Dejémonos purificar por Jesús

III DOMINGO DE CUARESMA
Jn. 2, 13 – 25

Las apariciones de la virgen de Fátima nos revelan un contundente mensaje para toda la Iglesia, y la invitación va orientada a intensificar la oración y a tomar en serio el proceso de conversión de nuestra vida cristiana. El Papa Benedicto XVI quiso viajar como Peregrino al lugar de las apariciones el 11 de mayo de 2010, y en ese viaje el Santo Padre hace una relación donde liga el sufrimiento de la Iglesia con la profecía de Fátima: “Los sufrimientos vienen… del pecado que existe en la Iglesia… Debemos reaprender precisamente lo esencial: la conversión, la plegaria, la penitencia y las virtudes teologales. Así respondemos, somos realistas al esperar que el mal siempre ataca, ataca desde el interior y desde el exterior, pero que también las fuerzas del bien están siempre presentes y que, al final, el Señor es mas fuerte que el mal, y Virgen es para nosotros la garantía visible de la bondad de Dios …”

Al leer el evangelio de este domingo encontramos la descripción de la valiente decisión de Jesús, que desde los inicios de su ministerio manifiesta con esta acción purificadora de tal manera que su deseo es que se destierre todo aquello que nada tiene que ver con lo sagrados, ya que se lastimaba la fe; los peregrinos eran robados por usureros sin escrúpulos y las ganancias iban a dar
en los bolsillos de los especuladores y de algunas algunos «listos».

Jesús es el nuevo Templo, a través del cual todos nos podemos encontrar con Dios; por eso dirá: destruyan este templo y lo reconstruiré en tres días. Jesús tiene la autoridad para limpiar y purificar la casa del Padre, porque ha sido enviado para proclamar la Nueva Alianza entre Dios y el pueblo. Jesús limpia el templo como signo de la renovación que ha venido a realizar en el hombre; ha venido a los enfermos no a lo sanos. Nosotros, todos los que nos presentamos como creyentes en Cristo, somos templos del Espíritu Santo, y estamos orientados a guardar en nosotros la presencia misma del Espíritu Santo, a guardar en nuestro interior la presencia misma de Dios.

En nuestro templo, ¿que tiene que purificar Jesús?; o nos hemos acostumbrado a vivir con la mentira, las verdades a medias, la indiferencia al mas necesitado, el resentimiento y el odio, la dependencia excesiva de las cosas o la imagen social, etc.

La invitación es que esta cuaresma el Señor nos limpie por dentro, sin duda esto cuesta porque sanar llagas, heridas, siempre resulta doloroso. Esto conlleva intensificar nuestra oración personal delante del Sagrario, con el rezo del Santo Rosario, la Santa Misa también entre semana.

En nuestra comunidades eclesiales existen también estructuras que exigen la conversión de quienes las coordinamos, y el discernimiento para que las estructuras caducas que no responden a
la eficiente transmisión de la fe sean renovadas.

En los evangelios de Mateo, Lucas y Marcos se nos describe como después de que Jesús realiza el gesto simbólico de la purificación del templo, las autoridades deciden aniquilarlo. El Señor no se detiene, porque la obra redentora y purificadora exige entrega con todas las consecuencias.

Nuestra oración por el Santo Padre Benedicto XVI, que próximamente visitara nuestro país, y tendremos al oportunidad de escuchar su palabra profética y valiente, que como en su viaje a Fátima, nos ayudara a seguir buscando camino de purificación, de conversión de los corazones, que posibiliten impulsar la misión permanente, de proclamar el evangelio. ¡Oremos por Su Santidad!

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro