Queridos amigos y lectores:
Celebramos en toda la Iglesia el II Domingo de Adviento; a todos ustedes, la Paz de Aquel que viene a nuestro encuentro. Hoy se nos invita a «preparar el camino del Señor», un camino concreto y bien definido, camino de compromiso fiel a su persona y su Palabra.
María en el Adviento: la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de Guadalupe
La presencia de la Santísima Virgen María es muy importante durante el tiempo del Adviento. Ella nos prepara para recibir a su Hijo Jesús entre nosotros. Celebramos dos fiestas marianas importantes en estos días: la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de Guadalupe; además, el último domingo de Adviento tiene una connotación eminentemente mariana. María, con su presencia, nos enseña a prepararnos para la celebración de la Navidad.
Durante los doce primeros días del mes de diciembre, centenares de peregrinaciones caminan, entre cánticos y oraciones, hacia parroquias y templos de nuestra Arquidiócesis, acompañadas de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Este gesto popular, que se repite cada año, tiene un profundo valor simbólico, y refleja lo que hay en el alma del pueblo católico en esta región y en México entero.
La Guadalupana es una expresión religiosa que ha dado una identidad y ha estructurado una cultura con rasgos de mucho valor para el pueblo mexicano. Las peregrinaciones con la Guadalupana son ocasión para que emerjan valores de extraordinario valor como el encuentro, la solidaridad, la participación, la colaboración, la fiesta y la alegría. Estos valores son muy importantes para nuestro pueblo, tan necesitado de ciudadanos disponibles para construir un proyecto de nación solidaria y justa.
La Virgen María es una figura central en el Adviento, que las comunidades cristianas celebramos en este tiempo para prepararnos a la Navidad con un hondo sentido espiritual y humano. Ella es la mujer disponible para los demás, para Dios y para su pueblo, y dispuesta a todo con tal de que nazca un mundo nuevo a través de su Hijo, el Hijo de Dios. Por eso, María, en su Inmaculada Concepción y con el nombre de Guadalupe, se ha ganado el corazón de los fieles y del pueblo mexicano, pues representa las aspiraciones de justicia, de paz y de fraternidad.
María y Don Vasco de Quiroga
En el marco de la fiesta de Nuestra Señora de Salud, Patrona de nuestra Arquidiócesis, quiero invitarlos a todos a seguir los pasos de Don Vasco; a seguir invocando el amor y la mirada de María sobre nuestra Arquidiócesis de Morelia, para que la flama de la fe siga encendida entre nosotros. Don Vasco de Quiroga fundó, en 1538, la Cofradía de Santa Marta, lo que hoy se conoce como el Templo del Sagrario, entre los años de 1536 y 1539, con el propósito de fortalecer la devoción de la Virgen María, al tiempo que ordena elaborar una imagen de la Virgen de la Asunción a base de pasta de caña de maíz, grabando en su base la leyenda en latín: Salus Informorum (“Salvación de los enfermos”). A lo largo de los años se le han atribuido muchos favores, miles de personas la seguimos visitando en su Basílica en Pátzcuaro, la seguimos venerando y amando. Que la Virgen María, quien inspiró a Don Vasco de Quiroga a entregarse por su pueblo y a luchar por la justicia social, nos ayude ahora a nosotros en la tarea evangelizadora que hemos emprendido como Arquidiócesis; al igual que Don Vasco, sintamos en nuestra Señora de la Salud la compañía y la protección de María para que en nuestra sociedad y en nuestras familias se conozca y se viva el Evangelio de Paz.
Con mi oración, cariño y bendición.
En Cristo, nuestra Paz
† Carlos Garfias Merlos,
Arzobispo de Morelia.