El Ahorcado, Pedro Escobedo, Qro., 31 de diciembre de 2019.
El día 31 de diciembre de 2019, en la comunidad de el Ahorcado, que pertenece al municipio de Pedro Escobedo, Querétaro, Don Mario de Gasperín Gasperín, Administrador Diocesano de la Diócesis de Querétaro, presidió la Santa Eucaristía, e impartió el Sacramento de la Confirmación, a varios niños, que de acuerdo a su edad fueron debidamente preparados, para recibir la plenitud del Espíritu Santo.
Al inicio de la celebración Don Mario, les dijo: “Celebramos la memoria de nuestra Madre Santísima de Guadalupe, ahora la celebramos al finalizar y comenzar el nuevo año como la Madre de Dios, la Santa Madre de Dios, que nos entrega a su hijo Jesucristo; pedimos la gracia del Espíritu Santo para los que van a recibir el sacramento de la confirmación y todos vamos a participar del Pan Santo de los hijos de Dios en la Mesa Eucarística”.
Durante la homilía Mons. Mario les compartió lo siguiente: “Le agradezco a la catequista Martina y agradezco a la presentación que me ha hecho de estos jovencitos, estos niños y niñas, para recibir el Santo Sacramento de la confirmación, desde luego al Señor Cura que está confesando en la capilla, la invitación que me hizo por medio de los responsables de estas fiestas para compartir con ustedes este momento hermoso de gracia y bendición para todos nosotros; hemos estado celebrando estos días tan hermosos y que me da mucho gusto compartir esta gozó del nacimiento del Señor y ahora de la fiesta de la Virgen Santísima, Nuestra Madre de Guadalupe, la Virgen Madre de Dios que nos presenta y no se entrega a su hijo Jesucristo.
Desde luego agradezco también al equipo de catequistas que han colaborado con el señor Cura para preparar a estos niños; los papás también merecen una felicitación porque van cumpliendo con ese deber que contrajeron cuando trajeron a bautizar a sus niños, pidieron la fe, el sacerdote les dio la fe en el bautismo, los hizo hijos de Dios en el nombre del Padre, los bautizo para que sean hijos del Padre del cielo, hijos a Dios; en el nombre del Hijo para que sean cristianos, Jesucristo; en el nombre del Espíritu Santo para que nacieran como hijos de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo en la fuente bautismal.
A la Iglesia le llamamos nuestra Madre la Iglesia por qué ella también tiene un seno materno qué es el bautisterio, el bautizo allí del agua y del Espíritu Santo nacemos para Dios, es un día muy hermoso el día del bautismo y ahora vamos a confirmar, a reforzar, diríamos así, esa fe del bautismo va a crecer en su corazón por el don del Espíritu Santo; los papás pues van cumpliendo con esa tarea de educar cristianamente a sus hijos. Ahora bien, el señor obispo, su servidor, a darles el Espíritu Santo para que crezcan en la fe.
El Espíritu Santo es Dios, fíjense lo que hemos celebrado, celebramos como Dios Padre le envío un Arcángel, Gabriel, a la Virgen Santísima para pedirle que fuera la Madre del Salvador, de nuestro Salvador. La Virgen dijo: ¿cómo, cómo va a ser eso? el Ángel explicó: “vas a concebir por obra del Espíritu Santo, el Espíritu Santo es el Señor y dador de vida, toda la vida depende y viene del Espíritu Santo, de Dios, entonces tú seno virginal va a ser fecundado con el poder, la gracia, la vida del Espíritu Santo y por eso lo que vas a concebir en tu seno será Santo y será el hijo de Dios y le vas a poner el nombre de Jesús. Entonces la Virgen Santísima concibió en su seno por obra del Espíritu Santo al Hijo de Dios, al Salvador, a Cristo Jesús, pues ese milagro es el que se va a realizar en el corazón de estos niños bautizados, por obra del Espíritu Santo van a crecer la fe de hijos de Dios, el Espíritu Santo es Dios, hablamos de los siete dones del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo tiene una riqueza, es el que no reparte toda la gracia salvadora de Jesús.
