacido. Parecería que es el hijo el que tiene que llegar a merecer su derecho a vivir. No es así. No es el hijo el que debe demostrar su derecho a vivir, sino que somos los demás los que tenemos la obligación incondicional de reconocer y de respetar su vida.
Reafirmamos que es obligación del Estado proteger el derecho de cada ser humano a preservar su vida, desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. No es un tema de mayorías o minorías, ni hay derechos que puedan invocarse para arrebatar este primer y fundamental derecho. Es un tema de humanidad, como sentenció en su momento Terencio: «hombre soy y nada de lo humano me es ajeno» (165 a.C).
En esta coyuntura, invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a que se expresen y actúen. Alentamos a nuestros conciudadanos, católicos o no católicos, creyentes o no creyentes, a que alcemos la voz por los que no tienen voz y protejamos, de forma clara y firme, -la vida de cada ser humano desde el momento de la concepción hasta su muerte natural-, de forma incondicional. Exhortamos, a que se defienda la vida de todo ser humano, pero en especial de aquellos quo se encuentran en un estado de mayor fragilidad o vulnerabilidad, como puede ser en el vientre materno, y no pueden defenderse por aquellos medios lícitos que tenemos a nuestro alcance. Los laicos, pueden y deben alzar su voz en medios privados y públicos, de forma individual y colectiva, y acudir a los gobernantes y representantes para impedir, que se llegue a cualquier decisión, que arrebate la protección del derecho a la vida de los no nacidos.
Exhortamos también, a los miembros de todas las expresiones políticas que creen en el derecho a la vida, a que no tengan miedo, a que establezcan un frente común que frene cualquier amenaza a este primer derecho humano, sin el cual no existiría los demás.
Ponemos en manos de Santa María de Guadalupe, Reina de América y Madre dela vida esta exhortación, para que toque los corazones y actúen a favor de los que no pueden defenderse ni alzar su voz, porque no han llegado a nacer, y para que proclamemos, sin temor, un sí decidido a la vida, a toda vida humana (cf.EV. 5)
Mons. Jesús José Herrera Quiñonez
Obispo de Nuevo Casas Grandes y
Responsable de la D.E. para la Vida