+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
Con tristeza, anuncio que este sábado 11 de marzo, en Roma se dio a conocer la noticia de que Mons. Enrique Díaz Díaz, hasta ahora Obispo Coadjutor de San Cristóbal de Las Casas, ha sido trasladado como II Obispo de Irapuato. Lo lamento de verdad, por nuestra parte. Sin embargo, felicitamos a la diócesis de Irapuato, porque tendrán un buen pastor, muy centrado en Cristo y en su Iglesia, y muy cercano al pueblo, sobre todo a los marginados.
¿Cuál fue la razón de este cambio? Era previsible que quedara como Obispo de San Cristóbal de Las Casas, pues así se había decidido desde el 15 de mayo de 2014, cuando el Papa Francisco le designó Coadjutor, con derecho a sucesión en esta sede episcopal.
Personalmente expuse al Papa las razones por las que yo consideraba que Mons. Enrique era la mejor opción para esta diócesis. Ya llevaba varios años sirviendo entre nosotros, con mucha competencia y entrega. El Papa comprendió las razones que le expuse y tomó la decisión de nombrarlo Coadjutor. Mons. Enrique, a pesar de algunas resistencias que puso, en ese momento aceptó el cargo.
Sin embargo, posteriormente expuso a los colaboradores del Papa que, pensando sólo en el bien de la diócesis, él consideraba que no era oportuno ni conveniente que continuara aquí. Opinaba que era necesario un cambio de su persona, para que alguien diferente impulsara más la vida y la pastoral de esta Iglesia local. Mons. Enrique no rechaza a la diócesis, sino que, en su opinión, otro obispo, diferente a él, puede ayudar a seguir creciendo y consolidando lo que se ha logrado avanzar pastoralmente. Y como él insistió en Roma en su postura, el Papa no quiso presionarlo para que se quedara en San Cristóbal y respetó su opción de cambiarlo a otro lugar. Nunca estuve de acuerdo con su opinión y con su sentimiento, pero siempre fui y seré muy respetuoso de su decisión. Si Mons. Enrique no hubiera insistido en sus razones, seguiría entre nosotros. En días pasados, se mandaron cartas al Papa pidiendo que Mons. Enrique siguiera en la diócesis, pero quizá llegaron fuera de tiempo, pues esta decisión supuso un largo proceso anterior.
No hay otros motivos de este cambio, y hay que desechar cualquier otra interpretación sin fundamento. Entre nosotros dos ha habido, por gracia de Dios, mucha comunión y sintonía personal y pastoral, y la seguirá habiendo. No hay desconfianza hacia la diócesis y hacia Mons. Enrique, sino sólo estos motivos pastorales que él expuso, con la única intención de procurar el bien de la misma diócesis.
¿Por qué se le traslada a Irapuato? Porque es una de las diócesis vacantes, que se formó con parroquias y con sacerdotes en su mayoría de la arquidiócesis de Morelia, de donde Mons. Enrique es originario. Conoce, por tanto, la situación y la historia de esa reciente diócesis, sobre todo a muchos de sus sacerdotes, que fueron sus contemporáneos. No va a un lugar desconocido, aunque ciertamente allá no hay indígenas, a los cuales Mons. Enrique ha demostrado mucha cercanía.
Extrañaremos a Mons. Enrique, pero respetamos su opción. Le expresamos nuestro profundo agradecimiento por los 14 años que desgastó su vida entre nosotros. Personalmente, valoro y agradezco mucho su apoyo, su amistad y su colaboración.
Su despedida oficial de nuestra diócesis será el Martes Santo, 11 de abril, en la Misa Crismal, en Catedral, a las 12 horas, con participación de sacerdotes, religiosas y fieles laicos. Hasta entonces, seguirá asumiendo los compromisos que se le habían asignado. En esa fecha, nombraré Vicario General de la diócesis al Pbro. Luis Manuel López Alfaro, hasta ahora Vicario de Pastoral.
Mientras el Papa no acepte mi renuncia que le presenté hace casi dos años, seguiré tratando de servir en esta diócesis. Y ruego su oración tanto por Mons. Enrique como por un servidor, para que, donde quiera que estemos, trabajemos por el Reino de Dios.