(CODIPACSQRO) El Santo Padre Francisco atento al rostro de Cristo que se refleja en los que sufren, nos ha llamado como Iglesia Universal a ser sensibles por la situación que se viven al norte de Irak, hermanos nuestros en la fe y otros muchos hombres y mujeres, pero sobre todo niños que son desplazados de su tierra nativa, de sus hogares por quienes no comparten la fe, poniendo en riego la propia vida. Tenemos el deber de hacer algo, especialmente por las comunidades cristianas, por quienes por la fe aun viviendo lejos comparten la mesa de la Eucaristía que nos une como pueblo de Dios.
El S.S. Francisco expresó en días pasados: “Nuestros hermanos son perseguidos, son echados, deben dejar sus casas sin tener la posibilidad de llevarse nada. ¡Aseguro a estas familias y a estas personas mi cercanía y mi constante oración! Queridos hermanos y hermanas tan perseguidos, yo sé cuánto sufren, yo sé que son despojados de todo. Estoy con vosotros en la fe con El que ha vencido el mal”.
El Papa se une al llamado de los obispos de aquellas comunidades para que pidamos por y junto con nuestros hermanos el don divino de la paz. Y ayuda a tomar conciencia de que todos los desplazados dependen de la solidaridad de los demás, y que podemos ser generosos.
El Vicario de Cristo interpela a la conciencia de todos y a cada creyente repite: “El Dios de la paz suscite en todos un auténtico deseo de diálogo y de reconciliación. La violencia no se vence con la violencia. ¡La violencia se gana con la paz! Recemos en silencio pidiendo la paz. Todos en silencio… María, Reina de la Paz, ruega por nosotros”.
Los obispos de México se unen al llamado del Papa Francisco a por la oración y para que la comunidad internacional se movilice a fin de terminar este drama humanitario; proteja a quienes se ven afectados o amenazados por la violencia y asegure las ayudas necesarias, sobre todo las más urgentes, a los numerosos desplazados.
Un millón 200 mil, son ya los desplazados, equivalente en población a los municipios de Santiago de Querétaro, El Marqués y Corregidora, en donde los niños son decapitados, los padres colgados y las madres son violadas y vendidas como esclavas. La milicia yihadista pese a los bombardeos norteamericanos prosigue su persecución contra cristianos. Los más vulnerables son los niños, los ancianos y los enfermos. Algunos desplazados viven en tiendas de campaña y la insuficiente ayuda internacional llega difícilmente.
El Santo Padre nombró al cardenal Fernando Filoni como su representante en este conflicto. El panorama poco alentador se ilumina con la voz de la esperanza del representante de Cristo, nuestra Paz.
¿Y a nosotros hijos de esta Iglesia queretana, qué nos toca?
Jorge A. Rangel Sánchez Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» el 10 de agosto de 2014