Jesús murió por nosotros en la Cruz y ¿quién nos hace llegar esa gracia? por medio de la Iglesia el Espíritu Santo en los sacramentos nos hace llegar el perdón, la misericordia y los dones de Dios. El don de la sabiduría, por ejemplo, para ir comprendiendo las cosas de Dios, ya ven ustedes que nos cuesta mucho trabajo, las redes, la televisión y todo eso nos marea y nos cuesta mucho trabajo oír la voz de Dios, a veces nos pasa lo que le pasó a Adán y Eva allá en el paraíso, que en lugar de oír la voz de Dios que bajaba a platicar con ellos todos los días en la tarde, mejor oyeron la voz de la serpiente, le hicieron más caso a la serpiente qué a Dios qué les había dado todo, que los había creado; pues si de ahí viene también nuestra sordera para las cosas de Dios, el Espíritu Santo nos da la sabiduría de Dios, el entendimiento de las cosas de Dios, para poder escuchar la palabra de Dios y que no se quede afuera sino que entre el corazón y nos cambie el corazón; el don de fortaleza, nosotros queremos ser buenos nadie quiere ser malo, queremos el bien, queremos hacer el bien y a la hora de la hora no podemos o volvemos a nuestras caídas, es porque somos débiles, el Espíritu Santo nos da la fuerza de Dios y así todos los dones del Espíritu Santo nos da para crecer en la fe y además hay otra cosa muy hermosa el Espíritu Santo es el Espíritu de Jesús, Él nos hizo hijos de Dios, en el bautismo nacemos como hijos de Dios y ahora el Espíritu Santo nos sella, nos pone un sello en el corazón con la imagen de Jesús, antes este sacramento de la confirmación se llamaba “el sello del Espíritu Santo” porque el Espíritu Santo nos marca con fuego el corazón con la imagen de Jesús, de modo que toda la vida llevamos la imagen de Jesús, por eso el cristiano imita y sigue a Jesucristo, el que comete faltas degrada la imagen de Jesús porque se va a lugares malignos, malvados, al crimen pues lleva a Jesús ahí y eso no está bien con un cristiano y después hasta que nos moramos, cuando venga Jesús por nosotros va a reconocer en nuestro corazón la imagen de Jesús y va a decir: “este es de los nuestros, este es de los míos, es cristiano” y hasta el que se pierda, Dios quiera que nadie se condene, lo triste y el drama va a ser que lleve a Jesús hasta el infierno, porque su imagen va a quedar ahí para siempre y eso le va a dar el dolor interno.
Aquí estamos pues para ser cristianos y crecer en la fe y la Virgen Santísima, Nuestra Madre, nos acompaña, nos lleva y nos va guiando, oímos en el Evangelio como todas las cosas que pasaban, la visita de los pastores, el canto de los ángeles, la voz del Arcángel y todo la Virgen Santísima meditaba todas esas cosas en su corazón y las iba reflexionando y pensando cómo llevaría a sus manos la Virgen sabiendo que era el hijo de Dios, fue un milagro de Dios la Virgen santísima y ahora nos lo entrega a nosotros, por eso esta fiesta de Santa María Madre de Dios que aquí es nuestra Madre Santísima de Guadalupe, recuerden que cuando se presentó frente a Juan Diego le dijo: “Yo soy la Madre de Dios por quien se vive, yo les traigo a ustedes al mismo Jesucristo Nuestro Señor”, aquí está la imagen de Nuestra Madre Santísima y en su seno se encuentra una florecita de 4 pétalos y el punto del centro y esa florecita es la única que tiene en su seno, y esa florecita significa que tiene a Jesús, para nuestros antepasados era Dios, entonces la Virgen se presenta a Juan Diego como la Madre de Dios por quien vivimos, Jesucristo Nuestro Señor. Esas son las cosas de Dios lo que hace Dios por nosotros y nosotros darle gracias a Dios, estamos a fin de año, darle gracias a Dios porque estamos aquí y tenemos fe y tenemos esperanza y queremos que Dios nos sigue bendiciendo.
