La intención de San Mateo es hacernos entender que la salvación de Dios es gratuita y para todos, ya que el Dios que nos revela Jesús es bueno y misericordioso con todos. Alcanzar la salvación no es cuestión de méritos ni de cantidad de trabajo. Además, la invitación a trabajar en la viña y lo que se “paga” es un don y una gracia.
Muy probablemente, en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola respondía a las críticas que le hacían sus adversarios por su cercanía a los pecadores (los obreros de última hora). El Señor no establece diferencias entre justos y pecadores, y por ello se sienten ofendidos los justos.
Jesús explica su comportamiento remitiéndose a la misericordia del Padre. Les explica que Dios es un patrón que se comporta de manera distinta a como lo hacen los patrones que conocen, pues su generosidad rompe las leyes de la correspondencia entre patrón y obrero. El comportamiento de Jesús que acoge a los pecadores y marginados, manifiesta que la oferta de gracia que Dios hace a través de él es puro DON, amor gratuito, desconcertante y para algunos escandaloso. La parábola muestra que el Reino es un don, un regalo inmerecido. Y es igual para todos (judíos y paganos, justos y pecadores).
Es cierto que el Señor espera nuestra colaboración libre y responsable, pero la recompensa a nuestro trabajo depende de la generosidad de Dios, no que nuestras aportaciones sean mayores o menores.
El camino de conversión nos llevará a no aferrarnos, a elaborarnos imágenes particulares de Dios y dejar de lado la imagen de un Padre que nos acoge como hijos muy amados. No puede ser un Dios a nuestra medida; el Dios que Jesús anuncia es un Dios que, siendo amor gratuito, sigue desconcertando a muchos.
El mejor termómetro para detectar a ese Dios misericordioso es que a ti y a mí nos ha dado la gracia del perdón cuando se lo hemos requerido. ¡Ánimo!
La invitación es a darme cuenta que los caminos de Dios no son mis caminos. Aceptar el querer de Dios, su voluntad, su proyecto. Descubrir e irme despojando de todo lo que me impide seguir sus caminos, sus planes. Dejar a Dios ser Dios en mí y en otros, en la comunidad en la familia y en la sociedad. Dejemos desconcertar por Dios…
† Faustino Armendáriz Jiménez IX Obispo de Querétaro