Parroquia de San Isidro Labrador, Col. Pathé, Querétaro, Qro.
07 de agosto de 2021
En punto de las 11:00 horas del 07 de agosto del 2021, en la Parroquia de san Isidro Labrador, ubicada en la Colonia Pathé, Querétaro, Qro., Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Santa Misa en la María Elena Montero Fonseca se consagró en el Ordo Virginum, como esposa de Cristo y al servicio de la Iglesia.
Uno de los momentos centrales de la celebración fue cuando la hna. María Elena Montero Fonseca, ante el Obispo, hizo su propósito de guardar perfecta castidad siguiendo a Cristo Buen Pastor. Puesta de rodillas dijo la «Oración Consecratoria», al concluir, Mons. Fidencio, le hizo entrega de las insignias de la Consagración:
a) El velo, símbolo de su consagración a Cristo.
b) El anillo, signo de fidelidad y sello nupcial con Cristo.
c) La Liturgia de las Horas, para el cumplimiento de su deber de Oración, para que una su voz a la de Cristo Sacerdote y a la de la Santa Iglesia, alabe sin interrupción al Padre Celestial e interceda por la salvación del mundo entero.
En la homilía, Mons. Fidencio dijo:
“Saludo a mis hermanos sacerdotes, también a las hermanas, hermanos, familiares y amigos de nuestra hermana María, a los feligreses de esta parroquia, bajo el patrocinio de San Isidro Labrador, reciban todos un saludo fraterno.”
“Nos hemos reunido para celebrar que nuestra hermana María Elena Montero Fonseca hoy, delante de su familia y de su comunidad parroquial, después de un largo camino, ha decidido hacer pública su respuesta al llamado que Dios le ha hecho para consagrarse al servicio de Dios asumiendo la virginidad, la esponsalidad y la maternidad, como tres dimensiones de la experiencia espiritual de las vírgenes consagradas.”
“Sobre esto afirma la instrucción sobre el Ordo Virginum: «la más espléndida y armónica integración de virginidad esponsabilidad y maternidad se ha realizado en la persona de la Virgen María, primicia de la humanidad renovada en Cristo, icono perfecto de la Iglesia misterio de comunión, mujer en la que se ha realizado ya el destino de gloria de toda la humanidad, madre viviente del Evangelio». En ella, en la virgen María, la llena de Gracia, la iglesia ha reconocido siempre la Virgo Virginum, el prototipo insuperable de la virginidad consagrada, Nuestra Señora de la prontitud que sale de su pueblo para ayudar a los demás sin demora o, como dice el Papa Francisco, sin miedo, sin asco y con solicitud.”
“En este contexto resuena este hermoso evangelio conocido como «El misterio de la visitación de María a su prima Isabel», como acabamos de escuchar la escena está cargada de una atmósfera muy especial, muy bella, las dos van a ser madres, una de Juan el Bautista y la otra de Jesús, el hijo de Dios, las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios, los hombres no aparecen en esta escena, Zacarías se ha quedado mudo y José está sorprendentemente ausente; las dos mujeres ocupan toda la escena, María Nuestra Señora de la prontitud, la consagrada por excelencia, que ha llegado aprisa desde Nazaret, se convierte en la figura central de este evangelio, todo gira en torno a ella y a su hijo, en su imagen brillan los rasgos más genuinos de la Virgen, de la esposa y de la madre, por eso es el modelo, el paradigma de las vírgenes consagradas.”
“Primer rasgo: María la madre de mi Señor. Así es reconocida por Isabel, así lo proclama Isabel,a gritos y llena del Espíritu Santo; es ciert,o para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la madre de nuestro Señor, este es el punto de partida de toda su grandeza, los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús, son inseparables, bendecida por Dios entre todas las mujeres, ella nos ofrece a Jesús fruto bendito de su vientre, esto es lo que ofrecen también las vírgenes consagradas.”
“Segundo rasgo: María la creyente. Isabel la declara dichosa porque ha creído, María es grande no simplemente por su maternidad biológica sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser madre del salvador, ha sabido escuchar a Dios, ha guardado su palabra dentro de su corazón, la ha meditado, la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación, María es madre de los creyentes, modelo de las vírgenes consagradas.”
“Tercer rasgo: María es evangelizada y evangelizadora. Después de la anunciación viene la visitación, María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio hijo, esa es su gran misión y su servicio, según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque, allá a donde va, lleva consigo a la persona de Jesús y su Espíritu; esto es lo esencial en todo acto evangelizador, María con un simple saludo provocó una conmoción, Isabel quedó llena del Espíritu Santo, San Juan, el precursor, brinco de alegría en su vientre y se puso a alabar y a bendecir a Dios.
Este también es el modelo para las vírgenes consagradas.”
“Cuarto rasgo: María portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su hijo Jesús, ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios «alégrate el Señor está contigo » y desde este momento la alegría no se separó jamás de ella, ni en los momentos más difíciles que tuvo que soportar; ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda, a quienes la necesitan, María irradia la buena noticia de Jesús, el Cristo, el que siempre lleva consigo, ella es para la Iglesia, el mejor modelo de una evangelización gozosa, por eso es el modelo también de las vírgenes consagradas.
Uno de los rasgos más característicos de la fe en Dios es saber acudir a quién está necesitando nuestra presencia, a quién está necesitando nuestra ayuda. El primer gesto de María, tras acoger las palabras del Ángel y decir sí a la propuesta divina, es ponerse en camino, en marcha, aprisa, junto a otra mujer que necesita en estos momentos su ayuda, su cercanía, su alegría y su consuelo.
Hay una manera de amar que debemos recuperar en nuestros días, qué consiste en acompañar a vivir a quién se encuentra hundidos en la soledad, bloqueados por la depresión, atrapados por la enfermedad, marginados por la droga o sencillamente vacíos de toda alegría y de toda esperanza. Tal parece que estamos consolidando entre todos una sociedad sólo para los fuertes, los agraciados, los jóvenes y los sanos, en muchas partes sobran los niños y sobran también los ancianos, sólo que así, hermanas y hermanos, no es posible experimentar la alegría, tampoco es posible contagiar y dar vida, no es posible acompañarnos unos a otros y sentirnos hermanos con la alegría que viene del encuentro con Jesucristo, muerto y resucitado, que ha dado plenitud a nuestra existencia y en nuestra vida.”
“Qué María e Isabel que conocieron este camino y terminaron en una plegaria que las llevó a contagiar al mundo de alegría, también te contagie a ti hermana y a todas las hermanas de la orden de las vírgenes.
Que nuestro querido señor San José y nuestra querida madre, en su advocación de Guadalupe, nos custodien y nos acompañen.” Concluyó.
Finalizada la celebración eucarística Mons. Fidencio impartió la bendición, los allí reunidos le brindaron un fuerte aplauso; posteriormente, se tomaron la foto del recuerdo, con los sacerdotes concelebrantes y las vírgenes consagradas.