de Luis-Fernando Valdés
Sacerdote, Doctor en Teología
Algunas noticias sobre la reciente Carta apostólica del Papa Francisco han causado cierta confusión sobre el aborto y la excomunión. ¿Ya no hay excomunión por abortar? ¿Ya están perdonados automáticamente quienes abortaron?
1. Las confusiones: pecado y excomunión. El aborto es un tema muy controversial, porque la moral católica siempre ha sostenido que es un pecado grave, ya que priva de la vida a un ser humano inocente.
Para que los fieles puedan entender que el aborto es una acción especialmente mala, la Iglesia utiliza términos duros como “pecado mortal”, “pecado grave” o “acción intrínsecamente mala”. Y, además, sanciona a las personas que lo cometen con una pena muy grave que es la excomunión.
Así surge la confusión sobre si es lo mismo “pecado grave” que “excomunión”. “Pecado grave” es una acción libre que rompe la comunión con Dios o con el próximo. El aborto es una acción gravemente mala porque quita la vida de un inocente.
Y la “excomunión” es la pena (castigo) que la Iglesia impone a los católicos que cometen este pecado. Se trata de “la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos” (Catecismo Iglesia Católica, 1463).
2. ¿Por qué el aborto conlleva una excomunión? La excomunión es un castigo muy fuerte, ya que implica una ruptura con los vínculos que unen al creyente a Cristo por medio de la Iglesia, pero que tiene una finalidad pedagógica: disuadir a los fieles para que no cometan este crimen.
En otras palabras, es una manera muy clara de explicar a los creyentes que abortar voluntariamente es un pecado muy grave. Francisco lo reiteró en su reciente Carta apostólica, Misericordia et misera (21 nov. 2016): “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente” (n. 12).
Sin embargo, la finalidad de esta medida no es “dar de baja” a los fieles que han cometido un aborto, sino invitarlos a buscar la misericordia de Dios. Así lo explica el Papa, quien afirma muy categórico “que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre” (Ibidem).
3. ¿Qué es lo que autorizó el Papa? Con motivo del término del Jubileo de la Misericordia, Francisco pidió a toda la Iglesia “seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina” (n. 5).
Por eso, el Papa concedió “a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto” (n.12). Esto quiere decir, que antes del Jubileo y de esta nueva disposición, el pecado de aborto solo podía ser absuelto por el obispo o por los sacerdotes que éste indicara, pero ahora lo podrá hacer cualquier sacerdote.
En cambio, el Pontífice no afirmó que ya, de modo automático, todo persona que haya abortado esté perdonada. Más bien, se requiere que esa persona esté arrepentida y libremente acuda a la confesión.
El aborto sigue siendo un pecado muy grave, por lo que continúa vigente la excomunión para los fieles que lo cometen. Pero Francisco quiere enfatizar que la misericordia es mayor que el pecado. Por eso, la facilidad para obtener el perdón para este pecado grave no significa quitarle importancia al aborto, sino que nos habla de la abundancia de la amor misericordioso de Dios.
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