Una tarde en que la Sierva de Dios M. Eugenia y su prima hermana Doña Pilar González de Richardson, quien le había pedido ayudarle a dar catecismo en la capilla de la misma hacienda del Rosario, Parras, Coah., donde su papá trabajaba como administrador, dice que subiendo la cuestecita, le dijo su prima: «¡qué batalla con las catequistas!, si vieras en San Antonio Texas ¡qué bien organizadas están!”[1]. Fue como una chispa que despertó su idea y dijo: “esto es lo que se necesita en la Iglesia; una fundación de catequistas”.[2]
Fuente: Documentos para la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios M. Eugenia, de la Santísima Trinidad, Gonzáles Lafón
[1] Escritos de la Rev. Madre Eugenia González Lafon: 1876-1962, pág. 42, párrafo 2
[2]Ibid, pág. 44
FOTO: M. Eugenia, en una de las Capillas de La Montaña de Cristo Rey del Cubilete.