Claro y contundente estuvo en sus declaraciones a los medios en la Sala de Prensa de la Santa Sede el cardenal Rodríguez Maradiaga, a propósito del tema que está trabajando el Sínodo de los Obispos. “Algunos católicos -dijo- al entrar en la política, dejan de utilizar la Biblia como libro de cabecera y asumen el Príncipe de Maquiavelo, según el cual el fin justifica los medios”. Esta apreciación fácilmente comprobable del señor cardenal de Honduras se refería a los hombres de la política que, haciendo profesión de fe católica e incluso siendo observantes de sus preceptos, cuando asumen un cargo público se alejan no sólo de la asistencia al culto y de los sacramentos, sino de los mismos principios de su fe.
Esta realidad de la triste condición humana que prefiere lo fácil a lo verdadero y lo útil a lo duradero, ha llegado a ser norma común y hasta ha logrado acuñar dichos populares cargados de cinismo para justificar conductas inmorales. Esto demuestra que El Príncipe del florentino no es sólo mucho más conocido que la Biblia, sino que se ha convertido en la Biblia secularizada del oportunismo político reinante y rampante.
Es, pues, de agradecer la invitación serena y el deseo vigoroso que expresa el señor Cardenal de tener en la Iglesia “más laicos comprometidos en las instituciones financieras, que deben ser reformadas” sin tardar; y lo comprueba con un dato revelador: “En mayo pasado se reunieron los grandes de la FAO y la conclusión fue que no hay posibilidad de aliviar el hambre en el mundo. Pero, para aliviar la codicia de las instituciones financieras hay trillones de dólares”, asentó el Prelado hondureño. Y concluyó: “El mercado no existe. Son los directores del mercado que hicieron del mercado un dios con pies de barro. Una economía basada en la especulación”. Estamos en manos no de economistas, sino de especuladores.
Quienes pierden son, como siempre, los pobres. Es necesaria una verdadera conversión del corazón que auspicia la Palabra de Dios y alienta la Iglesia mediante la Doctrina Social Católica, y que el papa Benedicto y el magisterio eclesiástico han venido subrayando con particular insistencia. Sólo a través de la escucha de la Palabra de Dios se puede llegar a una humanización verdadera de la sociedad; pero cuando se excluye a Dios y su santa Palabra de la enseñanza, de la escuela, de la política, de la economía, de la medicina, de la familia, de la vida, sólo queda lo que estamos viendo y viviendo… y lo que venga.
† Mario De Gasperín Gasperín Obispo de Querétaro