Mensaje al Pueblo de México
México, a 12 de noviembre del 2020.
Prot. Nº110/20
Mensaje al Pueblo de México
“…al verlo, se conmovió profundamente, se acercó y le vendó sus heridas, curándolas con aceite y vino.” (Lc 10,33)
Los obispos mexicanos, con abrazo fraterno nos dirigimos al Pueblo de Dios que peregrina en esta Nación mexicana en medio de una crisis profunda, acentuada por la pandemia del COVID-19, que llegó de manera inesperada, mostrando la fragilidad de las estructuras del País. Después de varios meses de prueba, parecía que había pasado lo más grave de la crisis, que habíamos tocado fondo y que volvíamos a una nueva realidad; sin embargo, cada día aumentan los contagios y las muertes: Son amigos, familiares, fieles, en muchos casos personas que tenían una responsabilidad familiar, social o pastoral.
La crisis ha afectado todos los campos de la vida: Una economía en decrecimiento y muchas empresas en quiebra; el sistema de salud con pocos recursos, con graves deficiencias; la realidad política de una democracia incompleta, con resentimiento social; un sistema educativo débil; la violencia se ha incrementado. A esta situación, de suyo compleja, se suman los hechos constantes del narcotráfico y el crimen organizado, de las ideologías contra la vida que siembran desesperanza y descalificaciones. El cansancio, la soledad y desesperación aumentan cuando hay carencia de alimentos y medicamentos.
Sin embargo, estas sombras, unidos a Cristo resucitado se transforman en signos de esperanza: Tantos hermanos que, aun en circunstancias de riesgo y miedo, como son: Médicos, enfermeros y enfermeras, personal de limpieza, cuidadores, voluntarios, familias, empresas, sacerdotes, religiosas, diáconos, agentes de pastoral, en un servicio generoso en distintas actividades, son manifestaciones de la conciencia de ser familia, comunidad, de que vamos en la misma barca y nos ayudamos unos a otros.
Como pastores, queremos ser responsables de caminar con ustedes, Pueblo de Dios, que esperan de nosotros una especial valentía profética frente a las circunstancias actuales de nuestro País, y quieren ver en nosotros un testimonio humilde y sencillo de cercanía auténtica. Queremos dar una palabra de consuelo: “Que todos nuestros espacios eclesiales sean verdaderos oasis de misericordia. El trato respetuoso, la palabra amable, la escucha paciente, la preocupación sincera por el sufrimiento del otro, son lugares privilegiados para testimoniar la redención de Jesucristo” (PGP 149).
También queremos dar una palabra de esperanza: “El Reino de Dios no es sólo una promesa futura para después de la muerte, sino una realidad que ha comenzado ya en la persona de Jesús. Esta realidad tiene valores concretos que pueden descubrirse en la vida de la comunidad: …en los pequeños pasos que se dan en una familia para vivir el amor y la paz, en los logros de los grupos humanos por tener sociedades más justas y fraternas.” (PGP 119)
Con la mirada puesta en Santa María de Guadalupe, llenos de esperanza, sigamos edificando la“Casita Sagrada” de nuestra identidad de Pueblo de Dios en nuestra Patria, en toda América y en el mundo entero, descubriéndonos y valorándonos como hijos del mismo Padre, favoreciendo el encuentro, el diálogo, la convivencia y solidaridad en actitudes fraternas marcadas por el perdón, el amor, la justicia y la paz (Cfr PGP 154).
“De una crisis no salimos igual: o salimos mejores o salimos peores”, decía recientemente el Papa Francisco ante la ONU (25.09.20). Y con este espíritu nos animamos a preparar el futuro con esperanza, generando procesos nuevos, superando el egoísmo, las desconfianzas y las descalificaciones, y trabajando por la unidad y concordia. Como el Buen Samaritano, queremos ayudar a sanar a quienes están heridos por muy diversos motivos.
Con nuestra palabra de consuelo, de esperanza y de aliento, seamos “Iglesia en salida”. Con Cristo crucificado y resucitado vayamos a todos los lugares y las personas, sea de manera física, espiritual o virtual. “Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie…” (EG 14).
Es urgente establecer tareas específicas en el campo de lo social: para los pobres y con los pobres, con el mundo del trabajo, con los empresarios, para la promoción de un desarrollo sustentable y socialmente responsable, “incorporando la Doctrina Social de la Iglesia como un eje transversal en la formación de los agentes de pastoral, en las catequesis ordinarias y pre-sacramentales de todos los fieles cristianos.” (PGP 176).
En actitud de conversión pastoral, caminemos juntos, escuchándonos mutuamente y de corazón, sobre todo escuchando al Espíritu Santo que nos conduce y sostiene. Ejercitemos también una conversión ecológica, de una nueva actitud “con la hermana madre tierra”, como lo expresa San Francisco de Asís.
En preparación a las elecciones políticas en nuestro País el próximo año y siguiendo la inspiración del Papa Francisco, quien reitera que “la política es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (FT 180), conozcamos y analicemos las propuestas de los candidatos a los puestos públicos y participemos con responsabilidad.
Santa María de Guadalupe, que “nos rescató del aislamiento y nos congregó con especial predilección para formar un pueblo, el pueblo de México” (PGP 177), nos sostenga en este camino de encuentro solidario y fraterno.
Todos los Obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Presidente de la CEM
Mons. Alfonso Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey
Secretario General de la CEM