CONFIRMACIONES, Parroquia Santa Teresita del niño Jesús.

El Campanario, Querétaro, Qro. 25 de abril de 2016

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El día sábado 23 de abril, el Excmo. Sr. Obispo Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, asistió a la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús, y presidió la Eucaristía, en la cual recibieron el sacramento de la confirmación  50 hermanos nuestros entre niños y jóvenes, quienes  después de haber recibido la catequesis preparatoria, estaban dispuestos para fortalecer su fe.

Esta parroquia ha sido confiada al cuidado pastoral, del Pbro. Francisco Hernández Ramírez, mismo que al iniciar la Sagrada Eucaristía, presentó al grupo de confirmandos, para recibir el segundo de los sacramentos de iniciación cristiana.

Nuestro Pastor Diocesano al momento de dirigir su mensaje, hizo referencia al don del sacerdocio ministerial, que un día anterior habían recibido 11 hermanos nuestros para servir al pueblo de Dios. Tenemos que alegrarnos porque es una grande bendición para nuestra Diócesis, pues el sacerdote es un  hombre sacado de entre los hombres, para el servicio de los demás. Un sacerdote sale de una familia, por eso es necesario propiciar en ella un ambiente cristino, para que la obra de Dios se siga dando por la fuerza del Espíritu Santo, que  transforma a la persona.

Invitó a todos los fieles, y de una manera particular a quienes recibirían el Espíritu Santo,  a dejarse transformar por Él. Pues un corazón y una familia dóciles a la acción renovadora del Espíritu, transformará a la sociedad.

La palabra de Dios es como una semilla que cae en diferentes terrenos: entre espinas, piedras, camino, etc. Debemos preguntarnos, ¿que tipo de terreno somos? pues cuando el terreno no es adecuado, la palabra no penetra y no da frutos. Es necesario permitir que el Espíritu Santo nos transforme, pues sólo de esta manera estaremos dispuestos a comprometernos para que, desde la profundidad de nuestro corazón las raices sean fuertes.

Al termino de la homilía, nuestro Señor Obispo procedió al rito de la Confirmación, invocando al Espíritu Santo, para que actué en nuestro corazones y nuestras familias. Pues la verdadera felicidad esta en tener a Dios con nosotros, que nos mueve a la práctica de la misericordia, siendo entonces capaces de vivir en una verdadera comunidad, que traspasa las fronteras de los propios intereses,  dando así auténticos frutos de amor.