La primera lectura, está en la Santa Biblia, como Dios manda los sacerdotes a bendecir a su pueblo “que el Señor te bendiga y te guarde, que el Señor te proteja y que ilumine su rostro sobre ti”, es decir, que te sonría, cuando una mamá le sonríe a su niño y el niño aprende a conocer a su mamá, a su papá, esperemos que los papás también sonríen a sus niños para que los conozcan alegres y ese es el rostro de Dios, es la sonrisa de Dios, que Dios te bendiga y te proteja, que Dios te sonríe y te conceda la paz la paz.
Ya ven que el Papa todos los años el día primero del año, el día de la paz, para pedir que haya paz porque cuando no hay paz hay todos los males que ustedes saben bien, ojalá que aquí en toda la parroquia y en esta comunidad vivan en paz, queriéndonos unos a otros, al principio de la misa yo lo salude en el nombre de Jesucristo diciéndoles: “la paz esté con ustedes” porque donde no hay paz hay guerra y donde hay guerra hay muerte, dolor, entonces qué allá paz y también en la misa si se fijan bien ustedes el sacerdote siempre reza por la paz “Señor Jesucristo que dijiste a los apóstoles la paz les dejo mi paz les doy” no la da como la del mundo sino la paz de Dios que es perdón, reconciliación, dice “no mires nuestros pecados” porque nuestros pecados nos traen guerra, “no mires nuestros pecados sino la fe, tenemos fe en ti, tenemos esperanza, queremos que nos bendigas con tu paz, para que nos des la salvación y la paz; y le pedimos a Jesucristo también, el Cordero inmaculado que nos de su paz, “cordero de Dios que quitas el pecado del mundo que tenga piedad de nosotros” y después al final decimos “cordero de Dios que quitas el pecado del mundo danos la paz”, Jesucristo murió precisamente con los brazos abiertos para abrazarnos a todo y con el corazón traspasado para que veamos lo que nos amó y nos amemos unos a otros y vivamos en paz. Así que vean ustedes que grandes dones, qué maravilla, como Dios quiere que seamos felices, Dios quiere sonreímos, nos tienden la mano, nos hacen sus hijos y no se entrega a la Virgen Santísima para que nos acompañe como acompañó a su hijo Jesús y también no olvidemos a Señor San José, allí estaba señor San José cuando fueron los pastores adorar al niño María, José y el niño y ahí estaba el Señor San José siempre presente en casa, el papá, el padre de familia, San José haciendo las veces del padre porque el padre de Jesús es el padre del cielo, Dios no quiso que le faltara a Jesús alguien que hiciera las veces del padre y ahí estuvo San José; dentro de poco vamos a celebrar la fiesta de los Reyes, imagínense cómo llegaron los camellos ahí a la casita de Nazaret, que debió de haber sido un jacalito, allí llegaron los Reyes con sus regalos, San José y la Virgen asustados o sorprendidos, el gozo, la alegría y maravillados y ¿qué pasó al otro día? el recado: “Herodes quiere matar a tu niño” el Ángel, imagínense hacer el lío con todos los trapitos que tenían y emprender el camino hacia el destierro, hacia Egipto, los migrantes, a nuestros hermanos migrantes cómo hay que tenderles la mano y tenderles la mano porque allí va Jesús de peregrino, como en el seno de la Virgen Santísima de ahí nació Jesucristo, así el seno de las madres, de toda madre, de cada mama, hay una chispa de Jesucristo, la vida de Jesucristo allí continúa y como el Ángel le dijo la Virgen “bendito el fruto de tu vientre” así también el fruto del seno, del vientre, de una madre que ha concebido un niño es bendito por Dios, y allí va la vida de Dios caminando, amar la vida, la paz, el perdón y vernos todos como hermanos.
Pues me da mucho gusto estar nuevamente con ustedes, es un momento de gracia y bendición para todos y ahora vamos a prepararnos para que reciban el Espíritu Santo estos bautizados”.
Al terminar Don Mario les dio la bendición, felicitó a los catequistas y papás por ocuparse de la educación en al fe de los recién confirmados, y los allí reunidos le brindaron un fuerte aplauso como signo de gratitud.