Manifestamos a todos los maestros, de cualquier parte de la geografía nacional, nuestro aprecio y gratitud. En este día en que celebramos esta hermosa vocación, queremos compartirles tres reflexiones puntuales:
1.- Creemos muy importante que todos los que participamos en la labor educativa, podamos afinar y vivir a plenitud el sentido profundo de la educación. La educación es “comunicar desde una experiencia previa para construir una realidad humana nueva. Recorrer un camino para llegar a la meta de la propia realización. Formar e impulsar a una persona para que logre el desarrollo de su conciencia y alcance la madurez de su ser. Desarrollar integral y armónicamente las capacidades de cada ser humano. Vivir para realizarnos. Perfeccionar al ser humano a través del desarrollo de virtudes que enriquecen a la propia persona, al mundo y a los demás. Introducirnos a la totalidad de los factores que integran la realidad, sin negar ninguno, descubriendo su significado último y valorando cada uno en su justa dimensión” (Educar para una nueva sociedad, No. 44).
2.- Es siempre bueno reconocer en cada educando, a un ser humano único e irrepetible, en una realidad histórica concreta, abierto a superar sus condicionamientos negativos y deseoso de seguir creciendo y afirmando sus cualidades. Todos necesitamos ayuda para sumergirnos en la comprensión del mundo, de la misma realidad humana, y por supuesto de Dios. Por sí mismo nadie puede construir el conocimiento que le dé el sentido y la plenitud de la existencia. Lo importante no es sólo nacer a la vida biológica, a la del cuerpo, sino también a la del espíritu, que es conciencia, razón, afectos, imaginación, memoria, entre otras muchas cosas. Somos una unidad compuesto de espíritu y cuerpo.
3.-La cultura que nos ha tocado vivir está marcada por la aceleración, la fragmentación, la cuantificación y los procesos tecnológicos que automatizan y cosifican la existencia. Por ello, es muy necesario privilegiar el diálogo y la escucha, la comprensión y el encuentro, ante la toma de decisiones en los ambientes de educación formal y no formal. La inclusión, el discernimiento, la comunicación con los padres de familia, los directivos, sindicatos y la sociedad civil, así como el gobierno y la iniciativa privada, son esenciales para poder impulsar todos juntos la educación de todos y cada uno de los niños y jóvenes de nuestro País.
No nos resta más que desearles que su vocación sea verdaderamente un camino de plenitud, en el servicio y la creatividad. La Iglesia Católica en México, no deja de reconocer la importancia de la aportación del maestro a la sociedad y a la cultura.
Imploramos la sabiduría de Jesucristo, Divino Maestro, así como la intercesión de Santa María de Guadalupe, para que todos juntos ofrezcamos condiciones de un desarrollo humano integral, que reconcilie y fructifique, la vida de toda persona, de nuestra Patria.
Ciudad de México, a 15 de mayo de 2017.
+ Cardenal Alberto Suárez Inda
Arzobispo Emérito de Morelia y
Responsable de Pastoral Educativa de la CEM.
+ Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey y
Secretario General de la CEM.