DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO
“Envía tu Espíritu y serán creados”
PRIMER DÍA
¡Ven, oh Santo Espíritu!; ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos; fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo.
Oración para comenzar
¡Ven, oh Santo Espíritu!
ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos
fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo
inflama mi voluntad.
He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo:
después, mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!,
no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría,
Espíritu de entendimiento y de consejo,
Espíritu de gozo y de paz!
quiero lo que quieras, quiero porque quieres,
quiero como quieras, quiero cuando quieras.
Consideración para el primer día
Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos del Señor.
Los Hechos de los Apóstoles, al narrarnos los acontecimientos de aquel día de Pentecostés en el que el Espíritu Santo descendió en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos de Nuestro Señor, nos hacen asistir a la gran manifestación del poder de Dios, con el que la Iglesia inició su camino entre las naciones.
La victoria que Cristo —con su obediencia, con su inmolación en la Cruz y con su Resurrección— había obtenido sobre la muerte y sobre el pecado, se reveló entonces en toda su divina claridad. Los discípulos, que ya eran testigos de la gloria del Resucitado, experimentaron en sí la fuerza del Espíritu Santo: sus inteligencias y sus corazones se abrieron a una luz nueva. Habían seguido a Cristo y acogido con fe sus enseñanzas, pero no acertaban siempre a penetrar del todo su sentido: era necesario que llegara el Espíritu de verdad, que les hiciera comprender todas las cosas.
Sabían que sólo en Jesús podían encontrar palabras de vida eterna, y estaban dispuestos a seguirle y a dar la vida por Él, pero eran débiles y, cuando llegó la hora de la prueba, huyeron, lo dejaron solo. El día de Pentecostés todo eso ha pasado: el Espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces. La palabra de los Apóstoles resuena recia y vibrante por las calles y plazas de Jerusalén.
Oración para finalizar
Ven Oh Santo Espíritu,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía tu espíritu y serán creados
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios que has instruido los corazones de
los fieles con la luz del Espíritu Santo.
Concédenos según el mismo Espíritu,
conocer las cosas rectas y gozar siempre de
sus divinos consuelos. Por el mismo Cristo
nuestro Señor. Amén.
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